Manuel de Lope indaga en el misterio de la pasi¨®n en ¡®Bella en las tinieblas¡¯
La novela parte de una mujer real, madrina de literatos en los 50
Juan Mars¨¦, ?ngel Gonz¨¢lez, Juan Garc¨ªa Hortelano y Carlos Barral le narraron muchas an¨¦cdotas sobre ella. El escritor Manuel de Lope (Burgos, 1949) nunca conoci¨® a la mujer que comparti¨® cama con un general franquista al tiempo que amadrinaba, tumbada en su lecho del hotel Wellington, a las promesas literarias de los a?os cincuenta, pero ha inventado un final para la historia. Bella en las tinieblas (Alfaguara), su nueva novela, tiene como protagonista a una mujer "insatisfecha con la ¨¦poca que le toc¨® vivir y precursora de su tiempo", dice el autor, para quien el personaje es "una Madame Bovary moderna".
"Me gustaba lo que vieron en ella aquellos que la conocieron, y esa sed de vida que parec¨ªa irradiar", dice el escritor, quien ni siquiera lleg¨® a ver una fotograf¨ªa suya, aunque sabe que ten¨ªa los ojos verdes, que era adicta a la morfina y que su belleza era merecedora del verso de G¨®ngora: "Aun a pesar de las tinieblas bella, / aun a pesar de las estrellas clara". Durante a?os, De Lope no entendi¨® por qu¨¦ sus padres literarios no convert¨ªan en literatura una historia semejante, pero luego comprendi¨® que "cuando las cosas se viven tan de cerca no se perciben con esa potencia". De Lope tiene una teor¨ªa para explicar ese fen¨®meno de cercan¨ªas: "La literatura siempre va por detr¨¢s de la civilizaci¨®n o de la sociedad que le rodea". ?l, cuyas obras anteriores son absolutamente autobiogr¨¢ficas, apunta en un cuaderno cuando regresa a casa todo lo que considera que la vida le ha aportado como novelesco -"un adjetivo, una frase o un gesto"- y luego, cuando pasa el tiempo, las utiliza cuando "s¨®lo queda la memoria del coraz¨®n". Una vez que decidi¨® arrancar de un hecho real evit¨® encontrarse con sus amigos o buscar nuevos datos al respecto. "El exceso de datos te mata la novela", dice convencido. Se parte de un hecho real para trazar un final completamente literario. Bella en las tinieblas se recrea en la madurez del personaje, que vive retirada en un peque?o pueblo con el general hasta su muerte. Tras el fallecimiento del militar, uno de sus herederos legales env¨ªa a un joven abogado al pueblo para que la invite a salir de la casa. Lo que fue el pasado de Ana Rosa Camp, como se llama el personaje literario, De Lope lo resuelve con el siguiente p¨¢rrafo: "Hab¨ªa sido ba?ada con mirra en una ba?era del WeIlington. Pasaba d¨ªas enteros sin levantarse de un lecho de 10 metros cuadrados, con tantos cojines como hubiera disfrutado Luis XIV y media docena de ceniceros al alcance de la mano. El tel¨¦fono de su mesilla de noche, un alambicado artilugio nacarado, ten¨ªa l¨ªnea directa con el ministerio. Y los coros del ej¨¦rcito rojo le dedicaban sus sonetos, porque entre los hombres que la hab¨ªan amado y que la hab¨ªan odiado tambi¨¦n figuraba alg¨²n miembro de aquel ej¨¦rcito de poetas".
De entre los personajes de la novela, muchos de los cuales ya hab¨ªan nacido en otros libros suyos, a De Lope le interesan especialmente el del doctor que "se derrota org¨¢nicamente cada d¨ªa que pasa", o el del hijo del jardinero medio autista -"me gusta esa violencia amorosa que existe entre el adolescente, no enteramente cabal, y una mujer madura".
Describir y opinar
De Lope, como su amigo Juan Mars¨¦, a quien le ha dedicado el libro, cree que las buenas novelas se asientan en cosas muy concretas, como el amor, el odio o la Fortuna. En bella en las tinieblas huye de cualquier tipo de referencia pol¨ªtica. "Un novelista no debe opinar, debe describir", dice, y en eso se muestra totalmente de acuerdo con Josep Pla, quien aseguraba que era m¨¢s dif¨ªcil describir que opinar. "Hay una ¨¦tica y una moral del novelista que se realiza en su vida real, pero a los personajes ni se les juzga ni se les condena", aclara rotundo en la sala de su domicilio madrile?o, rodeado de frasquitos de cristal con muestras de arena de los desiertos que ha pisado. Acostumbrado a los cambios de domicilio -se ha mudado m¨¢s de quince veces de casa en su vida-, no acostumbra De Lope a guardar cosas in¨²tiles, Conserva muy pocos libros, algunas fotos personales y un madero, recogido en una playa de la Costa Brava, que decor¨® su amigo Carlos Barral como si de un cuadro se tratara.
Babelia
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