Cinco a?os de c¨¢rcel para la mujer que obligaba a su hija a dormir en un ata¨²d
Una hermana mayor tambi¨¦n denunci¨® malos tratos de su madre
Desde los tres a?os de edad, Maria K. pertenec¨ªa a una familia aparentemente perfecta que hab¨ªa adoptado siete hijos. Durante m¨¢s de 10 a?os fue obligada por su madre, Ernestine, a soportar los fr¨ªos inviernos vieneses encerrada en una caba?a en el jard¨ªn sin calefacci¨®n, a veces con las manos atadas y la boca tapada. Desde 1992 dorm¨ªa en una caja de madera en forma de ata¨²d, con cerraduras de metal y con 14 peque?os agujeros para respirar. La autora de tales torturas fue condenada ayer a cinco a?os de c¨¢rcel.
"Es escalofriante c¨®mo esta familia aceptaba la brutalidad como si fuera lo m¨¢s normal del mundo", dijo el juez durante el proceso que concluy¨® ayer en Viena.En esta familia era indiscutible la autoridad de la madre, Ernestine, maestra de religi¨®n jubilada de 65 a?os. Su marido, un alto funcionario retirado del Ministerio de Asuntos Sociales, as¨ª como una vieja amiga que conviv¨ªa con ellos, fueron condenados a 20 meses de prisi¨®n condicional acusados de presenciar los delitos sin la m¨¢s m¨ªnima oposici¨®n. "La cobard¨ªa como consecuencia de la dependencia es una caracter¨ªstica humana dif¨ªcil de combatir", dijo en su defensa el abogado Guenter Harrisch. Tampoco los dem¨¢s hijos adoptivos encontraban anormal el martirio de su hermanastra.
Maria asum¨ªa su destino con sentimientos de culpabilidad: "A veces mam¨¢ sal¨ªa, me dejaba d¨ªas o noches enteras encerrada con llave en el retrete, quiz¨¢s yo me hab¨ªa portado mal". Sus declaraciones, que fueron presentadas en v¨ªdeo a los miembros del jurado, revelan un car¨¢cter extremadamente sumiso.
En defensa propia, la pedagoga Ernestine mantuvo que Maria era su hija mimada, y que la caja de madera ten¨ªa una funci¨®n ortop¨¦dica para ayudarla a crecer "porque la pobrecita era peque?ita y jorobada". Opin¨® que la sentencia de cinco a?os de c¨¢rcel es absolutamente injusta. "Sacrifiqu¨¦ 40 a?os de mi vida por mis hijos, y ahora me condenan", dijo ayer.
Denuncia de una hermana
El caso de Maria K. se descubri¨® gracias a una denuncia an¨®nima de su hermanastra Sabine, de 26 a?os. "Yo toler¨¦ siempre de forma consciente el padecimiento de mi hermana menor, pero no quise llegar a ser c¨®mplice de un asesinato".Sabine tuvo el coraje de delatar a su madre adoptiva, a quien ahora considera "enferma ps¨ªquica" despu¨¦s de abandonar el hogar familiar para trabaja r como periodista en el extranjero, donde tuvo la oportunidad de leer el libro La hija indeseada, que hab¨ªa escrito de forma autobiogr¨¢fica Dorit K., la primera hija adoptiva. Esta mujer, que tiene 43 a?os, tambi¨¦n fue v¨ªctima de las agresiones de Ernestine K. hasta que se fue de casa a los 15 a?os.
Al ser interpelados como testigos, otros tres de los hijos adoptivos hablaron inesperadamente en defensa de su madrastra y retiraron las acusaciones que hicieron en un primer interrogatorio policial, alegando haber sido siempre una familia feliz. "Yo no quiero por nada del mundo perder a mi familia", dijo ante el juez Manuel K., de 18 a?os.
Maria K., de 23 a?os de edad, vive todav¨ªa en un hospital de rehabilitaci¨®n en Viena, sometida a tratamiento psiqui¨¢trico. Los m¨¦dicos constataron que la paciente estuvo al borde de la muerte. Seg¨²n el psiquiatra Max Fendrich, los malos tratos produjeron un grave retraso en el desarrollo f¨ªsico y mental de Maria, que sufre un complejo de inferioridad agudo y todav¨ªa no es capaz de valerse por s¨ª misma en la sociedad.
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