Tina o Tia
El informe de primavera de la Comisi¨®n Europea ha colocado a Espa?a en el coraz¨®n de Europa. Ahora, como dicen los ingleses, ya s¨®lo hace falta que nos coloquemos nosotros mismos en su cerebro. A ser posible con rapidez, porque se est¨¢n discutiendo cosas que nos afectan y porque la cumbre de Amsterdam, prevista para los d¨ªas 16 y 17 del pr¨®ximo mes de junio, debe tomar decisiones importantes.En teor¨ªa, la cumbre holandesa no estar¨¢ dedicada a la moneda ¨²nica. El logo elegido por el ayuntamiento de la ciudad (un Atlas que sostiene sobre sus hombros una enorme bola azul con 12 estrellas amarillas, bajo el lema Amsterdam, capital de la inspiraci¨®n) refleja muy bien la situaci¨®n. Los 15 jefes de Estado y de Gobierno deber¨¢n concentrarse en aprobar reformas institucionales que permitan el funcionamiento de la Uni¨®n en el siglo XXI y, especialmente, en encontrar algunas iniciativas que lleguen al coraz¨®n y al cerebro de sus opiniones p¨²blicas.
Los sondeos indican que la mayor¨ªa de esas opiniones p¨²blicas quieren acuerdos que permitan una lucha coordinada contra el desempleo y medidas que den alg¨²n contenido a la famosa ciudadan¨ªa europea, aprobada en Maastricht, pero que hasta el momento no incluye ni tan siquiera una lista de derechos o Bill of Rights. En el fondo, por lo que se clama en Francia, en Italia e incluso en algunos sectores de Holanda, es por una relaci¨®n m¨¢s equilibrada entre pol¨ªtica y econom¨ªa.
Los paladines de esa exigencia son los franceses, que cada vez que oyen las frases "flexibilizar las relaciones del mercado de trabajo" e "independencia de la pol¨ªtica monetaria" las traducen sin sonrojo por "reducir los derechos adquiridos" y "primac¨ªa de las decisiones del Banco Central Europeo (BCE) sobre las de los ministros de Econom¨ªa y Finanzas". La presi¨®n de su opini¨®n p¨²blica es tan fuerte que Jacques Chirac ha dado ya algunos pasos para tranquilizarla.
El presidente de la Rep¨²blica Francesa, que se supone llegar¨¢ a Amsterdam, reforzado tras las elecciones legislativas, ha propuesto la creaci¨®n de un Consejo de Estabilidad, encargado de "coordinar" las pol¨ªticas econ¨®micas de los Quince. La idea ha sido aceptada por alemanes y holandeses, entre otras cosas porque esa coordinaci¨®n est¨¢ prevista en el propio Tratado de la Uni¨®n. El problema es el contenido de ese Consejo y de esa palabra. Para unos, s¨®lo puede ser un "interlocutor" del Banco Central. Para otros, deber¨ªa actuar como un "contrapeso". Bonn y La Haya no est¨¢n dispuestas ni a o¨ªr hablar de la segunda interpretaci¨®n.Posiblemente las diferencias reales no giran tanto en torno a la independencia del BCE, establecida blanco sobre negro en el Tratado, como a las dudas de algunos sobre los efectos que tendr¨ªa una pol¨ªtica monetaria ¨²nica y confiada a un banco central, si la pol¨ªtica presupuestaria y fiscal se deja, al mismo tiempo, en manos de los Gobiernos nacionales. M¨¢s teniendo en cuenta que la soberan¨ªa nacional sobre el presupuesto es m¨ªnima, dado que el Plan de Estabilidad, que fue aprobado en Dubl¨ªn y debe ser ratificado en Amsterdam, ya ha aceptado que el d¨¦ficit no podr¨¢ superar un determinado porcentaje del producto interior bruto (PIB).
Alemanes y holandeses presentan de momento un frente ¨²nico al grito de ?Tina! (There is no alternative), que hizo famoso Margaret Thatcher. Algunos, como el soci¨®logo franc¨¦s Pierre Bourdieu, creen, por el contrario, que Tina esconde una opci¨®n pol¨ªtica "de la A a la Z" y que ya es hora de buscar a Tia (there is alternative). Por eso, porque el debate es tan decisivo, conviene tambi¨¦n instalarse en el cerebro de la Uni¨®n. Francia llegar¨¢ a Amsterdam. como un nuevo Gobierno, al igual que el Reino Unido. Espa?a acudir¨¢ con el mismo que la llev¨® al coraz¨®n del euro, pero nadie sabe si el Partido Popular quiere instalarse en el cerebro y si lo har¨¢ para apoyar a Tina o buscar a Tia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.