?Qu¨¦ es la ciencia?
El conocimiento es una representaci¨®n (necesariamente finita) de un pedazo de la realidad (presuntamente infinita). La ciencia es conocimiento elaborado con el m¨¦todo cient¨ªfico. Y m¨¦todo cient¨ªfico es cualquier m¨¦todo que respete tres principios: el de objetividad, el de inteligibilidad y el dial¨¦ctico.Se es objetivo cuando, ante varias formas de observar un objeto, se opta por aquella que menos afecta a la observaci¨®n. Se es inteligible cuando la representaci¨®n es, en alg¨²n sentido, m¨¢s compacta que lo representado. Y se es dial¨¦ctico cuando el conocimiento se arriesga a ser derribado por la experiencia.
El conocimiento es cient¨ªfico cuando tiene voluntad de serlo, es decir, cuando logra la m¨¢xima objetividad, inteligibilidad y dial¨¦ctica... por exiguos que sean tales m¨¢ximos. Seg¨²n esto, tan cient¨ªfico puede ser un mec¨¢nico de carambolas de billar como un mec¨¢nico cu¨¢ntico. Seg¨²n esto, un psic¨®logo no tiene por qu¨¦ ser menos cient¨ªfico que un f¨ªsico... (otra cosa es que se renuncie expl¨ªcitamente).
De la misma manera, nada hay en contra de que la pol¨ªtica, una forma de conocimiento dedicada a organizar la convivencia, se construya con m¨¦todo cient¨ªfico... (otra cosa es que se haya intentado muy poco).
La aplicaci¨®n del m¨¦todo es la parte m¨¢s previsible y, por tanto, m¨¢s planificable del oficio. Se pueden programar consultas a la naturaleza (experimentos) para descubrir paradojas turbadoras, para medir c¨®mo la realidad se digna a encajar en una inteligibilidad o para ensayar diferentes v¨ªas de objetividad. Ceder en el m¨¦todo, en honor de cualquier otro beneficio m¨¢s o menos confesable, es un indicio de flojera cient¨ªfica.
Pero resulta que el m¨¦todo se aplica siempre a una idea. Y no hay un m¨¦todo para cazar ideas. O, lo que es lo mismo, todo vale con las ideas: la analog¨ªa, el plagio, la inspiraci¨®n, el secuestro, el contraste, la contradicci¨®n, la especulaci¨®n, el sue?o, el absurdo... Un plan para la adquisici¨®n de ideas s¨®lo es bueno si nos tienta continuamente a abandonarlo, si nos invita a desviarnos de ¨¦l, a olfatear a derecha e izquierda, a alejarnos, a girar en redondo, a divagar, a divagar, a dejarnos llevar por la contingencia... El c¨¦lebre rigor cient¨ªfico no se refiere a la obtenci¨®n de ideas, sino al tratamiento de ¨¦stas. Aferrarse con rigor a un plan de b¨²squeda de ideas es una anestesia para la intuici¨®n.
(La carretera cruza el paisaje de horizonte a horizonte. En el centro del infinito un hombre mira c¨®mo se acerca un autom¨®vil. El conductor, deslumbrado por el sol de Poniente, se pregunta por la estampa que se acerca sin moverse. Cuando por fin coinciden, la figura hace un leve gesto hacia el oeste. El viajero se conmueve, pero contin¨²a su camino y susurra dos o tres veces "yo nunca me detengo para recoger desconocidos". La figura, ahora n¨ªtida en el espejo retrovisor, se encoge r¨¢pidamente hasta esfumarse entre las piedras del desierto del Antiatlas. Y entonces el conductor gira en redondo y se lanza a toda velocidad en sentido contrario. La silueta resurge entonces de la nada y se dilata con su larga sombra. Ya se distingue la capucha puntiaguda bajo la que alguien intenta mirar a contraluz. De repente, la figura cruza la carretera con cuatro pasos muy decididos y, justo cuando el autom¨®vil llega a su altura, lo vuelve a hacer. Vuelve a hacer el mismo gesto breve, ?pero ahora hacia el este! El viajero detiene el coche y tarda una cent¨¦sima de segundo en comprender).
Jorge Wagensberg es director del Museo de la Ciencia de la Fundaci¨® La Caixa (Barcelona).
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