Parejas de hecho
Leyendo el editorial del d¨ªa 20 de marzo sobre la afortunadarnente abortada ley de parejas de hecho me han venido a la cabeza los viejos tiempos en los que la filosof¨ªa interesaba a alguien y se discut¨ªa acaloradamente la famosa falacia naturalista, es decir, la aberraci¨®n l¨®gica que supone deducir el deber ser del ser. Contra lo que la gente piensa, las normas no se ocupan de lo que la gente, de hecho, hace. La gente realiza muchas conductas, pero no todas se adecuan a las normas. Los principios del Estado de derecho extraen de la voluntad popular su legitimidad, pero no sus formas, ni sus contenidos, ni su justificaci¨®n.As¨ª, un principio como el de la no discriminaci¨®n por motivos de sexo no se justifica por la voluntad popular: no ser¨ªa acorde a derecho que hubiera leyes contra los homosexuales aunque las sociedades fueran, de hecho, homof¨®bicas. No tiene sentido, por tanto, el c¨¦lebre lugar com¨²n que reprocha a las leyes el quedarse rezagadas y no responder a la evoluci¨®n social; nunca hay que descartar la posibilidad de que las sociedades evolucionen, s¨ª, pero para mal. Aunque saliera adelante, esta curiosa ley, de hecho, no va a regularizar todas las situaciones de hecho. Seguir¨¢n discriminadas, por ejemplo, las parejas incestuosas, o las ad¨²lteras, o los tr¨ªos, o los tr¨ªos incestuosos, o los tr¨ªos homosexuales, etc¨¦tera. Pero lo aberrante del asunto es que se pretenda regularizar lo que esas parejas de hecho no han querido regularizar al no casarse, porque si nuestras parejas de hecho van a conseguir que con la ley no s¨®lo van a tener derechos (por ejemplo, recibir una pensi¨®n), sino tambi¨¦n deberes (por ejemplo, pagar una pensi¨®n), ?cu¨¢l es la diferencia entonces entre regularizarse y casarse? ?C¨®mo se puede legalizar un acuerdo que, por definici¨®n, se realiza al margen de la ley? ?C¨®mo son los divorcios de las parejas de hecho? ?Van y se borran? Si quieren derechos y deberes, y encima estar empapelados, pues que se casen.
Esta ley no deja de ser una manifestaci¨®n hip¨®crita con la que nuestro progresismo light no quiere afrontar el verdadero debate, el cual es la institucionalizaci¨®n del matrimonio homosexual. ?se ser¨ªa el gran avance, y no este engendro. Y es que, de hecho, somos muy progres, ma non troppo!. .
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