Liberalizaci¨®n, pero menos
UNO DE los sectores en los que el Gobierno muestra una incapacidad de gesti¨®n m¨¢s evidente es en el de las telecomunicaciones. Precisamente porque las estrategias directrices ven¨ªan dadas y pactadas por el Gobierno anterior: liberalizaci¨®n a fecha fija, segundo operador en Retevisi¨®n, creaci¨®n de una Comisi¨®n Nacional de Telecomunicaciones... El ritmo y los objetivos de esta liberalizaci¨®n, cuyo objetivo final era preparar la libertad total de operaci¨®n a finales de 1998, han sido desvirtuados por la incapacidad del Gobierno, en particular del Ministerio de Fomento, para hacer frente al poder de Telef¨®nica. La compa?¨ªa que preside Juan Villalonga ha aplicado con eficacia su capacidad de influencia para obtener ventajas significativas antes de que la autorizaci¨®n de otras licencias cuestione su cuota de mercado actual.La p¨¦rdida de pulso en la liberalizaci¨®n se manifiesta en decisiones tales como la autorizaci¨®n de las tarifas de interconexi¨®n y su compensaci¨®n ¨¢ trav¨¦s de las tarifas telef¨®nicas. Si el Gobierno ha autorizado unas tarifas de interconexi¨®n bajas, para convencer a los posibles inversores de las ventajas del negocio de Retevisi¨®n, a cambio ha autorizado una subida de tarifas a todos los usuarios del tel¨¦fono que significar¨¢ un encarecimiento notable de las llamadas para los usuarios m¨¢s modestos a partir del 1 de enero de 1998. Los aumentos en la cuota de abono y la reducci¨®n de los minutos que componen cada paso implican un incremento de ingresos de la compa?¨ªa que debe considerarse excesivo. Carece de sentido empresarial impulsar una liberalizaci¨®n desde el Gobierno, que implica mayor competitividad, para finalmente compensar las p¨¦rdidas de ingresos producidos por la desaparici¨®n del monopolio.
Es claramente negativo que el Gobierno aumente las tarifas a los ciudadanos por el conocido procedimiento de abaratar las internacionales e interprovinciales y encarecer las urbanas, las m¨¢s abundantes, "para compensar el d¨¦ficit de acceso" ' cuando no existe un c¨¢lculo auditado de los costes que producir¨¢ la competencia, y mucho menos de los costes hundidos por prestaci¨®n del servicio telef¨®nico a zonas de nula rentabilidad.
Si Fomento parece haberse rendido a los argumentos de Telef¨®nica, tampoco parece haber contado con la suficiente fuerza pol¨ªtica para activarla puesta en marcha de un segundo operador. La pol¨ªtica dilatoria, en la que tambi¨¦n incurri¨® el ¨²ltimo Gobierno socialista, va a reducir notablemente el periodo durante el cual el segundo operador podr¨¢ experimentar la competencia con Telef¨®nica. Este periodo no ser¨¢ seguramente superior a un ano. Se supone que la fecha para la liberalizaci¨®n total es la que el Gobierno ha anunciado, aunque no comprometido, del 1 de diciembre de 1998.
Existen otros indicios de que el Ejecutivo no tiene un enorme inter¨¦s en una liberalizaci¨®n aut¨¦ntica. Uno de los m¨¢s significativos es la lentitud con que se est¨¢ poniendo en pie la Comisi¨®n Nacional de Telecomunicaciones, un ¨®rgano independiente destinado a garantizar la transparencia y el control tanto del proceso de liberalizaci¨®n como de la verificaci¨®n de los costes reconocidos en la fijaci¨®n de las tarifas. A este retraso contribuy¨®, con sus indecisiones, el Gobierno anterior. Pero ahora la r¨¢pida puesta en funcionamiento de la comisi¨®n como ¨®rgano regulador del sector era una de las condiciones indispensables en la liberalizaci¨®n y en la regulaci¨®n del mercado futuro.
El equipo de telecomunicaciones del Gobierno no ha podido superar la capacidad de presi¨®n de Telef¨®nica. Casi un a?o despu¨¦s de la formaci¨®n del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, las medidas adoptadas por el Ejecutivo han tenido y tienen como efecto principal reforzar la posici¨®n de Telef¨®nica en el mercado, antes y despu¨¦s de la privatizaci¨®n total de la compa?¨ªa. Sea por debilidad pol¨ªtica o porque la empresa ha optimizado su capacidad de gesti¨®n ante los poderes p¨²blicos, lo cierto es que el resultado es una liberalizaci¨®n capitidisminuida y enclenque.
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