Goodbye, Mrs,Thatcher
Es la Noche Triste de los conservadores brit¨¢nicos, lo que encantar¨¢ a la mayor¨ªa de los lectores de EL PA?S, pero creo que podr¨¢ interesarles mi comentario como corresponsal de guerra destacado en el campo perdedor. Son tres mis conclusiones inmediatas: la excelente situaci¨®n econ¨®mica no ha bastado para retener a la mayor¨ªa de los votantes tories; las regiones y nacionalidades perif¨¦ricas se han vuelto contra los archi-ingleses conservadores; la transformaci¨®n de la ideolog¨ªa socialista en una visi¨®n comunitaria ha ilusionado a una opini¨®n cansada de individualismo.La econom¨ªa brit¨¢nica contrasta con las dem¨¢s de la Comunidad Europea: la tasa de paro del 6,1% es, junto con la de Holanda, la m¨¢s baja de la Uni¨®n Europea; el crecimiento del 3,3% ha sido casi tan continuado como el de los Estados Unidos; su inflaci¨®n del 2,4% se encuentra dentro de los l¨ªmites de Maastricht; su libra esterlina est¨¢ casi demasiado fuerte. Pero la sensaci¨®n de bienestar, evidenciada en la reciente expansi¨®n del consumo, no ha llevado a la mayor¨ªa de los votantes a dar un refrendo a John Major. Dos consideraciones han debido de pesar en el ¨¢nimo de los ciudadanos: la alternancia de los partidos en el poder es esencial en la democracia; la divisi¨®n de un partido en facciones hace dudar de su capacidad de gobierno. La situaci¨®n de la econom¨ªa pesa mucho, pero los votos pueden moverse por otras razones.
Llama la atenci¨®n que los laboristas hayan conseguido, seg¨²n las ¨²ltimas noticias, 419 esca?os de 659, con una mayor¨ªa absoluta de 179, nada menos. M¨¢s indicativo me parece que los conservadores hayan acabado esta elecci¨®n sin ning¨²n diputado en Escocia o en Gales, y hayan cedido adem¨¢s mucho terreno a los liberal-dem¨®cratas en las regiones del suroeste de Inglaterra de raigambre celta. El nacionalismo y el regionalismo se han adue?ado del Reino Unido. El nuevo primer ministro Tony Blair ha prometido convocar sendos referendos en Escocia y Gales sobre la creaci¨®n de una Asamblea auton¨®mica, si bien al parecer sin poderes fiscales. A eso se a?ade la presi¨®n federalizante de Bruselas, deseosa de dividir y vencer en una Europa de la regiones. En Espa?a podr¨ªamos contarles cu¨¢n pronto se plantear¨¢n inacabables reivindicaciones que pongan en peligro la unidad del Reino Unido.
La cuesti¨®n europea es un indicio del cambio ideol¨®gico que ha supuesto la sustituci¨®n del Old Labour de los socialistas por el New Labour de Blair. Kinnick hab¨ªa prometido sacar al Reino Unido de Europa. Ahora parece que el Gobierno laborista ser¨¢ m¨¢s pro-europeo que el reci¨¦n desplazado conservador. Blair ha prometido refrendar la Carta Social Europea, lo que sin duda erosionar¨¢ a largo plazo algo de la flexibilidad laboral de que tanto se han beneficiado la econom¨ªa y el empleo. Creo que cuando plantee su prometido refer¨¦ndum sobre la disoluci¨®n de la libra en el euro, defender¨¢ el s¨ª Al igual que los democristianos chilenos aceptaron el legado econ¨®mico de Pinochet, el socialcristiano Blair va a mantener las m¨¢s de las reformas sociales realizadas por Thatcher. No tocar¨¢ la legislaci¨®n sindical que prohibe las huelgas pol¨ªticas y de simpat¨ªa, as¨ª como la obligaci¨®n de sindicarse obligatoriamente todos los empleados cuando as¨ª lo decidiese la mayor¨ªa de una empresa o f¨¢brica. No revocar¨¢ las ventas de las empresas p¨²blicas, ni siquiera las del ferrocarril, ni la organizaci¨®n empresarial del Servicio de Salud. Probablemente privatizar¨¢ lo que queda de las pensiones p¨²blicas, dejando aparte la m¨ªnima. Sobre todo reforzar¨¢ la insistencia conservadora en la calidad de la ense?anza. Las sectas socialistas han abandonado toda veleidad de intervenir en el sistema productivo de las econom¨ªas capitalistas, pues se han convencido de que la planificaci¨®n y las intervenciones crean pobreza. Quiz¨¢ deber¨ªa yo concluir diciendo: ?Hello lady Thatcher!
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