El Ku-Klux-Klan da la cara
La polic¨ªa de Pittsburgh defendi¨® el derecho constitucional de la vieja organizaci¨®n racista a expresarse
Los m¨¢s se ataviaban con sus tradicionales capirotes y t¨²nicas de color blanco, aunque algunos llevaban prendas paramilitares y cubr¨ªan sus rostros con m¨¢scaras y pasamonta?as. Unos y otros enarbolaban banderas estadounidenses y nazis y saludaban con el brazo derecho alzado. Eran apenas medio centenar de hombres, pero unos 400 polic¨ªas con cascos y material antidisturbios proteg¨ªan su derecho constitucional a reunirse y expresarse de las iras de unos 3.000 manifestantes antirracistas.Los manifestantes arrojaban sobre ellos insultos y pedradas, pero los disfrazados continuaban impert¨¦rritos sus letan¨ªas insultantes contra jud¨ªos, negros y homosexuales. "La soluci¨®n a todos los problemas de EE UU es una revoluci¨®n blanca", bramaba su principal orador, Jeff Barry, gran mago nacional e imperial del Klan.
Aunque la mayor¨ªa de sus militantes se cubriera el rostro, el Ku-Klux-Klan daba la cara como organizaci¨®n por primera vez en muchos a?os en una ciudad del norte de EE UU. En concreto, en Pittsburgh (Pensilvania), en la tarde estadounidense del pasado s¨¢bado (madrugada en Espa?a).
El Klan agitaba los odios raciales en una localidad que, como recordaba su alcalde, Tom Murphy, todav¨ªa sigue dividida por la conmoci¨®n provocada por la muerte, a finales de 1995, de un conductor negro a manos de un polic¨ªa blanco. "Nunca he sentido tanto asco como hoy; lo que estamos viendo en Pittsburgh es lo peor que puede producir nuestro pa¨ªs", declaraba Murphy. El alcalde se hab¨ªa visto obligado a autorizar la reuni¨®n en las escaleras del Ayuntamiento despu¨¦s de que un juez federal sentenciara que, en virtud de la primera enmienda a la Constituci¨®n sobre libertad de expresi¨®n, la organizaci¨®n racista ten¨ªa todo el derecho del mundo a hacerlo. El Klan aprovech¨® la ocasi¨®n para repartir propaganda con sus n¨²meros de tel¨¦fono, sus apartados de Correos y las direcciones de sus p¨¢ginas en Internet. Edward Foster, gran drag¨®n de los caballeros de Keystone, explic¨® que el oeste de Pensilvania es una de las zonas del pa¨ªs donde se registra un mayor crecimiento en la adhesi¨®n al Klan. "Si un sucio negro me asesina hoy", grit¨®, "otros 100 blancos ocupar¨¢n mi lugar".
Nacido en Tennessee en 1866, tras la derrota en la guerra civil de los Estados esclavistas del Sur, esta organizaci¨®n secreta ha sido reconstruida en dos ocasiones: durante la Primera Guerra Mundial y al t¨¦rmino de la Segunda Guerra Mundial. Hoy est¨¢ muy lejos de disponer de la fuerza que en los a?os veinte le daban sus 1,5 millones de miembros. Seg¨²n ha declarado a EL PAS un portavoz de la Liga Contra la Difamaci¨®n, una organizaci¨®n antirracista con base en Nueva York, se calcula que el n¨²mero de miembros activos del Klan en todo EE UU oscila entre los 4.000 y los 10.000.
"El declive del Klan", dice la misma fuente, "se explica por la cantidad de juicios a los que se han visto sometidos sus miembros a causa de sus continuas acciones criminales y terroristas, y tambi¨¦n por el auge de otras formas de organizaci¨®n ultraderechista, como las milicias paramilitares que crearon el ambiente que condujo al atentado de Oklahoma".
El Klan vive, sin embargo. Un folleto repartido hace poco tiempo en Luisiana por los caballeros de Bayou del Ku-Klux-Klan exhibe en la portada a un individuo con capucha, t¨²nica y capa que cabalga con una mano un brioso corcel y empu?a con la otra una antorcha. "Por Dios y por la patria, salvemos nuestra tierra, un¨¢monos al Klan", anuncia el panfleto.
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