Quice a?os de agon¨ªa
Un mexicano condenado a muerte en EE UU regresa a casa tras comprobarse su inocencia
"?Saben? Estados Unidos no es tierra para nosotros los mexicanos". Ricardo Aldape ha llegado a esta conclusi¨®n muy a su pesar. Su experiencia en territorio norteamericano se puede resumir en pocas palabras: cuatro meses tratando de buscarse la vida en la ciudad de Houston (Tejas) y 15 a?os encerrado en un pabell¨®n de condenados a muerte, sentenciado por el asesinato de un polic¨ªa que nunca pudo ser demostrado.Con semejante bagaje a sus espaldas, este emigrante de 35 a?os regres¨® el mi¨¦rcoles a M¨¦xico. Hace apenas dos d¨ªas, la justicia estadounidense decidi¨® dejarle libre despu¨¦s de que la revisi¨®n de su caso destapara las numerosas irregularidades que rodearon su procesamiento. La historia de Ricardo comenz¨® como tantas otras en este pa¨ªs, donde cada d¨ªa miles de personas emprenden un incierto viaje rumbo al Norte en busca de una "chamba" (trabajo) para salir adelante. Un d¨ªa de marzo de 1982 agarr¨® sus trastos y sin avisar a su familia sali¨® de su ciudad natal, Monterrey, el gran centro industrial del norte de M¨¦xico.
Sin papeles, como un mojado m¨¢s, cruz¨® el r¨ªo Bravo y lleg¨® hasta la capital tejana. El destino se le torci¨® cuatro meses m¨¢s tarde. Andaba entonces Aldape con un amigo, Roberto Carrasco, y ambos se vieron envueltos en un tiroteo que dej¨® dos muertos: un polic¨ªa y un automovilista. Seg¨²n los primeros testimonios, fue Carrasco quien efectu¨® los disparos. Luego huy¨®, pero no lleg¨® muy lejos: cay¨® acribillado por las balas de tres agentes. Aldape fue detenido. Y ah¨ª empez¨® la agon¨ªa.
Pese a que no ten¨ªa restos de p¨®lvora en sus manos, el fiscal del Estado le acus¨® del asesinato del agente. En octubre de 1983, el juez dict¨® sentencia: ser¨ªa ejecutado con una inyecci¨®n letal en mayo del a?o siguiente. "En el ¨²ltimo minuto, cuando me est¨¦n poniendo la inyecci¨®n, les voy a gritar que soy inocente", dec¨ªa entonces Ricardo. Comenz¨® entonces una carrera contra el tiempo. Los sucesivos recursos legales y las presiones de los grupos de derechos humanos y del propio Gobierno mexicano lograron posponer la ejecuci¨®n dos veces.
En septiembre de 1992, la Corte de Apelaciones decide posponer indefinidamente la sentencia y Ricardo abandona el pabell¨®n de la muerte rumbo a otra prisi¨®n. Entre medias, 10 minutos para abrazar a su madre. Un abogado, Scott Atlas, asume la defensa de Ricardo gratuitamente y comienza la lucha por la revisi¨®n del juicio. Los resultados han sido demoledores: el juez tuvo que invalidar seis testimonios que respaldaron la condena de Ricardo tras descubrirse todo un rosario de irregularidades, sobre todo presiones y amenazas a testigos. Una frase cruda fue escuchada en boca de varios de ellos: "Despu¨¦s de todo, era un mojado". El fiscal renunci¨® a proseguir el juicio. Ricardo qued¨® en libertad.
El mi¨¦rcoles, Quique, como le llama su familia, lleg¨® a su tierra y sus vecinos le recibieron como a un h¨¦roe. "Estoy confundido. La ley est¨¢ confundida tambi¨¦n", dec¨ªa. Los periodistas le asediaban con las cl¨¢sicas preguntas absurdas: "?Vas a regresar a Estados Unidos?". "Es una pregunta un poco necia, pero voy a contestar: no". Con esa ingenuidad que caracteriza a algunos gringos, el reportero de una televisi¨®n estadounidense le pidi¨® que contestara en ingl¨¦s. "Nunca m¨¢s hablar¨¦ ingl¨¦s", repuso Ricardo.
Su madre, Francisca, no paraba de tocarle. Durante tres lustros, s¨®lo pudo verle a trav¨¦s de un grueso cristal. "Qu¨¦ lindo te ves, hijo", le repet¨ªa. Atr¨¢s quedaban horas de angustia, de rezos y de manifestaciones en Houston portando la imagen de la Virgen de Guadalupe. Los hechos pueden contarse en pocas l¨ªneas. Pero es posible que Quique no encuentre palabras para describir la sensaci¨®n de vivir cada d¨ªa de los ¨²ltimos 15 a?os como si fuera el ¨²ltimo. Casi la mitad de su existencia.
De los 3.000 reos encerrados en los pabellones de la muerte de Estados Unidos, 34 son mexicanos. Ayer mismo, uno de ellos, Ram¨®n Mart¨ªnez Villarreal, compa?ero de c¨¢rcel de Ricardo, iba a ser ejecutado. Y a ¨²ltima hora se pospuso la ejecuci¨®n para que el tribunal determinara si est¨¢ mentalmente preparado para enfrentarse a su propia muerte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.