Argelia sin piedad
ARGELIA HACE, demasiado a menudo, caso omiso de los derechos humanos. Lo hacen los terroristas isl¨¢micos con unas matanzas de insoportable crueldad. Pero tambi¨¦n el Estado con la guerra sucia que libra. El descubrimiento por la Federaci¨®n Internacional de Ligas de Derechos Humanos (FIDH) de diez c¨¢rceles secretas, centros de detenci¨®n y tortura que no recaen bajo el control de la justicia, y la elevada cifra de desaparecidos son nuevas pruebas de la espiral de horror que aflige a este pa¨ªs, tan pr¨®ximo a Europa y especialmente a Espa?a. Las ¨²ltimas matanzas en Argelia dejan peque?as a las precedentes. Centenares de personas han sido asesinadas de la forma m¨¢s cruel durante las pasadas semanas. En muchos casos las v¨ªctimas son mujeres y ni?os. Todas han sido atribuidas por las autoridades a los terroristas isl¨¢micos. Hay que precaverse ante las acusaciones cuando no hay informaci¨®n independiente.Los descubrimientos de la FIDH deben llevar a cuestionar algunas afirmaciones oficiales. El r¨¦gimen de Liam¨ªn Zerual proh¨ªbe desde hace m¨¢s de un a?o la entrada en el pa¨ªs a Amnist¨ªa Internacional; tampoco otorga libre acceso a la prensa internacional. Pretende mantener un r¨ªgido control sobre las noticias que salen de Argelia, y en buena parte lo consigue. S¨®lo se conocen atentados y matanzas de los terroristas isl¨¢micos. No del Estado o de las bandas paramilitares. Lo cierto es que la guerra entre el islamismo armado y el r¨¦gimen alcanza ya cotas de violencia insoportable. Y sus v¨ªctimas principales son civiles sin culpa ni otro protagonismo en la guerra que el que les otorga la muerte.
La b¨²squeda de razones, de una explicaci¨®n para las sobrecogedoras crueldades que se est¨¢n cometiendo, resulta dolorosa. ?C¨®mo es posible que haya tantos asesinos dispuestos a mutilar y degollar a poblaciones enteras, a sus ancianos, mujeres y ni?os? Desde luego, los terroristas que se refugian en interpretaciones tan despiadadas del islam son culpables.
Pero tambi¨¦n el Estado, que ha hecho dejaci¨®n del monopolio de la violencia leg¨ªtima. El Ej¨¦rcito y el Ministerio del Interior han armado a los grupos paramilitares que desatan su rabia y violencia sin control. Ante los degollamientos y asesinatos en masa por ocupar terreno o castigar a poblaciones que tapan a uno u otro, es dif¨ªcil establecer la autor¨ªa. Durante el pasado Ramad¨¢n se recrudeci¨® la violencia islamista, e inmediatamente, como reacci¨®n, se registr¨® un aumento del terror paraestatal. En la opacidad informativa que reina en el pa¨ªs, el terror no conduce a la paz, sino a la desintegraci¨®n del Estado.
La nueva ola de violencia viene fomentada por la proximidad de las elecciones a la Asamblea Nacional del pr¨®ximo 5 de junio. Las elecciones presidenciales de 1995 ya marcaron un precedente. Hubo violencia, pero la nutrida participaci¨®n y la amplia victoria de Zerual abrieron alguna esperanza con vistas a una transici¨®n dialogada hacia la democracia. Estas esperanzas se han visto r¨¢pidamente frustradas.
Lo que ofrece este r¨¦gimen tiene poco que ver con la democracia. La Asamblea tendr¨¢ escasos poderes. Y en ella faltar¨¢ el ilegalizado Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS), lo que sigue constituyendo un error pol¨ªtico. S¨®lo cabe la ilusi¨®n de que -pese a que los partidos religiosos o territoriales y ¨¦tnicos est¨¢n prohibidos- las elecciones abran un cierto espacio al debate pol¨ªtico. Es necesario que el resto de fuerzas que han presentado candidatos hagan o¨ªr la voz de esta maltratada sociedad, principal v¨ªctima de la guerra que libran Ej¨¦rcito y terroristas.
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