Quemar las naves
Un reciente reportaje emitido por la cadena France 2 sobre la intervenci¨®n del Estado chino en la elecci¨®n del ni?o destinado a convertirse en Panchen Lama dejaba ver sobre todo la intensidad de la representaci¨®n ejercida por el poder comunista sobre T¨ªbet. No cabe suponer que las cosas sean diferentes en cualquier punto del antiguo imperio donde pueda asomar la disidencia. Control policial sobre cualquier reuni¨®n, largas penas de c¨¢rcel para toda declaraci¨®n a la prensa extranjera, delaciones generalizadas, prohibici¨®n en este caso de todo s¨ªmbolo nacional tibetano y hasta del retrato del Dalai Lama, componen un panorama que con las inevitables variantes podr¨ªa situarse en cualquiera de los pa¨ªses donde a trancas y barrancas sobreviven reg¨ªmenes comunistas. Con el agravante de que ahora ya no se trata de justificar esas privaciones por la construcci¨®n de un futuro radiante, sino simplemente de asegurar el mantenimiento de un monopolio de poder pol¨ªtico, compatible en varios casos con una recuperaci¨®n del capitalismo contra el cual se produjeron las revoluciones comunistas.No es f¨¢cil, pues, para los partidos comunistas de Europa coccidental la definici¨®n de un espacio y de una teor¨ªa en que asentar la propia supervivencia. Incluso una lectura m¨ªnimamente rigurosa de Lenin hubiera debido inspirarles el cierre del negocio, o por lo menos una reconversi¨®n a la italiana. Pero la inercia ha sido m¨¢s poderosa y como resultado contamos en algunos pa¨ªses, entre ellos Espa?a, con pec¨¦s que aun conservan cierto electorado y, lo que es peor, ocupan un espacio pol¨ªtico en la izquierda donde juegan el papel del perro del hortelano. Resultado bien triste si pensamos en que ello ha sido posible precisamente porque hubo un intento de transformar al n¨²cleo comunista en algo m¨¢s amplio como Izquierda Unida, ahora instrumentalizada para que aqu¨¦l obtenga unos votos que con sus siglas le ser¨ªan negados. La imagen de la direcci¨®n oculta del PCE para IU, reuni¨¦ndose bajo la presidencia de Anguita en la Fundaci¨®n de Investigaciones Marxistas -lamentable fin tambi¨¦n para lo que fuera un centro de debates muy abierto-, expresa inmejorablemente ese proceso de involuci¨®n hacia f¨®rmulas pol¨ªticas de los a?os 30.
Y para que todo quede claro, IU-PCE va quemando una tras otra las naves que la comunicaban con la realidad pol¨ªtica y econ¨®mica espa?ola. M¨¢s vale una alternativa imaginar¨ªa que el inaceptable reformismo. Frente a la construcci¨®n europea realmente existente, petici¨®n testimonial de refer¨¦ndum contra Maastricht; frente a la Constituci¨®n por la que tanto luch¨® el PCE eurocomunista, viva la Rep¨²blica, que est¨¢ al caer, y frente al acuerdo de reforma laboral, descalificaci¨®n de los sindicatos mayoritarios que a juicio de Anguita se entregan a la patronal. Las naves han sido quemadas ante la indiferencia general, pero el ¨²ltimo estropicio es particularmente grave, con un esqueleto de PCE jugando a partido vanguardia respecto de CC OO, lo cual puede traducirse no s¨®lo en la p¨¦rdida definitiva para el sindicato de un referente parlamentario, sino sobre todo en una amenaza permanente de escisionismo alentado desde el exterior. Lo que nos faltaba en la izquierda espa?ola: IU en guerra contra los sindicatos "caiga quien caiga".Entre tanto, la radicalizaci¨®n verbal puede seguir atrayendo a grup¨²sculos de izquierda, desde j¨®venes entusiastas del modelo revolucionario cubano ("el libro, el trabajo, el fusil" propuestos en la pegatina de las juventudes comunistas de Madrid) a veteranos marxistas-leninistas, y trotskistas en reconciliaci¨®n hist¨®rica, sin olvidar a los lectores althusserianos de Gramsci que protestan contra la subalternidad a que el reformismo, condena a los trabajadores. Mientras la m¨¢scara de IU conserve su atractivo electoral, todo sue?o es v¨¢lido. En el mundo real queda apenas Nueva Izquierda, aplastada bajo la acusaci¨®n de ser un simple submarino del PSOE y bloqueada en su normalizaci¨®n como partido por suponer una amenaza a la disciplina ideol¨®gica de la coalici¨®n. Debiera decirse: a la l¨ªnea general.
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