Tony Blair, el camale¨®n que contenta a todos
El l¨ªder laborista sabe adaptar su color pol¨ªtico al de la audiencia para la que habla
Hace tiempo que la gente se ha dado cuenta. No hay un solo Tony Blair. Que se sepa, hay por lo menos dos. Uno es el pol¨ªtico cultivado que cena en los restaurantes de Islington -el barrio de Londres donde vive-, rodeado de una peque?a corte de amigos e ¨ªntimos colaboradores del partido; el que se considera heredero de Clement Attlee y Keir Hardie -dos h¨¦roes del laborismo-, aunque reconozca que su legado es inaplicable en nuestra sociedad. El otro es el patriota brit¨¢nico que disfruta sentado ante el televisor con una lata de cerveza en la mano, venera a san Jorge -el patr¨®n de Inglaterra- y advierte a los bur¨®cratas de Bruselas de que defender¨¢ con u?as y dientes la soberan¨ªa del Reino Unido. El primero suele aparecer en peri¨®dicos liberales como The Independent o The Observer; el segundo se ha convertido en patrimonio casi exclusivo de The Sun. A lo largo de esta campa?a electoral, Tony Blair ha concedido un pu?ado de entrevistas cruciales al diario popular de m¨¢s difusi¨®n en este pa¨ªs. En la ¨²ltima, hace un par de d¨ªas, ilustrada con una fotograf¨ªa del l¨ªder laborista junto a sus hijos -Kathryn, de nueve a?os; Nicholas, de 11, y Euan, de 13-, Blair declaraba: "Mi mujer y mis hijos son la base de mi vida; la pol¨ªtica es importante, pero queda en segundo lugar para m¨ªPara los masoquistas que hayan seguido los avatares Pol¨ªticos a trav¨¦s de ambos medios la pregunta est¨¢ servida: ?c¨²al de los dos Tonys es el verdadero? Probablemente ninguno. Porque, como le ocurre a Bill Clinton, principal modelo de Blair en la escena pol¨ªtica internacional, si hay un rasgo claro en la personalidad del hombre que puede tener muy pronto las riendas del poder brit¨¢nico en sus manos es que es un consumado actor. Nacido en una maternidad de Edimburgo el 6 de mayo de 1953 -la familia resid¨ªa no muy lejos, en Durham, al norte de Inglaterra-, Blair, el menor de los tres hijos de Hazel y Leo Blair, una pareja de clase media acomodada, demostr¨® sus dotes excepcionales para la escena en el internado donde pas¨® su adolescencia: Fettes.
Una especie de Eton de Escocia, Fettes fue el hogar del l¨ªder laborista entre los 13 y los 18 a?os. Los amigos de la ¨¦poca lo recuerdan como un chico simp¨¢tico, sin especiales dotes para el mando, rebelde en las cuestiones de disciplina menor y con un gran poder de seducci¨®n. Lo que viene a significar que, hiciera lo que hiciese, a Blair no lo castigaban casi nunca, porque sus explicaciones siempre eran aceptadas, porque siempre ca¨ªa bien.
La expresi¨®n permanentemente exultante del l¨ªder laborista, ese rostro sin arrugas, esa sonrisa demasiado radiante para el gusto de una parte del electorado, permiten suponer que no ha habido en su vida muchas horas de sufrimiento. Sin embargo, ¨¦l mismo ha contado varias veces desde que comenz¨® su asalto al poder, en julio de 1994, que ha pasado por momentos muy duros. El primero ocurri¨® cuando s¨®lo ten¨ªa 11 a?os y era un aplicado alumno de la escuela primaria de Durham. Su padre, un abogado de prestigio, sufri¨® un derrame cerebral que estuvo a punto de matarle. Leo Blair sobreviv¨ª e incluso recuper¨® al cabo de un tiempo su posici¨®n profesional y econ¨®mica, pero su sue?o de llegar a ser diputado y hasta primer ministro conservador hubo de ser arrinconado para siempre.El segundo gran golpe para el joven Blair lleg¨® a los 21 a?os de edad, cuando estudiaba en el Saint John's College de Oxford. Su madre, Hazel, muri¨® de c¨¢ncer de forma bastante repentina. "Fue un momento terrible para Tony, porque siempre hab¨ªa estado muy unido a Hazel", declarar¨ªa despu¨¦s Leo Blair. En todo caso, Tony Blair viv¨ªa entonces entregado a actividades bastante banales, como actuar en el grupo de rock Ugly Rumours (Feos Rumores) o pasear en barca por el T¨¢mesis. Hasta que apareci¨® en su vida Peter Thomson, un pastor protestante australiano seguidor de la doctrina del fil¨®sofo escoc¨¦s John Macmurray, que pone todo el acento en los valores de la comunidad frente al individuo.
Blair, quien reconoce que nunca lleg¨® muy lejos en sus lecturas de Karl Marx, qued¨® impresionado con esta filosof¨ªa cristiana hasta el punto de haber construido con ella los cimientos del Nuevo Laborismo, una especie de capitalismo compasivo. Una aceptaci¨®n de las reglas del mercado, pero atemperadas por la solidaridad del grupo administrada a trav¨¦s de las organizaciones sociales.
Su llegada al Partido Laborista no se produce hasta 1975. Una vez terminada la carrera de Derecho, Blair se propuso ejercerla. El procedimiento habitual para iniciarse en una profesi¨®n que est¨¢ cerrada sobre s¨ª misma y en la que funcionan diferentes clanes es trabajar para un bufete es tablecido. El l¨ªder laborista se postul¨® como pupilo de Alexander Irvine -hoy lord Irvine de Lairg-, aunque en la misma antesala esperaba otra candidata, Cherie Booth, una brillante licenciada, un a?o menor, que hab¨ªa conseguido las mejores notas de su promoci¨®n.
A trav¨¦s de Irvine, Tony Blair lo encontr¨® todo, un puesto como candidato laborista por Beaconsfield en la elecci¨®n parcial de 1982 -que perdi¨®- y a la mujer de su vida: Cherie Booth. Ambos llevan sangre de actores en sus venas. Los abuelos maternos de Blair eran dos actores itinerantes, Charles Parsons, cuyo nombre de guerra era Jimmy Lyton, y Celia Ridgeway. Por esa raz¨®n fue bautizado como Anthony Charles Lyton Blair. En cuanto a Cherie, su padre, Tony Booth, era un actor de televisi¨®n de ¨¦xito que abandon¨® a su mujer y a sus hijos poco menos que en la indigencia. Afortunadamente para el Partido Laborista, Cherie y su padre se han reconciliado ya hace tiempo.
Cherie Booth y Tony Blair se casaron la primavera de 1980. Por entonces, Cherie era una ardiente militante laborista decidida a probar suerte en pol¨ªtica. Pero el destino le ten¨ªa reservado otro papel. En las elecciones de 1983, cuando el laborismo dirigido por Michael Foot sufri¨® una de las grandes derrotas de su historia reciente, Blair consigui¨® ser designado por Sedgefield, una circunscripci¨®n relativamente asequible, y gan¨®. Cherie tuvo menos suerte, as¨ª es que haciendo honor a lo pactado la joven se?ora Blair abandon¨® la pol¨ªtica activa y se dedic¨® por entero a la abogac¨ªa. Tony Blair, convertido ya en diputado, inici¨® su ascenso imparable en el Partido Laborista.Blair compart¨ªa con Neil Kinnock, el l¨ªder que sucedi¨® a Michael Foot, gran parte del ideario modernizador. Los laboristas no pod¨ªan aspirar a ganar unas elecciones generales con un programa contrario al Mercado Com¨²n y postul¨¢ndose a favor del desarme nuclear unilateral. Gordon Brown, uno de los m¨¢s destacados miembros del Partido Laborista escoc¨¦s, pertenec¨ªa al mismo grupo. Cuando Kinnock perdi¨® tambi¨¦n las elecciones de 1992, el equipo que hab¨ªa estado m¨¢s cerca del l¨ªder, Blair entre ellos, se dio cuenta de que el proceso de domesticaci¨®n del partido ten¨ªa que llegar mucho m¨¢s lejos para poder atraer el voto de las clases medias. Blair se mir¨® en el espejo y, muy probablemente, lleg¨® a la conclusi¨®n de que ¨¦l era la persona ideal para transformar por completo un partido que todav¨ªa proclamaba entre sus principios esenciales "la nacionalizaci¨®n de los bienes de producci¨®n". Sin embargo, a Kinnock le sucedi¨® John Smith y el sue?o de Blair qued¨® necesariamente postergado. Dos a?os despu¨¦s, el destino le servir¨ªa en bandeja, aunque de manera tr¨¢gica, una oportunidad de oro. Un ataque al coraz¨®n acab¨® con la vida de Smith en mayo de 1994. En julio de ese mismo a?o, Tony Blair fue elegido nuevo l¨ªder y un ano despu¨¦s hab¨ªa transformado al partido hasta convertirlo en una fuerza pol¨ªtica "elegible".
M¨¢s all¨¢ de sus cualidades intelectuales o morales, Blair demostr¨® ser la persona ideal para el cargo. Su edad, su aspecto f¨ªsico, su familia, todo era perfecto para vender la idea de un laborismo renovado y joven. No obstante, el ¨¦xito de Cherie Booth en su profesi¨®n y su extraordinaria solvencia econ¨®mica -gana unos cincuenta millones de pesetas al a?o- han resultado elementos dif¨ªciles de manejar por los asesores de imagen de la pareja. Afortunadamente, Bill y Hillary Clinton volv¨ªan a servir de ejemplo. Imitando la actitud del presidente de EE UU hacia su mujer, Blair es el primer admirador del talento de Cherie. "Es brillante por naturaleza, yo he llegado hasta aqu¨ª gracias a que recib¨ª una educaci¨®n fant¨¢stica en un colegio privado", reconoc¨ªa en la ya citada entrevista con The Sun.Escarmentando en cabeza ajena, los asesores de los Blair han mantenido por si acaso a Cherie muda a lo largo de toda la campana. Quiz¨¢s ella se ha prestado encantada al juego. Lo ¨²nico que est¨¢ perfectamente claro es que ambos son ambiciosos y han vivido en vilo esta larga y procelosa campa?a. Los Blair han decidido ya que si se instalan en Downing Street, lo har¨¢n con la familia al completo, algo inusual en la historia de este pa¨ªs. Pero est¨¢ claro que ellos han apostado desde el principio por ser diferentes y adem¨¢s, seguramente, ser¨¢ una buena noticia para los lectores de The Sun.
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