Lo viejo y lo nuevo
Rage Against The Machine fue el grupo telonero, el que se encarg¨® de encender la mecha de la bomba que luego hicieron estallar los cuatro m¨²sicos de U2.Lo hicieron cuando eran las siete y media en el desierto de Nevada. El estadio de Las Vegas todav¨ªa no se hab¨ªa llenado del todo. La gente transportaba su osamenta de un lado a otro, buscando en los alrededores una cerveza, y s¨®lo unos cuantos incondicionales jaleaba desde el principio la dureza de los acordes de un grupo que ya se ha convertido en toda una referencia para quienes gustan de los sonidos subversivos.
Un par de horas m¨¢s tarde el panorama hab¨ªa cambiado: no cab¨ªa en el estadio ni un alfiler. El p¨²blico se mantuvo siempre discreto. La gente se agitaba, daban vueltas a los ombligos, las manos celebraban la m¨²sica en las alturas. Pero all¨ª nadie se mov¨ªa ni un palmo del sitio que hab¨ªa ocupado.
Paisaje gal¨¢ctico
Los cuatro U2 empezaron su actuaci¨®n con el tema Mofo y siguieron con I will follow, uno de sus temas m¨¢s conocidos. Los gestos de los m¨²sicos, los m¨¢stiles del bajo y de la guitarra de The Edge, los platillos de la bater¨ªa, los pedales... se triplicaban engrandecidos sobre la pantalla gigante, que convert¨ªa el escenario en un paisaje gal¨¢ctico ejecutado por un artista pop.
Dibujos animados, se?ales de tr¨¢fico, flores que se abren y se cierran, damas de busto prominente, rostros repetidos de Marilyn: la cr¨®nica agigantada de los movimientos de las estrellas combinada con una iconograf¨ªa de colores vivos y juguetones.
Siguieron Do youfeel love, del ¨²ltimo disco, y Pride, de su quinto album; Gone, Until the end of the world, Miami, Misterious wais: no se trata de de un recuento sucesivo y minucioso. Es ¨²nicamente una muestra de lo que ofrece este grupo cuando se encarama encima de un escenario: salvo dos canciones, tocaron completo el ¨²ltimo disco que han grabado, pero trufado con grandes temas cl¨¢sicos. Y la broma de The Edge cuando se puso a canturrear una a?eja canci¨®n de los Monkeys en plan karaoke.
El imponente arco amarillo que preside la catarsis colectiva cambi¨® un mont¨®n de veces de color. El grupo toc¨® b¨¢sicamente encima del escenario, pero ten¨ªan dispuestos tambi¨¦n sus instrumentos al final de un callej¨®n que invad¨ªa el c¨¦sped del estadio, donde acudieron a hacer algunos temas en contacto casi directo con las sacudidas del respetable.
Un espect¨¢culo pop en pleno desierto de Nevada. Y para terminar, por aquello del kitch de Las Vegas o por puro dislate, los m¨²sicos dejaron sobre la inmensa pantalla el brillo rojizo de un coraz¨®n. Como el de las m¨¢quinas tragaperras.
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