El c¨®digo de los argentinos
El debate de la temporada: ?los futbolistas deben guardar silencio sobre lo que sucede dentro del campo?
"Qu¨ªtamela, ole, ole, qu¨ªtamela, ole, ole", dec¨ªa Simeone, dando palmaditas, mientras trataba de pasar el bal¨®n una y otra vez por entre las piernas de Belodedic. El Atl¨¦tico ganaba 6-0 al Valladolid y nadie entend¨ªa la provocaci¨®n. El argentino sali¨® ileso de la gama de patadas, codazos y entradas varias que le llovieron a continuaci¨®n. Sobre todo, porque los de Pucela, hundidos por la goleada, tampoco estaban con el ¨¢nimo tan encendido como para desatar una batalla campal.Semanas m¨¢s tarde, el Barcelona visitaba Zorrilla, algo as¨ª como la ocasi¨®n de su vida para muchos de los jugadores locales. Cuando Stoichkov se cruz¨® con el primer rival, se present¨®: "Qu¨¦ pasa hijo de puta, te voy a matar". Luego, los vallisoletanos comprobaron que no hab¨ªa nada personal. El b¨²lgaro repiti¨® id¨¦ntico insulto a Guardiola por no pasarle el bal¨®n, al ¨¢rbitro por una decisi¨®n, al p¨²blico por sus c¨¢nticos...
Sucesos como ¨¦stos, y no s¨®lo con violencia verbal, suceden a cientos cada semana en los campos de f¨²tbol. La televisi¨®n, ayudada por los adelantos t¨¦cnicos que le permiten llegar a los rincones m¨¢s rec¨®nditos de un terreno de juego, est¨¢ descubriendo aspectos de ese juego paralelo que va m¨¢s all¨¢ de los regates, las t¨¢cticas y los goles.
En torno a ellos, sobre la publicidad o secretismo que debe acompa?arles, se ha desatado este a?o un debate de may¨²sculas dimensiones. ?Est¨¢n obligados los futbolistas a guardar silencio sobre todo lo que ocurre dentro de un campo? Los futbolistas argentinos se aferran a un c¨®digo no escrito inquebrantable para exigir la ley de la boca cerrada. Pero no encuentran demasiados seguidores dentro del f¨²tbol espa?ol. Al contrario, ¨²ltimamente han asomado un batall¨®n de detractores. Julen Guerrero, por ejemplo.
El jugador vasco carg¨® duramente contra Simeone por agujerearle el muslo de un pisot¨®n. Le acus¨® de intencionado reincidente y forz¨® a su entidad a denunciar el incidente, que le cost¨® tres partidos al agresor. Desde entonces, se abri¨® la veda contra el hispano-argentino del Atl¨¦tico. Rivaldo (Deportivo) asegur¨® semanas despu¨¦s, tras propinar un cabezazo a Simeone, que el rojiblanco se hab¨ªa tirado medio partido de Riazor llam¨¢ndole "negro, hijo de puta" y que hab¨ªa intentado pisarle la mano. Simeone no hablaba: "Lo que pasa dentro del campo se debe quedar en el campo y lo resolvemos nosotros". El Cholo mantuvo esta tesis cuando d¨ªas m¨¢s tarde le toc¨® el papel de v¨ªctima: Fernando Couto le agujer¨® el muslo de otro pisot¨®n: "Yo no denuncio; son cosas del terreno de juego".
El Athletic, que denunci¨® a Simeone, se vio favorecido m¨¢s tarde por la cortes¨ªa de la Real Sociedad, que pas¨® por alto un manotazo de Urzaiz a Albistegi, captado n¨ªtidamente por las c¨¢maras de Canal +, que abandon¨® el terreno de juego con la cara ensangrentada y una fractura de tabique nasal. La contradicci¨®n es evidente y generalizada: cada domingo las c¨¢maras de televisi¨®n delatan agresiones disimuladas, dolores inventados y cosas as¨ª. Unos son denunciados y otros no; algunos tienen repercusi¨®n en los medios de comunicaci¨®n y otros se olvidan sin m¨¢s. No hay una tendencia clara: ?se deben airear las malas acciones que se dan dentro de un campo de f¨²tbol? Hay opiniones para todos los gustos.
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