El n¨²mero uno

Es el n¨²mero uno. Indiscutiblemente. Es decir, que no hay que discutir, porque toda pol¨¦mica qued¨® zanjada -si es que quedaba alg¨²n disidente- ayer, en la Maestranza. Es la expresi¨®n m¨¢s pura del toreo.Tiene la tauromaquia plena en la cabeza, en el coraz¨®n, en las mu?ecas, en su ser entero. Vaya usted a saber, si no, d¨®nde tiene la tauromaquia un torero que ha cumplido 63 a?os y que es capaz de dibujar bell¨ªsimas p¨¢ginas de toreo.

Algo extraordinario, genial, sucedi¨® en Sevilla, que qued¨® conmocionada y se dej¨® llevar en volandas por el toreo nuevo y eterno. ?Y c¨®mo se cuenta eso sin caer en el t¨®pico? Pues con la verdad, y la ¨²nica verdad es que este artista inconmensurable -estampa de torero antiguo y las hechuras de un chaval- recibi¨® a su primero con tres ver¨®nicas y media lentas y hondas. Volvi¨® tras el primer puyazo y, en el centro del ruedo, dibuj¨® otras dos con media de categor¨ªa.

Pero el cuadro no hab¨ªa hecho m¨¢s que comenzar. Toma Curro la muleta e inicia su lecci¨®n magistral. Dos derechazos largos y un precioso cambio de mano. Ah¨ª queda eso. Tres tandas m¨¢s de toreo excelso, culminadas con un pase de pecho, una trincherilla y un pase por alto. Y el natural. El natural de Curro -dos fueron, no m¨¢s- es distinto por su inmensidad. Erguida la planta, quietas las zapatillas, Curro torea con la pintura y sus pases saben a gloria. La obra maestra qued¨® emborronada por la espada y recogi¨® una emocionada ovaci¨®n. Como hay que decir toda la verdad, quede constancia que el toro era noble y dulz¨®n.

Y continu¨® Curro: el primero de Ponce era bravo y codicioso, lo cual no evit¨® que Romero le hiciera un quite por ver¨®nicas extraordinario. Y sali¨® el cuarto, corret¨®n y con nervio; lo esper¨® en el tercio y tore¨® seis veces a la ver¨®nica, ganando terreno y cerrando la tanda en la boca de riego. Son¨® la m¨²sica y el ¨¦xtasis se apoder¨® de la Maestranza.

Lo bueno duraba ya demasiado. La vara del picador qued¨® enhebrada en el animal y as¨ª estuvo m¨¢s de 10 minutos. Se rompi¨® el encanto y todo termin¨® en unos pases por la cara.

Joselito y Ponce buscaron el ¨¦xito con empe?o. El primero sobresali¨® con el capote y en su primera faena; en especial dos bellas tandas de naturales. El quinto se conmocion¨® al derrotar en un burladero mientras el torero brindaba. Tuvo que recoger la montera y entrar a matar. Ponce dio la de cal y la de arena. Su primero lo desbord¨® por completo. Y se la jug¨® en el sexto, un toro bravo y ¨¢spero, con un tore¨® valent¨ªsimo y pasional en una labor emocionante por su entrega y ligaz¨®n. La primera oreja que corta en Sevilla fue un premio justo.