La maldici¨®n contin¨²a
El Barcelona no puede con la Liga Europea. Despu¨¦s de los sucesivos intentos saldados de id¨¦ntica forma, y sobre todo, viendo los devastadores efectos en su juego que produce la mezcla de ansiedad, miedo y deseo incontrolado de conseguir por fin el m¨¢ximo trofeo continental, la conclusi¨®n no puede ser otra.Balones perdidos. El Bar?a no tuvo ni juego exterior ni tampoco potencia debajo del aro, pero donde demostr¨® en toda su magnitud su estado psicol¨®gico fue en los innumerable batones entregados gratuitamente. La defensa griega fue ejemplar, pero no para tanto.
El duelo. Nunca se puede simplificar un choque con un enfrentamiento directo, pero la diferencia entre Djordjevic y Rivers fue tan evidente que no se puede pasar por alto. El serbio jug¨® su peor partido en mucho tiempo. Fall¨®n, sin ninguna influencia en el juego de su equipo e incapaz de ejercer ni siquiera m¨ªnimamente su capacidad anotadora y de liderazgo. En las ant¨ªpodas, Rivers se convirti¨® en el amo del cotarro. Hizo lo que quiso, cuando quiso, y como quiso. Anot¨®, dirigi¨® y todo lo que ocurri¨® en la cancha fue lo que permiti¨® el norteamericano.
La pregunta. ?Cu¨¢ndo podr¨¢ ganar el Barcelona un Liga Europea? S¨®lo hay una respuesta: el d¨ªa que pueda disputar una final borrando de su memoria el pasado.
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