'Del¨ªrium' Minik
Domingo P¨¦rez Minik era un personaje. Este mes hubiera cumplido 92 a?os; muri¨® en 1989, pero nunca expreso, ni con su actitud ni con sus gestos, que hubiera dejado de ser una fuerza juvenil a la que la guerra y el fascismo pusieron al rojo vivo. Ayer probablemente hubiera sido un d¨ªa muy feliz de su vida, por la victoria de Tony Blair, pues, m¨¢s que un socialista espa?ol, ¨¦l era un laborista brit¨¢nico. Tinerfe?o elegante, radical y guapo, era tambi¨¦n un gentleman ingl¨¦s, educado y sensible, cuidadoso de los detalles. Enamor¨® a mucha gente por todo eso, pero fue un marido fiel de su esposa, Rosa Camacho, de cuya invalidez futura y permanente ¨¦l tuvo noticias m¨¦dicas mucho antes de que se produjera esa desgracia que no empa?¨® para nada la felicidad de ambos.Era un autodidacto, y sin embargo lleg¨® a intuir, desde su atalaya isle?a, los grandes movimientos literarios de los ¨²ltimos 70 a?os; con Eduardo Westerdahl, el cr¨ªtico de arte, y con el poeta Pedro Garc¨ªa Cabrero fund¨® la revista Gaceta de Arte, que como todo el mundo sabe hizo recalar por Tenerife a los popes principales del surrealismo, con Andr¨¦ Breton a la cabeza. Como cr¨ªtico literario, descubri¨® para Espa?a la literatura anglosajona y la centroeuropea, y se carte¨® con Samuel Beckett y con Friedrich D¨¹rrenmatt, que lleg¨® a ser su amigo; su casa en Santa Cruz fue lugar incesante de visitas. Era extra?o el magnetismo de aquel hombre, que hac¨ªa girar las cosas a su alrededor sin que ¨¦l fuera preponderante, pedante o poderoso, o manipulador... Cuando el tiempo ha andado tanto ya se puede intuir qu¨¦ pasaba: P¨¦rez Minik se sentaba all¨ª a escuchar, mientras los otros hablaban; luego escrib¨ªa sus art¨ªculos en ?nsula, en la prensa argentina o en su peri¨®dico tinerfe?o, El D¨ªa, sin otra pretensi¨®n nunca que la de expresar aquella intuici¨®n autodidacta que hizo imprescindible su juicio.
Muchos de sus paisanos y muchos de los que le conocieron se han extra?ado durante todos estos a?os de que el ejemplo moral de Minik, su exquisito trato con la vida y pon los otros, tan ejemplar como el de los fil¨®sofos que dejaron huella, no hubiera fructificado m¨¢s en su propia tierra. Antes de morir le hicieron doctor honoris causa de la Universidad de La Laguna, un centro docente que, a pesar de los esfuerzos de sus amigos Emilio Lled¨® y Javier Muguerza, siempre despreci¨® la posibilidad abierta de su magisterio libertario, pero lo que a ¨¦l le hizo feliz de veras fue que una peque?a poblaci¨®n lagunera de 300 habitantes le hubiera dado su nombre a una plaza. Despu¨¦s, el liviano silencio.
De pronto se ha producido, literalmente, el delirio Minik, o el delirium Minik, para ser m¨¢s exactos. El mes pasado, los cr¨ªticos literarios espa?oles se reunieron en Tenerife y se extra?aron del silencio que ya hab¨ªa sobre quien fue su mentor y su maestro, vig¨ªa de tendencias. Despu¨¦s de la visita y la memoria de los cr¨ªticos, el regreso del recuerdo ya ha sido incesante: en primer lugar, el Centro de Arte Moderno de Las Palmas (CAAM), que dirige Mart¨ªn Chirino, ha vuelto a poner en el mapa la vigencia radical de Gaceta de Arte, y un joven grupo de teatro profesional de Tenerife ha abierto en Tacoronte una sala de teatro que lleva el nombre de Minik: teatro Minik. El grupo se llama Delirium, lo forman cinco j¨®venes y se ha establecido en Tacoronte, el pueblo donde naci¨® el surrealista ?scar Dom¨ªnguez, y fue en 1935 lugar de peregrinaci¨®n de Andr¨¦ Breton y los suyos. Han organizado, para que se le conozca mejor, un ciclo de charlas que est¨¢ presidido por las fotos que de su biblioteca hizo el fot¨®grafo Carlos A. Schwartz. Y hay adem¨¢s otra iniciativa para dar el nombre de don Domingo a otro teatro en la capital isle?a. A P¨¦rez Minik le hubieran divertido mucho todas estas coincidencias, y acaso hubiera dicho, con su af¨¢n por darle al idioma el aire cosmopolita que ten¨ªa su alma: "Quelle histoire!". Qu¨¦ delirio, tambi¨¦n hubiera dicho, ahuyentando los elogios como si fueran moscas.
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