Mayor Oreja, en el punto de mira del PNV
El partido de Arzalluz intenta el arrinconar al titular de Interior con una serie de golpes de variada gama
Fiel al estilo que le caracteriza siempre que se marca un objetivo claro, el PNV ha salido en tromba contra el ministro Jaime Mayor Oreja, decidido a arrinconarle con una serie de golpes sucesivos de la m¨¢s variada gama. Aunque las primeras andanadas se produjeron hace ya meses, es ahora, en las ¨²ltimas semanas, cuando el PNV ha descargado casi todas sus bater¨ªas. El elemento novedoso de esta ofensiva es que el nacionalismo vasco est¨¢ jugando a fondo en el terreno de la imagen internacional de Espa?a, all¨ª donde se ventila la colaboraci¨®n judicial y policial en la lucha contra ETA.La amenaza de la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Parlamento aut¨®nomo de llevar la pol¨ªtica penitenciaria del Gobierno ante el Tribunal de Estrasburgo, las declaraciones de Xabier Arzalluz al diario franc¨¦s Le Monde en las que el Ejecutivo central aparece retratado como un p¨¢lido reflejo de Le Pen, condescendiente con la tortura e ignorante de todo lo vasco, y el eco internacional del esc¨¢ndalo suscitado con las denuncias de torturas al presunto etarra Fernando Elejalde, hurgan directamente en uno de los puntos m¨¢s sensibles del Estado.Se equivocan, seguramente, quienes ven en el enfrentamiento del PNV con Mayor una clave personal por mucho que la decisi¨®n del ministro de reunirse recientemente con el grupo mediador Elkarri y no con la Comisi¨®n parlamentaria de Derechos Humanos haya sido interpretado como una afrenta. El PNV se ha vengado del desplante filtrando precisamente la noticia del encuentro con Elkarri y obligando al ministerio a convalidar formalmente a este grupo en el campo democr¨¢tico.
Pese a las apariencias, el partido de Arzalluz no busca en estos momentos noquear en sentido estricto al titular de Interior, quiz¨¢ porque no tiene garant¨ªa alguna de que el sustituto llegara a ser un interlocutor m¨¢s flexible y receptivo. Lo que pretende, m¨¢s bien, es que el ministro acabe arrojando la toalla, aceptando el papel en la codirecci¨®n de la pol¨ªtica antiterrorista y en la estrategia pacificadora que el PNV ha venido reclamando con mayor o menor fortuna en las ¨²ltimas legislaturas.
La diferencia respecto a. las ¨¦pocas en las que el Ministerio del Interior estuvo en las manos de Jos¨¦ Luis Corcuera, Antoni Asunci¨®n e incluso Juan Alberto Belloch, etapas. a?oradas ret¨®ricamente estos d¨ªas en el PNV, es que el aparato de ese partido est¨¢ ahora claramente alineado con la denominada tercera v¨ªa. Como todos aquellos partidos y colectivos que propugnan la distensi¨®n unilateral para la "creaci¨®n de espacios de di¨¢logo y consenso" con el mundo violento, tambi¨¦n el PNV cree que ¨¦ste es el momento propicio, o tan propicio o desfavorable como cualquier otro, para, que el Gobierno central negocie con ETA.
.El argumento soterrado que se esgrime para contrarrestar la realidad de los dos secuestros (Jos¨¦ Antonio Ortega Lara y Cosme Delclaux), los asesinatos de este a?o y la violencia callejera es que ETA est¨¢ realmente debilitada. Como en tantos otros casos, el partido de Arzalluz utiliza eficazmente la idea, tan extendida fuera de Euskadi, de que el conocimiento de la verdadera realidad vasca, de lo que discurre en los trasfondos sociales, de lo que aletea en el mundo y hasta en las estructuras de ETA, es fundamentalmente patrimonio suyo. La apuesta del principal partido nacionalista vasco est¨¢, sin embargo, lastrada con los errores objetivos de c¨¢lculo y los fracasos cosechados durante sus peri¨®dicas incursiones negociadoras en el entorno violento, tal y como admite el propio PNV. El desconcierto existente en sus filas sobre el diagn¨®stico y la alternativa a seguir no le impide participar de la prisa por llegar a la negociaci¨®n con ETA, ni difuminar las consecuencias pol¨ªticas de un nuevo paso en falso.
Es una prisa inducida sobre todo por Elkarri, una organizaci¨®n surgida del entorno de Herri Batasuna, que ha encontrado en el campo democr¨¢tico nacionalista un terreno mucho m¨¢s abonado para sus planteamientos que el de sus antiguos or¨ªgenes, sin duda, mucho m¨¢s dif¨ªcil de roer. Ante la "voluntad negociadora" que ETA expresa con sus atentados, el discurso de la tercera v¨ªa alienta permanentemente el posibilismo, magn¨ªfica voluntaristamente cualquier dato positivo, construye futuros escenarios de distensi¨®n, agita el se?uelo del reencuentro de los nacionalista en la autoderminaci¨®n o el "soberanismo" y presenta la cuesti¨®n como resultado del "doble conflicto": el que supuestamente enfrenta a Euskadi con el Estado y el existente entre los vascos.
Cuando la realidad se impone dram¨¢ticamente, el recurso argumental parte del fatalismo de que "s¨®lo cediendo de nuestra parte, se acabar¨¢ con esto" y se expresa en declaraciones como las de Joseba Egibar: "Cuanto m¨¢s mata ETA, m¨¢s necesaria es la negociaci¨®n". Lo ¨²ltimo de la tercera v¨ªa es que hay que eliminar la distinci¨®n entre dem¨®cratas y violentos y que todos aquellos que no suscriben sus planteamientos viven anclados en el inmovilismo.Al margen de los agravios a los que invoca el PNV, el enfrentamiento de ese partido con Jaime Mayor parece derivado de la posici¨®n misma a la que el PNV ha ido desliz¨¢ndose en los ¨²ltimos tiempos, de sus crecientes dificultades para remover desde ah¨ª la pol¨ªtica del Ministerio del Interior. M¨¢s all¨¢ del fundamento de su propuesta de acercamiento de los presos de ETA a Euskadi, de la sinceridad de sus dudas e interrogantes en el caso Elejalde, la actitud del PNV en este asunto parece igualmente animada por el prop¨®sito de devolver la vigencia a la tercera v¨ªa comprometida moment¨¢neamente por el ¨²ltimo atentado terrorista.
El tiro en la nuca al psic¨®logo de la c¨¢rcel de Martutene Javier G¨®mez El¨®segui, destacado sindicalista de ELA, ha puesto en crisis la alianza pol¨ªtica de este sindicato con LAB, vinculado a HB. Ha sido un disparo directo a ese espacio de distensi¨®n y di¨¢logo articulado por las dos fuerzas sindicales nacionalistas entre el aplauso y el elogio de los partidos y colectivos de la tercera v¨ªa.
La escena de la prisi¨®n de Alcal¨¢-Meco (Madrid) que present¨® al etarra Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, Txikierdi, recriminando a la comisi¨®n parlamentaria vasca y advirti¨¦ndole que vienen tiempos muy duros y, posteriormente, el atentado contra el sindicalista de ELA prisiones hizo aflorar el des¨¢nimo por m¨¢s que el comunicado de ese sindicato proclamara horas despu¨¦s la necesidad, "ahora m¨¢s que nunca", de continuar en la misma v¨ªa.
Es posible que los dirigentes nacionalistas hayan visto en el caso Elejalde la representaci¨®n de la teor¨ªa de "las dos violencias", la legitimaci¨®n moral de sus nuevas posiciones, la prueba de que la v¨ªa emprendida es la ¨²nica posible. Quiz¨¢ eso contribuya a explicar la extrema contundencia de las denuncias de Joseba Egibar en el caso Elejalde, el ataque simult¨¢neo ejercido sobre la figura del ministro del Interior. Pese a las matizaciones complementarias de otros dirigentes, destinadas, en alg¨²n caso, a guardar las espaldas del partido, conviene tener en cuenta que Egibar es el portavoz oficial del PNV y acostumbra a ejercer como tal.
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