Sobre c¨®mo han de afrontar la crisis los hospitales
El autor propone una mejora de la atenci¨®n hospitalaria con un nuevo sistema de jerarquizaci¨®n y la devoluci¨®n de la gesti¨®n a los m¨¦dicos
El sistema hospitalario, que por sus resultados es de lo mejor del servicio p¨²blico, se resiente de las estrecheces de esta ¨¦poca de vacas flacas en la que los costos aumentan y los recursos no. Y mientras, a los espa?oles, acostumbrados a disponer de una asistencia hospitalaria muy sofisticada, ni se nos pasa por la cabeza que est¨¦ en peligro, y no s¨®lo por razones econ¨®micas sino tambi¨¦n organizativas, eso de que, cuando la cosa se pone fea, el sistema p¨²blico cuide de que se nos hagan ecograf¨ªas y amniocentesis, se nos trasplante el ri?¨®n o se nos trate el c¨¢ncer, Para afrontar esta crisis no bastar¨¢ -es obvio- con mejorar la gesti¨®n, sino que hacen falta radicales cambios de actitud en la gesti¨®n de los limitados recursos:1. Es precisa una regionalizaci¨®n de la asistencia que acabe con la proliferaci¨®n de servicios sofisticados que han nacido m¨¢s por imperativos personales, auton¨®micos o pol¨ªticos (?por qu¨¦ han de desplazarse estos enfermos a Madrid o Barcelona? ?Vean nuestros votantes c¨®mo creamos el centro de fecundaci¨®n asistida, de hemodi¨¢lisis o de neurocirug¨ªa en nuestra capital!).Se olvida f¨¢cilmente que para lograr buenos resultados no s¨®lo se necesita equipamiento material y humano adecuado sino que, adem¨¢s, hay que. eliminar la excepcionalidad convirtiendo lo raro en cotidiano. A quien hace una operaci¨®n cinco veces al a?o no le suele salir tan bien como a quien la hace 50. Una regionalizaci¨®n de este tipo podr¨¢ tener un tufillo centralista en estos tiempos en los que las fuerzas centr¨ªfugas del estado auton¨®mico amenazan la racionalidad del gasto, pero nada ganamos negando la evidencia. Sigue correspondiendo al Ministerio de Sanidad la planificaci¨®n del mapa asistencial y de los consiguientes trasvases econ¨®micos a las CC AA. Es urgente que se reconozca que, como no puede hacerse todo en todas partes, hay que establecer una jerarqu¨ªa de centros y servicios con criterios racionales (hist¨®ricos, poblacionales, de excelencia t¨¦cnica) para dotar s¨®lo los necesarios para atender las enfermedades m¨¢s complejas, salt¨¢ndose el mapa auton¨®mico cuando haga falta.
2. Esto implica una jerarquizaci¨®n expl¨ªcita de los centros que los catalogue como de complejidad alta, media y m¨ªnima con una traducci¨®n presupuestaria proporcionada que colme los- d¨¦ficit acumulados y que tenga en cuenta las necesidades futuras. Hoy la red hospitalaria confunde a menudo estos niveles, se descapitaliza por atomizaci¨®n del presupuesto y gasta m¨¢s de lo debido por el desarrollo an¨¢rquico de la asistencia terciaria. Por ejemplo, llegar ¨¢ financiar el funcionamiento de 25 grupos de trasplante hep¨¢tico para que hagan cada uno 25 o 30 trasplantes al a?o es econ¨®micamente menos ventajoso que limitar su n¨²mero para que cada uno haga 100 o 200. Claro, que una organizaci¨®n como ¨¦sta s¨®lo es posible si se dispone de responsables t¨¦cnicos capaces de instrumentarla con conocimiento de causa.
3. Hay que reconocer el fracaso del sistema de gobierno vigente en los hospitales que ha logrado cierta racionalizaci¨®n econ¨®mica muy necesaria, pero que ha carecido de objetivos m¨¦dicos de altura. Hay que devolver el gobierno de los asuntos m¨¦dicos a los m¨¦dicos limitando la hipertrofiada potestad directiva que se ha dado a- los gestores y a la enfermer¨ªa. Ello implica revitalizar procedimientos de selecci¨®n de dichos responsables m¨¦dicos basados en la excelencia profesional, y erradicar la versi¨®n casera de los concursos llamada "de promoci¨®n interna" que s¨®lo posibilita, con un barniz de legalidad, sonrojante, la eliminaci¨®n de la igualdad de oportunidades y la m¨¢s cruda endogamia como si promocionar a los mejores no fuera la mejor inversi¨®n. Hay, por fin, que acabar con la incomprensible desconfianza de los gobernantes y los gerentes en los responsables m¨¦dicos hospitalarios que no ha cedido desde, el ajuste de cuentas seudorrevolucionario que se aplic¨® tras nuestra, por otra parte tan modosa, transici¨®n pol¨ªtica. Ya es hora de volver a reconocer que en este campo, donde los resultados se miden en vidas, en cifras, en publicaciones, en prestigio internacional m¨¢s que en t¨¦rminos econ¨®micos, los que mejor pueden orientar el futuro de los hospitales son quienes han dedicado su vida a ellos y quienes, en definitiva, est¨¢n m¨¢s interesados que nadie en que los centros funcionen, pues all¨ª seguir¨¢n ellos cuando el tiempo barra olas sucesivas de responsables sanitarios de una u, otra opci¨®n pol¨ªtica
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