Delitos
Hasta la semana pasada siempre fue m¨¢s barato contaminar que ser m¨ªnimamente respetuoso con las leyes ambientales. Degradar el derredor, invadir los dominios p¨²blicos o atentar de infinitas maneras contra las normas que pretenden una mejor calidad de vida para el conjunto de los ciudadanos sol¨ªa resolverse epis¨®dicamente con el desembolso de rid¨ªculas sanciones econ¨®micas. Mucho m¨¢s llevaderas, por cierto, que aplicar las t¨¦cnicas correctoras o cualquiera de las afortunadamente cuantiosas formas ya disponibles para usar recursos b¨¢sicos sin deteriorarlos.Amparados por la il¨®gica aplastante de que ser limpios encarece la producci¨®n y disminuye la competitividad casi todos postergaron unos m¨ªnimos de sensatez. Que hubiera sido mejor alcanzar por v¨ªa de la raz¨®n pr¨¢ctica, tan querida por los empresarios, que por la del escarmiento. Hay que lamentar que la lecci¨®n tenga que ser aprendida con sanci¨®n, pero est¨¢ cost¨¢ndonos demasiado admitir que el ambiente es un patrimonio com¨²n insustituible y tanto m¨¢s ¨²til cuanto m¨¢s sano.
Nadie desea a nadie en la c¨¢rcel si no ha cometido una falta grave. Como tampoco en ella deben estar, adem¨¢s sin juicio previo alguno, tantos procesos naturales, especies y espacios. Y no exagero. Hasta que no consideremos tambi¨¦n como atentado a nosotros mismos la destrucci¨®n de la transparencia y de la limpidez dif¨ªcilmente entenderemos qu¨¦ es la naturaleza y la vida. Tampoco resulta desmedido recordar que diariamente se cometen decenas de miles de delitos ecol¨®gicos, millones por tanto al a?o. Pocos llegan a ser denunciados y ¨²nicamente centenares llegan a la condici¨®n de sentencias condenatorias. Como el lamento nada cosecha, de lo que se trata es de pensar hasta un poco m¨¢s all¨¢.
La contaminaci¨®n, especialmente de las aguas y los aires, supone la mengua de un uso doblemente rentable. Y no s¨®lo para el conjunto de la sociedad. Primero y mucho m¨¢s para esos empresarios que deterioran los principios b¨¢sicos de la vida. Ante todo porque en casi todos los casos pagan lo mismo por un recurso, que ellos dejan cautivo, enfermo y hasta muerto, que los ciudadanos limpios. Luego, con dinero de todos, se intenta arreglar el desaguisado. Pero es que adem¨¢s eso mismo que han despreciado, ensuci¨¢ndolo o incluso destruy¨¦ndolo, es casi siempre la base de su negocio. ?Qui¨¦n produce sin agua o sin aire, sin suelo o sin luz solar? Materias primas por las que apenas pagan una m¨ªnima parte de su valor. Los servicios que casi gratuitamente prestan los elementos y procesos naturales a todas las actividades econ¨®micas siguen sin ser contemplados como la principal fuente de la riqueza convencional y del desarrollo de los pueblos. Si las leyes, que actualmente intentan que decrezcan los atentados contra la calidad de vida, exigen una pena de privaci¨®n de libertad no estamos mas que asom¨¢ndonos, y muy t¨ªmidamente, a la verdadera dimensi¨®n del generalizado deterioro que nos afecta.
Por tanto, no cabe m¨¢s que sentir un enorme alivio y mucha mayor esperanza por el hecho de que por fin alguien vaya a la c¨¢rcel m¨¢s por ignorante y desagradecido que por delincuente convencional. Los que, ante la novedad que nos incorpora a la seriedad y a un primer conato de justicia en este campo, piden el indulto para el condenado, no hacen m¨¢s que demostrar una opacidad reaccionaria, semejante a la que las aguas del Ter contrajeron por las actividades del empresario ahora en prisi¨®n. Asistimos por tanto a un primer caso de aplicaci¨®n sensata y rigurosa del nuevo C¨®digo Penal en materia de protecci¨®n a la naturaleza. Que no alcanzar¨¢ el deseable rigor hasta que las condenas no incluyan adem¨¢s la reparaci¨®n completa de los da?os y secuelas que la actividad delictiva haya ocasionado en el derredor. Si as¨ª se hiciera al menos quedar¨ªa radicalmente eliminada la posibilidad de que a todav¨ªa demasiados les resulte rentable destruir aqu¨ª y all¨¢ los fluidos de la vida.
En cualquier caso, la noticia puede ser considerada como una de las mejores formas de celebrar el D¨ªa de la Tierra. Si los jueces siguen por ese camino tal vez deje de enfermar este ¨²nico mundo al que pertenecemos.
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