?Cambio en la Gran Breta?a?
Las elecciones convocadas en la Gran Breta?a para el 1 de mayo son calificadas por los comentaristas como las m¨¢s importantes de las celebradas en los ¨²ltimos 18 a?os. El alcance de las mismas deriva de la acumulaci¨®n de problemas pendientes, resistencia de ciertas malformaciones; de la persistencia hasta ahora en la elusi¨®n de su tratamiento. La cuesti¨®n central en la vida p¨²blica brit¨¢nica es: ?los comicios posibilitar¨¢n abordar en profundidad reformas o servir¨¢n para mantener los actuales equilibrios? Antes de abordar, en brev¨ªsima enumeraci¨®n, los factores que convocan a ciertas reformas deteng¨¢monos un momento en c¨®mo se presenta la elecci¨®n.En primer lugar, el periodo electoral es el m¨¢s largo de los decretados en la pr¨¢ctica de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas; unas seis semanas de campa?a oficial, porque, de hecho, Gobierno y oposici¨®n est¨¢n en campa?a desde hace dos a?os: esquivando el primero decisiones que pudieran tener coste electoral, limit¨¢ndose la segunda a explotar errores. Al fijar Major, de acuerdo con la competencia de un primer ministro que disuelve la C¨¢mara, periodo tan dilatado cuenta con el reflejo hacia lo conservador que los t¨¦cnicos consideran se produce casi siempre.
Sigue que, si bien todos coinciden en que la elecci¨®n es decisiva, incluso puede ser hist¨®rica -con la profundidad de las que siguieron a la I Guerra Mundial en los a?os veinte, de la de 1945 que inaugur¨® el Estado de bienestar y la de 1979 que prepar¨® la revoluci¨®n conservadora thatcheriana-, el electorado acude a ella sin entusiasmo; lo que no quiere decir que sin inter¨¦s o con un probable bajo ¨ªndice de participaci¨®n; con inter¨¦s, pero sin entusiasmo. Jugando unos y otros sobre las inercias: los laboristas, del declive en prestigio y confianza de los tories; ¨¦stos, alentando las profund¨ªsimas inercias sociales.
Sin entusiasmo, porque en el pa¨ªs -como en todo el mundo capitalista desarrollado- se ha deslegitimado notablemente la pol¨ªtica y se espera de ¨¦sta menos soluciones profundas que antes.
Se puede uno preguntar si cabe reforma que merezca este nombre sin entusiasmo popular que ayude a los gobernantes a superar las inercias. Reforma sin entusiasmo popular tambi¨¦n fue, precisamente, el supuesto de la Ilustraci¨®n. Pero en aquel movimiento hist¨®rico, ¨¦sa fue la causa de la limitaci¨®n de su capacidad innovadora.
La ¨²ltima nota del ambiente de estos comicios es la conjunci¨®n de temores. O mejor, la coincidencia de la utilizaci¨®n de los temores. Es claro que la propagaci¨®n del temor a los cambios es la t¨¢ctica esencial de Major. Ya lo fue, con excelente y sorprendente resultado, en 1992. Blair, por su parte, est¨¢ dominado por el temor de ser identificado con cambios radicales que producen temor. De ah¨ª que, deseado para traer cambios racionales -e imprescindibles-, puede ser temido por provocarlos. Esta t¨¢ctica de Blair es razonable si se tienen en cuenta los antecedentes; pero limita la importancia de su movimiento y banaliza su figura. Desea llegar a una situaci¨®n que convoque a un bloque social para las reformas, mec¨¢nicamente y no prometiendo mas que lo que sea absolutamente necesario.
Pese a este clima que trivializar¨ªa la elecci¨®n, ¨¦sta es muy importante, porque se conjugan factores profundos.
1. La alternancia -que es algo m¨¢s que la rotaci¨®n en el poder, incluyendo la existencia de plataformas suficientemente expl¨ªcitas y claras- es esencial al funcionamiento de la democracia. Hoy, en la Gran Breta?a, es imprescindible. El partido conservador, en su versi¨®n actual, est¨¢ agotado. Desde u a visi¨®n de derechas, su funci¨®n pudo consistir en equilibrar, reducir, si no aniquilar, el poder creciente de los sindicatos y minimizar al sector p¨²blico. Carece hoy de funci¨®n clara que no sea mantener lo que impera e impedir decisiones claras -por ejemplo, respecto a Europa-. En su seno, aparte de las divisiones profund¨ªsimas, que se manifiestan en euroesc¨¦pticos y flexibles o t¨¢cticos, que encuentran su origen en la composici¨®n de su direcci¨®n, no son infrecuentes los casos de corrupci¨®n y es usual la pr¨¢ctica de la doble moral.
Prisionero del car¨¢cter minoritario de su mayor¨ªa y, por tanto, de su dependencia de los unionistas, es incapaz de aprovechar iniciativas constructivas de Irlanda. Su visi¨®n exterior es anacr¨®nica; la base social nacida del capitalismo social de Thatcher es ambivalente pol¨ªticamente. Han perdido, por otra parte, los tories su extraordinario olfato para percibir c¨®mo aprovechar la tendencia inercial existente entre la sociedad, o para encauzarla hacia cambios controlados, como en la ¨¦poca de Butler y MacMillan, o en la clarificaci¨®n derechista de Thatcher.
En cuanto al Labour, si no gana esta elecci¨®n, se convertir¨¢ en algo poco cre¨ªble; un partido, en un bipartidismo esencial, que no tiene posibilidades de gobernar. De no ganar, probablemente entrar¨¢ en una fase de agudos enfrentamientos internos. Hoy mantiene una unidad f¨¦rrea y una admirable disciplina; pero estas virtudes no son las tradicionales de los laboristas.
En esta perspectiva del sistema de partidos pol¨ªticos, un triunfo conservador, poco probable, pero que no se puede descartar si se produce una reacci¨®n con efectos en los distritos donde todo se decide por peque?a mayor¨ªa -marginales-, aplazar¨ªa por mucho tiempo las reformas; un triunfo laborista abrir¨ªa el horizonte, pero esto depende del margen que pudiera obtener. En estas primeras semanas, ambos partidos, as¨ª como los liberales, se concentran en el voto de las circunscripciones marginales.
2. El mismo sistema pol¨ªtico y constitucional necesita novaci¨®n en puntos esenciales. La devoluci¨®n del poder a los miembros componentes del Reino Unido -tema principal de debate pol¨ªtico ya desde los a?os setenta- es hoy una ret¨®rica carente de profundidad. La Gran Breta?a es de hecho un Estado muy centralizado. Lo que cuenta es el Parlamento de Westminster y un Gobierno con mayor poder que el de la mayor¨ªa de los continentales. Como he dicho, por otra parte, la dependencia de los conservadores de los votos de los unionistas en el Parlamento esteriliza toda iniciativa medianamente audaz para resolver la cuesti¨®n irlandesa. La capacidad y autonom¨ªa de los ayuntamientos -el r¨¦gimen municipal que deslumbraba a nuestros municipalistas, a Azc¨¢rate y Posada, entre otros- se ha recortado desde Thatcher, que los ha empobreci
do y fragmentado. Sin embargo, junto a este centralismo existen y se desarrollan diferencias culturales nacionales, de ah¨ª la tensi¨®n y la insatisfacci¨®n; malestar, es cierto, que hasta ahora no recibe clara manifestaci¨®n electoral.Subsisten demasiados anacronismos: en la funci¨®n y estructura de los Lores, en ciertos aspectos de la justicia; en el oscurantismo e imprecisi¨®n de los poderes de la corona -Bagehot, que, seg¨²n The Economist, del que fue editor, era s¨®lo moderadamente mon¨¢rquico y la analiz¨® en su funci¨®n de limitaci¨®n de la tendencia impl¨ªcita en la sociedad de masas conforme a una concepci¨®n que viene de Burke-; carencias como una declaraci¨®n de derechos; anacronismo de nuevo en las cl¨¢usulas que impiden el reinado de cat¨®licos y que subordinan en el orden sucesorio a las hembras; en la pervivencia constitucional de una Iglesia establecida en un pa¨ªs multirreligioso con una fuerte presencia de agn¨®sticos. Ambig¨¹edades que derivan de la no distinci¨®n clara entre norma constitucional y lo que no lo es. Anacronismos e inadecuaciones con el tiempo y con el car¨¢cter moderno, innovador y muy creador de la sociedad brit¨¢nica. Reformas que no se disparar¨¢n de inmediato, pero que no es conveniente aplazar indefinidamente. No ser¨ªa dif¨ªcil constituir un consenso para abordar estas ref¨®rmas constitucionales, algunas ya planteadas hace muchos a?os.
3. La Gran Breta?a dista mucho de ser una sociedad dual socialmente, pero en ella aparecen desigualdades excesivas de tipo regional. Las diferencias entre el sur que se desarrolla mucho, los Midlands y el norte se acrecientan. A las Dos Naciones (las de las clases), frente a las que advirti¨® Disraeli, se une una realidad geogr¨¢fico-social poco integrada.
Los datos macroecon¨®micos brit¨¢nicos mejoran en los dos ¨²ltimos a?os y, comparativamente, el pa¨ªs va mejor que otros dentro de la Uni¨®n Europea. Pero una pol¨ªtica radical neoliberal ha producido un cierto grado de desintegraci¨®n social. Y algunos sectores sociales, una situaci¨®n de marginaci¨®n. La tendencia general de los pa¨ªses que han atravesado por un largo periodo de neoliberalismo econ¨®mico es la configuraci¨®n de lo que se denomina la sociedad de los tres tercios. Una tercera parte de la poblaci¨®n se enriquece y tiene posibilidades de empleo y de promoci¨®n social; un tercio se engancha al sector ascendente. Pero una tercera parte se empobrece comparativa y absolutamente; carece de expectativas de salir de su situaci¨®n, de acortar distancias, y de romper la marginaci¨®n. Este no es exactamente el caso de la Gran Breta?a, pero son perceptibles el deterioro de los servicios p¨²blicos -sobre todo sanidad y educaci¨®n-; el retraso en la mejora de las infraestructuras, la pobreza creciente de las universidades, el deterioro de zonas urbanas, imponen otras pol¨ªticas y un impulso renovador en el que pueda participar toda la poblaci¨®n. Un nuevo periodo abre, en principio, esta posibilidad.
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