Europa ante el reto de reconciliarse consigo misma
Al cumplirse 40 a?os de construcci¨®n comunitaria, la paz es el logro m¨¢s brillante de la Uni¨®n Europea. Incluso si hoy d¨ªa se plantea preguntas sobre su identidad, la Uni¨®n Europea constituye un formidable polo de atracci¨®n. ?C¨®mo explicar si no que los seis pa¨ªses fundadores hayan pasado a ser 15 y que los candidatos se agolpen en nuestra puerta? Cuarenta a?os de ¨¦xitos nos obligan a ir m¨¢s lejos y a hacerlo cada vez mejor. Los retos a los que hay que hacer frente para preparar la Uni¨®n del siglo XXI son considerables. La reforma del Tratado de Maastricht est¨¢ en marcha, la moneda ¨²nica est¨¢ a punto de introducirse, la Uni¨®n se prepara para la ampliaci¨®n hacia el Este y hacia el Sur y deber¨¢ definir un nuevo marco financiero para que la Europa ampliada resulte viable.?Tenemos la voluntad de hacer frente a esos retos? Las motivaciones que fundamentaron el modelo inspirado por Jean Monnet -garantizar una paz duradera entre Alemania y Francia- no bastan ya para movilizar a los ciudadanos europeos. La paz entre nuestros pueblos ya se ha logrado. Los ciudadanos aguardan soluciones para sus problemas de hoy: paro, inseguridad, incapacidad de Europa para desempe?ar una aut¨¦ntica funci¨®n en caso de conflicto y, lo m¨¢s grave, fragilizaci¨®n de nuestras democracias.
Tenemos que encontrar un nuevo equilibrio entre lo econ¨®mico y lo humano. Hay que diferenciar, por tanto, las bazas europeas que puedan motivar aut¨¦nticamente a los ciudadanos. Yo distingo por lo menos cinco.
Democracia. Los ciudadanos s¨®lo se entusiasmar¨¢n con una Europa democr¨¢tica. La conferencia intergubernamental deber¨¢ colmar un d¨¦ficit y llegar a un tratado m¨¢s transparente cuyo contenido quede m¨¢s pr¨®ximo al hombre de la calle. La democracia deber¨¢ estar tanto m¨¢s afianzada en nuestras instituciones cuanto que dentro de algunos a?os la Uni¨®n integrar¨¢ nuevos Estados miembros, la mayor¨ªa de los cuales han reconquistado la democracia tras varias d¨¦cadas de totalitarismo.
Empleo. Es la exigencia m¨¢s importante de los europeos. Crear empleo es, ante todo, tarea de los Estados miembros y de las empresas. La Uni¨®n tiene, no obstante, una funci¨®n que desempe?ar. Una acci¨®n convergente, coherente, coordinada y duradera de los Estados miembros en el marco de la Uni¨®n, tal como yo solicit¨¦ en el pacto de confianza para el empleo, tiene un efecto positivo que supera la suma de acciones inividuales de los Estados miembros. Ah¨ª radica el primer valor a?adido europeo que los ciudadanos piden que se refuerce.
Estas ¨²ltimas semanas se ha producido una fuerte demanda para reequilibrar la Uni¨®n Europea en el sentido de una Europa m¨¢s social. El anuncio del cierre de la f¨¢brica Renault en Vilvorde, B¨¦lgica, ha adquirido el valor de un s¨ªmbolo. La Comisi¨®n preconiza la consignaci¨®n de un cap¨ªtulo sobre el empleo y la integraci¨®n del protocolo social en el Tratado de la Uni¨®n. Pero la Europa social debe realizarse, ante todo, sobre el terreno. Los empresarios deben tambi¨¦n participar en el juego. A ellos les interesa evitar una fractura social que nuestras sociedades europeas no soportar¨ªan durante mucho tiempo.
Libertad de circulaci¨®n en un entorno seguro. El objetivo de la libre circulaci¨®n de personas figura en el tratado desde 1957. Se encuentra, no obstante, menos desarrollada que la libre circulaci¨®n de capitales, mercanc¨ªas y servicios. Tambi¨¦n aqu¨ª es necesario reequilibrar. Pero el fortalecimiento de dicha libertad s¨®lo se aceptar¨¢ si va acompa?ada de una mayor protecci¨®n contra el crimen organizado, las drogas, el tr¨¢fico de mujeres y ni?os y el terrorismo. Algunos Estados miembros han pasado por experiencias tr¨¢gicas. El tratado deber¨¢ modificarse para garantizar la creaci¨®n de un espacio de libertad, justicia y seguridad.
Salud y medio ambiente. Los temores suscitados por el asunto de las vacas locas y por los progresos fulgurantes de la biotecnolog¨ªa nos han ense?ado que los ciudadanos rechazan el productivismo a cualquier precio. Cuidado con perjudicar la naturaleza y los fundamentos de la propia vida. Hemos progresado en materia de pol¨ªtica medioambiental, pero la salvaguardia del medio ambiente exige una vigilancia permanente y una elevada ambici¨®n. Yo reclam¨¦ ante el Parlamento Europeo una Europa de la salud. Habr¨¢ que consignarla en el nuevo tratado.
Funci¨®n internacional de la Uni¨®n Europea. Europa, con sus principios de derecho y democracia y sus valores humanistas, debe constituir un punto de referencia en el nuevo orden internacional. Europa se esfuerza, en, todo el mundo, en desarrollar aut¨¦nticas estrategias econ¨®micas y pol¨ªticas para favorecer la cooperaci¨®n, la ayuda al desarrollo y la expansi¨®n del comercio mundial. Sin embargo, todo eso no confiere a la Uni¨®n un peso pol¨ªtico proporcional a su peso econ¨®mico. La Uni¨®n es incapaz de cristalizar sus fuerzas para intervenir de forma coherente en caso de conflicto, empezando por los conflictos que se desarrollan en sus propias puertas. Si queremos que el mundo nos tome en serio debemos tomamos en serio nosotros m¨ªsmos. La reforma del tratado nos da la oportunidad para ello.
Todo esto constituye el crisol de una Europa que responder¨¢ mejor a las preocupaciones de los europeos, lo cual no significa que Europa deba hacerlo todo. No quiero una Europa centralizadora. Conservemos nuestra diversidad, que es nuestra riqueza y nuestra fuerza. Actuemos en cada ocasi¨®n al nivel m¨¢s adecuado, ya sea europeo, nacional, regional o local. En realidad, cada uno debe convertirse en actor a su nivel. Los ciudadanos europeos manifiestan cada vez m¨¢s que quieren ser ellos mismos los actores del cambio. Es una buena noticia. Que digan claramente a las instituciones que les representan lo que esperan de ellas. Y que pidan cuentas a sus Gobiernos cuando ¨¦stos se nieguen a avanzar decididamente a nivel europeo. No hay alternativas a Europa. La Uni¨®n Europea ofrece un marco de valores a?adidos irreemplazable en relaci¨®n con las acciones de los Estados. Tenemos el mayor mercado interior del planeta, estamos preparando una moneda ¨²nica, efectuamos transferencias masivas de recursos de las regiones m¨¢s ricas hacia las m¨¢s pobres de la Uni¨®n. Son instrumentos poderosos para conseguir mayor bienestar y solidaridad y para hacer frente a la globalizaci¨®n de la econom¨ªa mundial.
Desde hace 40 a?os hemos respondido al reto de reconciliar enemigos hereditarios. Hoy, el reto hist¨®rico que se nos presenta a los europeos es la reconciliaci¨®n de todo nuestro continente consigo mismo tras varios siglos de guerras fratricidas casi ininterrumpidas. Haremos frente a ese reto con unos ciudadanos motivados e implicados. Europa no se impone. La consigna de gobierno de los d¨¦spotas ilustrados, "todo para el pueblo pero sin el pueblo", pertenece definitivamente al pasado. En los albores del siglo XXI debemos construir "la Europa para los europeos y con los europeos"
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