Arte para todos
Entre el ecuador de los cincuenta y los sesenta, la expansi¨®n capitalista se revisti¨® de un aura cient¨ªficot¨¦cnica, que todo lo planteaba a trav¨¦s de un dise?o moderno. Era la era de las conquistas tecnol¨®gicas y de la democratizaci¨®n del consumo. Y si todo el mundo ten¨ªa derecho a un autom¨®vil, una lavadora, una televisi¨®n, etc¨¦tera, tambi¨¦n se pens¨® que deb¨ªa poseer una obra de arte y, sobre todo, vivir en medio del arte, habitar en la ciudad art¨ªstica.En este contexto se explica el ¨¦xito del tipo de arte que potenci¨® de forma singular Victor Vasarely, capaz de multiplicarlo todo: la obra, el ambiente y hasta la percepci¨®n visual. Tuvo que llegar el mayo del 68 para que todos estos ideales multiplicadores se pusieran en cuesti¨®n y se pusiera en entredicho el crecimiento indefinido, la maquinizaci¨®n y el arte multiplicado, que ahora eran descritos como elementos alienantes de una sociedad consumista vac¨ªa de contenido. Pero Vasarely logr¨® hacer tantos posters como casas modernas de clase media se construyeron en Europa occidental.
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