El trauma de abandonar el 10 de Downing Street
John Major y su esposa, Norma se desped¨ªan ayer de sus colaboradores y amigos ante la puerta principal del n¨²mero 10 de Downing Strect, mientras en el patio trasero del edificio un inmenso cami¨®n de mudanzas recog¨ªa las pertenencias de la pareja. Forzado por la legislaci¨®n, como todos sus antecesores, a desalojar en un m¨¢ximo de 24 horas el domicilio ocupado durante a?os, el primer ministro saliente pierde hasta el coche en un d¨ªa, e incluso est¨¢ tambi¨¦n obligado a pagar de su bolsillo la mudanza.En la ¨²ltima conversaci¨®n mantenida la madrugada del viernes entre Major y Blair, ¨¦ste ofreci¨® al derrotado l¨ªder conservador M¨¢s tiempo para abandonar Downing Street, una amable oferta rechazada por Major, cuyo trauma por el modo en que hay que abandonar la residencia oficial fue menor que el del ex primer ministro Harold Wilson. Este no quiso buscar vivienda durante su jefatura de Gobierno para que la gente no pensase que no ser¨ªa capaz de ganar las pr¨®ximas elecciones y un d¨ªa de 1970 se encontr¨® sin cargo y sin casa. Igual le ocurri¨® a su sucesor, Edward Heath."Sistema terrible"
"Es un sistema terrible. El primer ministro debe de ser la ¨²nica persona de este pa¨ªs que puede ser expulsado de su casa en 24 horas", afirma sir Timothy Kitson, que alquil¨® al que hab¨ªa sido su jefe, Heath, una vivienda en ese dram¨¢tico d¨ªa.
Major, todav¨ªa primer ministro, se traslad¨® a ¨²ltima hora de la ma?ana al palacio de Buckingham, sitiado en ese momento por miles de turistas que se dispon¨ªan a presenciar la tradicional ceremonia de cambio de guardia en la residencia de la reina de Inglaterra.
Era la ¨²ltima vez que los Major usaban el Jaguar oficial. Acompa?ado por su mujer, Norma, departi¨® con Isabel II por espacio de media hora antes de acudir a un encuentro de cricket con el que dio por inaugurada su nueva etapa de ciudadano de a pie.
Nadie sabe, de momento, de qu¨¦ habl¨® Major con la reina, aunque de acuerdo con el protocolo, el derrotado primer ministro puso a disposici¨®n de la soberana su cargo. Una hora m¨¢s tarde, otro coche oficial aparcaba en el patio interior del palacio, esta vez con Cherie y Tony Blair, los siguientes inquilinos del n¨²mero 10 de Downing Street.
Una vez cumplido este requisito, los Blair se dirigieron a la que ser¨¢ a partir de ahora su residencia oficial. El nuevo primer ministro rompi¨® aqu¨ª el protocolo y mand¨® aparcar el coche junto a la verja que separa Downing Street de Whitehall, la avenida donde se encuentran los principales ministerios. Cherie y Blair salvaron a pie los pocos metros que les separaban de la puerta de su nuevo domicilio, estrechando manos y recibiendo besos y abrazos de los militantes laboristas y curiosos que se agolpaban a ambos lados del camino.
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