El actor Gary Oldman debuta con fuerza como Guionista y director
Abel Ferrara embarca en sus obsesiones a Claudia Schiffer
ENVIADO ESPECIAL Con la nota discordante de una rutinaria filmaci¨®n por Marco Bellocchio de El pr¨ªncipe de Hamburgo, ayer Regaron a Cannes las dos primeras pel¨ªculas de inter¨¦s. En la primera, Nil by mouth, el actor brit¨¢nico Gary Old¨ªnan se pasa detr¨¢s de las c¨¢maras y se hace cargo con arrojo, sinceridad y fuerza de la escritura y la direcci¨®n del filme. Abel Ferrara vuelve a remover sus obsesiones en The blackout, y hace debutar en la pantalla, sin demasiada fortuna, a la top model alemana Claudia Schiffer.
El pr¨ªncipe de Hamburgo, la incatalogable tragedia de Heinrich von Kleist, no s¨®lo es una de las cumbres de la dramaturgia alemana rom¨¢ntica, sino tambi¨¦n una extra?a y fascinante obra precursora, que se adelant¨® un siglo a su tiempo, de modo que en ella se pueden tirar de los hilos que, a mediados del siglo pasado, se adelantaron a la escena de mediados de este siglo. El italiano Marco Bellocchio hace una filmaci¨®n rutinaria, plana y completamente innecesaria de este gran monumento rom¨¢ntico, por lo que hubiera sido estupendo que no la hubiera hecho. Su pel¨ªcula no merece existir y esto es lo m¨¢s amable que se puede decir de ella.Fantoches y estrellas
Mientras poco a poco va acud¨ªendo a la convocatoria de 50 Cannes (cuya apoteosis tendr¨¢ lugar el pr¨®ximo domingo) una tropa donde fantoches e intrusos se mezclan y codean con grandes cineastas, comienzan a verse en las pantallas las primeras pel¨ªculas serias, encabezadas por la brit¨¢nica Nil by mouth, de la que es productor el franc¨¦s Luc Besson, director del bodrio inaugural El quinto elemento, cuyo encumbramiento por presi¨®n de algunos creadores de opini¨®n franceses huele a chamusquina, a preparaci¨®n del terreno para que un posible premio ama?ado a esta sosa, torpe y petulante inversi¨®n de m¨¢s de 15.000 millones de pesetas no suene demasiado a dislate o a algo peor.
Pero si el director Besson es prescindible, el productor Besson puede ser todo lo contrario, ya que Gary Oldman (que en El quinto elemento actu¨® por debajo de s¨ª mismo dirigido por ¨¦l) se convierte en Nil by mouth en un buen director debutante y sobre todo en un magn¨ªfico guionista, ya que la pel¨ªcula logra construir unos personajes de fort¨ªsima identidad, a partir de un corto reparto de extraordinarios actores desconocidos, que bordan sus creaciones.
Oldman, por lo que cuentan, hace en Nil by mouth un duro y nada indulgente autorretrato indirecto, pues construye un rinc¨®n de la vida inglesa muy similar al de que parti¨® para iniciar su brillante carrera teatral y cinematogr¨¢fica. Dedica la pel¨ªcula a su propio padre y hay en ella una conversaci¨®n telef¨®nica de uno de los protagonistas con su padre que pone los pelos de punta por la gravedad y sinceridad del vapuleo a que ese personaje se somete y nos somete.
Estamos ante un terrible retrato de la pobreza, la sordidez y la violencia en el seno de una familia de la Inglaterra thatcheriana. Por poco representativo, por excepcional que sea este infierno familiar cerrado sobre s¨ª mismo, algo dice (sin decirlo) acerca de las razones de fondo de la reciente convulsi¨®n electoral brit¨¢nica que arroj¨® al tatcherismo a los estercoleros de la historia. Sorprende tanta exactitud en un guionista y director novato, como es Oldman. Y reconforta la posibilidad de que estemos (ya probado su talento interpretativo) ante el nacimiento de un inesperado cineasta total.
Oldman sorprendi¨®; pero Abel Ferrara, a estas alturas, ya no sorprende a nadie. Uno se prepara, cuando acude a ver una nueva pel¨ªcula suya, para aguantar una nueva coz en la boca del est¨®mago. No fue una excepci¨®n The blackout. En ella reaparecen los embarullados, pero con frecuencia fascinantes, delirios y obsesiones de este irregular y tumultuoso cineasta, dotado como pocos para representar la violencia desde dentro, desde sus ra¨ªces escondidas en vivencias de la intimidad familiar. De ah¨ª que las pel¨ªculas de Oldman y Ferrara tengan que ver entre s¨ª. Hay un punto en el que se tocan, pero del cotejo sale victorioso el debutante ingl¨¦s, ya que el veterano neoyorkino dispara esta vez algunos cartuchos con p¨®lvora mojada.
Fetiche femenino
No es ajena al relativo endulzamiento de Ferrara en The blackout la presencia (guapa, pero algo pepona e inexpres¨ªva) de Claudia Schiffer. Este popular fetiche femenino debuta en el cine y suponemos que ya ha tenido oportunidad para percatarse de que componer un personaje es una tarea mucho m¨¢s complicada que pasearse con su espl¨¦ndido equipaje natural por una pasarela; y que posar para un spot o una foto fija est¨¢ m¨¢s al alcance de una inexperta que afrontar la elaboraci¨®n de un tiempo f¨ªlmico, de una secuencia.Pero Ferrara, aunque por su pinta parece un tipo poco recomendable, se comporta como un angelito con ella y le pone las cosas en bandeja, haciendo actuar a la c¨¦lebre top model en un solo registro y casi siempre de perfil, para evitarle el golpe bajo de un primer plano frontal sostenido que ella no podr¨ªa sostener.
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