Lo peor, el silencio
LAS HERIDAS que motivaron la hospitalizaci¨®n del etarra Fernando Elejalde parecen m¨¢s propias de alguien que ha sido atropellado por un coche que de quien ha sido sometido a tortura en comisar¨ªa. Ese es el principal argumento a favor de la versi¨®n ofrecida ayer por el ministro del Interior. Una versi¨®n avalada por el parte m¨¦dico emitido en el cuarto de socorro al que fue trasladado Elejalde dos horas y media despu¨¦s de su detenci¨®n -antes, por tanto de que se iniciara su interrogatorio-, y que coincide b¨¢sicamente con el difundido por el hospital en el que fue ingresado el jueves. Aunque quedan algunos puntos oscuros, la versi¨®n ofrecida por Mayor Oreja cuenta con suficiente credibilidad como para no secundar al portavoz del PNV, Joseba Egibar, que ya emiti¨® ayer su veredicto: a Elejalde lo torturaron, y si lo llevaron al hospital fue porque vieron que "este chico se les iba". Este chico acababa de asesinar al psic¨®logo de la prisi¨®n de Martutene.El ministerio rectific¨® ayer para bien. Su intenci¨®n inicial era la de no ofrecer versi¨®n alguna antes de que culminara la investigaci¨®n. Ese oscurantismo agravaba el error de no haber informado el mismo, martes acerca de las lesiones de las que se atendi¨® al detenido en la casa de socorro. Un error s¨®lo explicable por un prejuicio absurdo contra la transparencia y que repite el ya cometido con ocasi¨®n del suicidio de Aranzamendi en prisi¨®n, cuyas circunstancias se ocultaron deliberadamente. El efecto fue entonces regalar al mundo violento una bandera de agitaci¨®n. Es muy' probable que ahora se haya conseguido lo mismo. La explicaci¨®n de que Interior no inform¨® de tales circunstancias porque las ignoraba es poco veros¨ªmil trat¨¢ndose de una detenci¨®n tan significativa: la del presunto autor del asesinato de un funcionario de prisiones cometido unos minutos antes. Y de ser cierto ese desconocimiento, revela una autonom¨ªa policial preocupante en esta materia. En todo caso, la preocupaci¨®n que el jueves se extendi¨® por todo el pa¨ªs al conocerse la hospitalizaci¨®n de Elejalde estaba justificada. Nadie ignora el papel que los errores cometidos por los responsables de la lucha antiterrorista han tenido en la perpetuaci¨®n de ETA. Esa lucha es tan dif¨ªcil porque tiene que atender simult¨¢neamente a dos objetivos:, detener a los terroristas, evitando su impunidad, y hacerlo con un estricto respeto de los derechos individuales, justamente para evitar que la Dama de la violencia se transmita de generaci¨®n en generaci¨®n. Hoy sabemos que nada ha favorecido tanto esa propagaci¨®n como la explotaci¨®n por ETA y sus rapsodas de la falacia de las dos violencias sim¨¦tricas.
Por eso mismo era urgente que las autoridades ofrecieran algo m¨¢s que el compromiso de una investigaci¨®n en 72 horas; no porque ¨¦sta no sea necesaria, sino porque el lunes habr¨ªa sido demasiado tarde. Todav¨ªa el jueves por la noche responsables del ministerio insist¨ªan en la necesidad de esperar. Ello aumentaba la inquietud: si necesitan tres d¨ªas para ultimar su versi¨®n es que ellos mismos sospechan lo peor. Sin embargo, la explicaci¨®n ofrecida por Mayor Oreja tras el Consejo de Ministros es veros¨ªmil. Sobre todo, porque las lesiones detectadas no se corresponden con la pr¨¢ctica de la ba?era, el quir¨®fano, la bolsa en la cabeza y dem¨¢s tormentos denunciados en el pasado y con los que se pretend¨ªa arrancar confesiones a los detenidos.
Queda por saber cu¨¢ndo se apercibieron del alcance real de las lesiones los interrogadores, y en su caso el forense que visit¨® al detenido en comisar¨ªa, as¨ª como la juez de guardia que controlaba los interrogatorios. Tal vez sea cierto que los tranquilizantes suministrados amortiguaran el dolor en las primeras horas, o que el retraso en la detecci¨®n se deba a que algunas de las lesiones -en particular, las fracturas- son m¨¢s dolorosas 24 o 48 horas despu¨¦s del trauma que las provoca. Son aspectos no menores que habr¨¢ de aclarar la investigaci¨®n prometida. A los forenses corresponde explicar qu¨¦ lesiones pudo provocar el atropello anterior a su captura, las que pudo provocarle la pelea con los polic¨ªas durante su detenci¨®n o cualquier otra acci¨®n posterior. La aclaraci¨®n tiene que ser plena. Sin importar a qui¨¦n afecte. Por cuesti¨®n de principios y, adem¨¢s, de eficacia.
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