Libros en el pat¨ªbulo
Buena parte de las obras literarias devueltas a los almacenes acaba saldada o en las trituradoras
?Saldo o destrucci¨®n? Grandes editoriales, como Plaza & Jan¨¦s o Planeta, que lanzan casi un t¨ªtulo diario, recurren a ambas soluciones para los libros devueltos a sus almacenes desde las mesas de novedades. El mercado de Am¨¦rica Latina, las c¨¢rceles, los conventos o las ONG se cuentan tambi¨¦n entre los destinos finales de algunas novedades literarias que no encuentran comprador.
Editores y autores coinciden en que la producci¨®n anual -53.000 t¨ªtulos el pasado a?o- no puede ser absorbida. Espa?a es la quinta potencia del mundo en el terreno editorial y la tercera en la Uni¨®n Europea, tras Alemania y el Reino Unido. Hay, sin embargo, cierto desequilibrio entre el n¨²mero de t¨ªtulos publicados y tiradas proporcionalmente bajas, que oscilan entre los 2.000 y 5.000 ejemplares. Cada novedad pesa como una losa sobre la anterior.
Que un cr¨ªtico encuentre una novela en unas rebajas de una estaci¨®n de trenes, que le apasione, que decida presentarla a un premio internacional, el Europa, y que la novela gane el concurso valdr¨ªa como argumento de una pel¨ªcula. Fue la suerte que corri¨® Los mares del sur, una de las novelas de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. Salvo excepciones como este caso, los libros deber¨ªan terminar en las bibliotecas. "Es lo mismo que cuando tiran patatas o fresas. ?Por qu¨¦ arrojarlas al suelo cuando hay gente que pasa hambre? Los editores tendr¨ªan que encontrar un asilo activo", dice V¨¢zquez Montalb¨¢n.
Cambio de orientaci¨®n
M¨®nica Mart¨ªn, de la editorial Anagrama, corrobora la opini¨®n del escritor. Su empresa no acostumbra a saldar, pero a principios de los ochenta, cuando Jorge Herralde decidi¨® cambiar de orientaci¨®n la editorial para apostar m¨¢s por la narrativa, desaparecieron del mercado algunas colecciones, la mayor¨ªa de car¨¢cter pol¨ªtico. Entre los libros desaparecidos figuraban t¨ªtulos relativos a las revueltas del poder negro, una peque?a antolog¨ªa sobre Ulrike Meinhoff, otra sobre los tupamaros, ensayos sobre la miseria en el mundo industrial o tomos sobre Mao.Tras el cambio de orientaci¨®n, el propio Herralde dise?a las tiradas a la medida para evitar las devoluciones, primando el fondo de la colecci¨®n a base de cat¨¢logo.
En Plaza & Jan¨¦s practican otra pol¨ªtica. En el almac¨¦n de la editorial, situado en la localidad barcelonesa de Palleja, se guardan cerca de 3.000 t¨ªtulos, m¨¢s de cinco millones de libros depositados en 8.000 estanter¨ªas. En el stock hay de todo, desde la ¨²ltima novedad hasta el libro menos vendido. Cada ma?ana se verifica a trav¨¦s del ordenador el estado de los t¨ªtulos para asegurar un correcto aprovisionamiento de las obras que hay que reponer en las librer¨ªas. Las tiradas de esta editorial no bajan de 5.000 ejemplares.
Rafael Oriol, responsable de log¨ªstica de Plaza & Jan¨¦s, se muestra rotundo: "Si un libro no tiene movimiento, tal como viene se destruye". Su editorial tiene un contrato con Papeles Allende y ellos se encargan de triturar los ejemplares condenados a muerte. "Hoy d¨ªa casi hay que pagar para que se los lleven" dice Oriol. "Una vez destruidos no se pueden reciclar. Algunos se convierten en cart¨®n, o en productos de menor calidad". Del volumen total de devoluciones, un 50% se salda y el resto se destruye.
Por experiencia, Oriol sabe que si un libro sale un lunes al d¨ªa siguiente ya tienes una devoluci¨®n. "S¨®lo los que tienen un cierto ¨¦xito tardan un poco m¨¢s en iniciar el retorno a los almacenes". Trece semanas es el tiempo m¨ªnimo que un libro sin demasiado ¨¦xito se exhibe en una librer¨ªa y seis meses el plazo para devolverlo, pero aunque les lleguen con dos a?os de retraso los admiten.
Hay cantidades peque?as, de entre las devoluciones de Plaza & Jan¨¦s, que acaban en las bibliotecas de los pueblos, en los conventos o en las c¨¢rceles. "Se trata de ejemplares con alg¨²n defecto, pero en perfecto estado de lectura", aclara Oriol. La pol¨ªtica de Jacobo Fitz-James Stuart, editor de Siruela, cuya empresa lanza una media de 40 novedades anuales, va en esa misma direcci¨®n. Para las devoluciones, Siruela -V¨¢zquez Montalb¨¢n cree que los ejemplares de esta editorial "podr¨ªan comerse"- conjuga la pol¨ªtica de "env¨ªos especiales destinados a Am¨¦rica Latina, con descuento sobre el precio al que se venden en Espa?a, con las donaciones a la ONG Libros para el Mundo".
Ning¨²n editor reconoce p¨²blicamente que los libros se salden sin antes pedir el consentimiento del autor u ofrecerle la posibilidad de quedarse ¨¦I mismo con los ejemplares. Oleguer Sarsanedas, director editorial de Planeta, reconoce tambi¨¦n que es doloroso llegar a la destrucci¨®n total, pero su editorial mand¨® 30.000 ejemplares el pasado a?o a la trituradora desde el almac¨¦n donde guardan 10 millones de libros. Tampoco Planeta se ocupa personalmente de esa tarea, que lleva a cabo una empresa contratada espec¨ªficamente para ello.
La guillotina es la pen¨²ltima salida para Planeta. "Guardamos el m¨¢ximo respeto por el plazo legal, que es de dos a?os a partir de la fecha de publicaci¨®n, antes de recurrir al saldo", dice Sarsanedas. Primero se intenta el saldo serie oro, intentar venderlo a trav¨¦s de las filiales americanas a un precio un poco m¨¢s bajo que el del mercado -"el autor, en este caso, percibe los mismos royalties-". Luego llega a las grandes superficies en ofertas tres por dos.
Pero, como la mayor parte de las empresas del sector, Planeta, que tiene una producci¨®n media de 1,3 ejemplares diarios, trata de ajustar cada d¨ªa m¨¢s sus tiradas. La editorial m¨¢s poderosa del pa¨ªs tampoco escapa a la sensaci¨®n de fracaso que supone mandar los libros al pat¨ªbulo.
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