"Mi gusto est¨¢ siendo rentable"
El seleccionador defiende y justifica su insistente costumbre de convocar a futbolistas suplentes
Las listas de Clemente, su elecci¨®n de jugadores para configurar el combinado nacional, han levantado revuelo desde el primer d¨ªa. Al principio la controversia lleg¨® porque el t¨¦cnico dejaba fuera a futbolistas que gran parte de la critica consideraba imprescindibles. El paso del tiempo ha conseguido hacer coincidir los gustos del seleccionador con el de la mayor¨ªa de los espa?oles y el ambiente se ha suavizado. Sin embargo, en las convocatorias de Clemente permanece un aspecto que no por repetitivo ha dejado de sorprender: su afici¨®n a citar a futbolistas que no son habituales en las alineaciones de sus clubes de origen. Alkorta y Salinas en su d¨ªa, Ca?izares y Abelardo a¨²n ahora y el ¨²ltimo caso, L¨®pez, un futbolista condenado por Antic a la inactividad en el Atl¨¦tico al que ha recurrido Clemente para combatir a Yugoslavia.A grandes rasgos, el seleccionador justifica inicialmente esa costumbre por una cuesti¨®n subjetiva particular de cada uno: "Cada entrenador tiene sus gustos y sus sentimientos. Yo pongo en el equipo nacional lo que a m¨ª me gusta, que no es necesariamente lo que gusta a todos los entrenadores". Y a?ade que sus preferencias, adem¨¢s, est¨¢n firmemente apoyadas en el rendimiento: "Si lo que a m¨ª me gusta no. fuera efectivo, no gan¨¢ramos partidos, no nos clasific¨¢ramos' para las fases finales, habr¨ªa que cambiar de criterio. Pero es que mi gusto est¨¢ siendo rentable. Luego estoy en la l¨ªnea buena".
La clave de esta aparente contradicci¨®n entre el criterio de algunos entrenadores de club y el del seleccionador puede encontrarse en un simple matiz: Clemente no convoca necesariamente a los mejores en t¨¦rminos generales, sino a los que mejor le pueden resolver los aspectos concretos que considera esenciales en cada partido. Porque el preparador vasco no incluye en el mismo paquete todos los encuentros ni todos los rivales. As¨ª, un futbolista le puede resultar esencial para jugar frente a Yugoslavia, pero no, por ejemplo, ante la Rep¨²blica Checa.
"Yo s¨¦ la capacidad de juego que tiene cada futbolista", afirma, "y lo que me pueden aportar para tareas concretas que necesite. Por tanto, aunque no hayan jugado el domingo, los llamo. Otra cosa ser¨ªa que yo viera que no juegan en sus equipos porque est¨¢n en baja forma o f¨ªsicamente mal. Pero no es el caso. Cuando traigo a los jugadores s¨¦ que est¨¢n bien y lo que me pueden dar".
Uno de los problemas con los que se encuentra Clemente al citar a jugadores suplentes procede de los titulares que no van convocados. Por ejemplo, Molina. Haga lo que haga, sabe ue Ca?izares, de quien se desconoce u momento de forma porque no juega n el Madrid, ir¨¢ a selecci¨®n. El t¨¦cnico vasco nunca repara en los que no van citados: "No puedo. Yo nunca pienso en los que no van. Acepto que a Molina le gustar¨ªa venir. Pero tambi¨¦n creo que entiende mi postura. Los jugadores saben que yo soy imparcial. Y que con la misma objetividad que llevo a unos unas veces, otras veces llevo a otros".
Antes de confeccionar una convocatoria, Clemente sigue una especie de ritual. Analiza el partido del que se trata, decide el estilo de juego que m¨¢s conviene, dise?a estrategias generales y particulares y a partir de ah¨ª empieza a plantearse qu¨¦ jugadores necesita. Una muestra imaginaria: "Decido que contra Yugoslavia el 11 tiene que hacer un trabajo determinado. Empiezo a pensar qui¨¦n es el que mejor lo puede hacer y escojo a Ferrer. Y me dir¨¢n, 'qu¨¦ barbaridad, Ferrer con el 11, se ha vuelto loco'. Sin embargo, yo he analizado a los jugadores uno por uno y me he convencido de que el adecuado es Ferrer".
Los medios de comunicaci¨®n, con todo, no son el ¨²nico obst¨¢culo que Clemente debe superar en sus elecciones. Porque como el t¨¦cnico reconoce, los jugadores son los primeros que se sorprenden. "Y ah¨ª entra el segundo trabajo", dice, "convencer al jugador. Y si no le convenzo, tengo que cambiar". El caso m¨¢s claro le sucedi¨® cuando hizo jugar a Molina de extremo izquierda. Le hab¨ªa convocado como portero, claro, pero un imprevisto en forma de lesi¨®n le hizo recurrir a ¨¦l como jugador de campo: "Yo le ped¨ª permiso para que me dijera que s¨ª. Me mir¨® raro. Pero le hice ver que el lateral derecho rival entraba constantemente y ahogaba a Sergi. Le dije: 'simplemente quiero que evites que nos entre solo y que cojan a Sergi en un dos contra a uno'. Y contest¨®: 'si s¨®lo tengo que hacer eso, lo hago'. Sali¨® y lo hizo. Eso es convencer a un jugador".
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