El arte de autolapidarse
Aquel sexagenario detenido por la polic¨ªa dictatorial debi¨® de pasar muy malos momentos. Sab¨ªa que los propios inspectores que le rodeaban estaban preocupados por un atentado contra ¨¦l. Pero hubo un momento en que esas perspectivas de aparente normalidad parecieron borrarse. Trasladado a una comisar¨ªa, con el ¨²nico prop¨®sito de humillarle, se le. desnud¨® como para comprobar que no llevara armas. Por fortuna pronto cambiaron las cosas y acab¨® siendo liberado. Cuando ha pasado el tiempo, ya retirado, ha escrito sus memorias y se ha limitado a pasar como sobre ascuas sobre el incidente.Esa an¨¦cdota permite valorar la figura de Santiago Carrillo, una de las decisivas en nuestra transici¨®n a la democracia. No todo el mundo despu¨¦s de ese incidente es capaz de colaborar en el consenso y quien lo hace merece que se le atribuya grandeza de esp¨ªritu. La fama de Carrillo es mala entre los ex militantes comunistas, pero en ese momento supo capitanear a su partido en una direcci¨®n, que prest¨® un inestimable servicio a los espa?oles. Fue una pol¨ªtica global que no se entiende desligando su voluntad de elaborar una Constituci¨®n de la actitud de compromiso en medidas econ¨®micas y sociales. No la llev¨® a cabo ¨¦l solo. Quienes colaboraron con ¨¦l, dirigentes y militantes, merecer¨¢n siempre nuestro agradecimiento.
El esmero, dedicaci¨®n y aut¨¦ntico virtuosismo que Julio Anguita lleva empleando en asombrar a los analistas pol¨ªticos le ha llevado sin duda a una cr¨ªtica retrospectiva a lo que su partido hizo. El gasto que con ello ha hecho es m¨ªnimo. La denuncia sirve para crucificar a quienes ya no est¨¢n y para cubrir con una nube de humo de supuesta p¨®lvora revolucionaria una indigencia estrat¨¦gica de la que no se percibe la salida.
Las referencias recientes del l¨ªder comunista a la Constituci¨®n o al Rey bordean lo indescifrable. Cree ver en la situaci¨®n pol¨ªtica actual una ofensiva contra el texto de la ley fundamental cuyo articulado ser¨ªa objeto de maltrato diario no ya por parte del Gobierno sino tambi¨¦n de la oposici¨®n, la patronal, los sindicatos y la burocracia europea. Alguien debiera indicarle que la Constituci¨®n establece s¨®lo un conjunto de reglas en cuyo seno pueden rotar los distintos programas pol¨ªticos. Un bachillerato bien cursado debiera hacer saber que el hecho de que la Constituci¨®n propugne la protecci¨®n de la agricultura de monta?a no implica que deban plantarse cocoteros en Candanch¨². En cuanto al Rey, ese procedimiento de, por un lado, afirmar que existe una conspiraci¨®n antidemodr¨¢tica y, por otro, asegurar que ¨¦l est¨¢ "manipulado" por ella tiene el m¨¦rito de constituir un insulto doble -eso s¨ª, con gotas de adulaci¨®n porque presume la obviedad de lo primero y la dejadez en lo segundo. Pero no deja bien a la Rep¨²blica, que consistir¨ªa en llamar con otro nombre a una magistratura sin poderes efectivos, y tampoco a la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles que no vemos ese espect¨¢culo dantesco que nos amenaza. Pero ya se sabe que a veces practica una visi¨®n de la pol¨ªtica como parvulario.
La sorpresa que engendran las declaraciones del ex alcalde de C¨®rdoba es tanta que la Doctrina se ha desglosado en varias interpretaciones. Para algunos no sirve m¨¢s que para cimentar el poder de la derecha con la que pacta cuando a ¨¦sta le interesa. Para otros ser¨ªa la pura esencia de la lucha contra la corrupci¨®n y sus adversarios en IU, ocultos submarinos del abominable ex presidente Gonz¨¢lez.
Quiz¨¢ me pueda permitir esbozar una tercera teor¨ªa que, como siempre sucede despu¨¦s de explicar otras dos, ser¨¢ la verdadera. En realidad, estos ejercicios de autolapidaci¨®n de Anguita son muy funcionales, aunque s¨®lo para ¨¦l mismo. Con cada vez menos adictos, pero muy fieles, a los que se les explica una doctrina cada vez m¨¢s oscura, ha llegado casi a la perfecci¨®n del partido posmoderno. No depende de nadie y seguir¨¢ en el machito del erario p¨²blico hasta la decrepitud del ¨²ltimo afiliado. A lo que tiene verdadera afici¨®n es a durar en su puesto. Pero, eso s¨ª, a muchos a?os luz de distancia de los comunistas de la transici¨®n.
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