Elemental
Esta semana yo quer¨ªa escribir una columna airosa y optimista, un texto lleno de buen humor y chirigota, influida por la radiante primavera, por la sangre que corre deprisa en nuestras venas y por la vida hermosa. Pero hace unos d¨ªas vi esas fotos de los soldados belgas del Batall¨®n de la Esperanza (qu¨¦ macabra iron¨ªa) torturando ni?os somal¨ªes, asando a un chaval¨ªn sobre una hoguera como si se tratara de un churrasco y obligando a un peque?o de quiz¨¢ nueve a?os a beber agua con sal y comerse sus v¨®mitos. Y qu¨¦ diminutos parecen esos ni?os al lado de los robustos militares, diminutos y con los bracitos esmirriados y los huesines de cristal; tanto horror se te mete dentro y te persigue y desde luego te impide escribir sobre la primavera; ustedes me perdonar¨¢n esta columna gimiente.?Por qu¨¦ lo hacen? Me pregunto qu¨¦ cualidad de las v¨ªctimas excitar¨¢ m¨¢s el sadismo de esas bestias: ?que son negros, que son pobres, que son ni?os? La indefensi¨®n total, eso es lo que m¨¢s calienta a los feroces. Por cierto, que con esto B¨¦lgica vuelve a colocarse en los primeros puestos de la infamia mundial. Pero no nos enga?emos: no es un problema de ellos. Acu¨¦rdense de aquellas fotos de los soldados canadienses torturando hasta la muerte a un adolescente; o de los italianos acost¨¢ndose con ni?as mozambique?as. ?Qu¨¦ atrocidades estamos perpetrando cada d¨ªa los pa¨ªses ricos en los pa¨ªses pobres? Habr¨¢ que asumirlo: somos los matones del barrio, perversos y b¨¢rbaros. Siempre fue as¨ª, supongo: los m¨¢s fuertes abusan siempre de los d¨¦biles. Pero ahora, por primera vez en la historia, podemos verlo. Ah¨ª est¨¢n las im¨¢genes, y el conocimiento inexcusable. Exijamos un castigo ejemplar para esos belgas. Sus crueldades tambi¨¦n son responsabilidad nuestra: por europeos, por ricos y por simple y elemental decencia.
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