La diva y la muerte

Representada esta obra, trae alg¨²n recuerdo del cine que cuenta el teatro, de la caricatura de las grandes divas;y tambi¨¦n de ese otro g¨¦nero novelesco y cinematogr¨¢fico -donde el personaje primordial ha muerto ya y es su memoria la que se analiza, recuerda, clasifica-. Le¨ªda ten¨ªa un alcance .mayor: era un juego en tomo a la muerte, la desaparici¨®n, la continuidad. Probablemente la direcci¨®n de Manuel ?ngel Egea ha decidido llevarlo por ah¨ª: por la teatralidad que contiene, m¨¢s que por el pensamiento o la idea, por la exaltaci¨®n de esa teatralidad que llevan a cabo dos de las primeras actrices -Gemma Cuervo, Encarna Paso- que la representan: si el teatro es ya un abultamiento obligatorio -por las obligaciones de la proyecci¨®n de la voz de la ampulosidad del gesto para que sea visible: naci¨® as¨ª cuando la t¨¦cnica no le pod¨ªa apoyar y todav¨ªa le quedan esos resabios-, cuando las actrices representan actrices ellas mismas, y, su director recalcan esas, costumbres porque en el inconsciente de todos existe la noci¨®n de que el teatro ha de fingirse as¨ª. Se nota, -como un descanso- la naturalidad, la humanidad, de Mar¨ªa Asqu¨¦rin¨® en el personaje que ha de ser, asi -se parada del teatro- y en el que habla de lo que el autor quiere decir y, la que tiene la muerte dentro y habla de ella. Puedo estar equivocado yo: le¨ª la obra que fue Premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica, y es algo que cuando se trabaja en la cr¨ªtica no se debe hacer . porque imagina, el lector la obra a su manera y sobre todo de una forma ideal, imposible. Contrasta generalmiente con la realidad esc¨¦nica.Representada ya en catal¨¢n, convertida en pel¨ªcula -por Ventura Pons-, la versi¨®n en castellano de Jos¨¦ Mar¨ªa Pou comienza, ahora lo que puede, ser un largo viaje. Ha gustado en Madrid y gustar¨¢ donde se haga.