La socialdemocracia alemana busca su Blair
Sin alternativa frente a Kohl, el SPD vacila entre Schr¨®der y Lafontaine
La socialdemocracia alemana (SPD), que lleva casi 15 a?os alejada del poder en Bonn, busca con desesperaci¨®n entre sus filas una versi¨®n made in Germany de Tony Blair, para ganar las elecciones federales de 1998 al ya anunciado candidato democristiano (CDU/CSU), el canciller Helmut Kohl, de 67 a?os.El SPD ha indicado que elegir¨¢ candidato a canciller en la primavera del a?o que viene e insiste una y otra vez en no alterar esos planes. No obstante, el SPD ya deshoja la margarita entre su presidente, el jefe de Gobierno del Sarre, Oskar Lafontaine, de 53 a?os, y el pol¨ªtico m¨¢s mimado por ahora en las encuestas, el jefe de Gobierno de Baja Sajonia, Gerhard Schr?der, de 53 a?os. Mientras tanto, y a pesar de la dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica de Alemania, Kohl se frota las manos ante la indecisi¨®n y falta de alternativas de la oposici¨®n socialdem¨®crata.
En sus casi 15 a?os de mandato, Kohl arras¨® con la generaci¨®n de los llamados hijos de Willy Brandt y, si ganase en 1998, habr¨ªa liquidado tambi¨¦n a los nietos del patriarca de la socialdemocracia. En 1990, Kohl ya gan¨® a Lafontaine y en 1994 al hoy jefe del grupo parlamentario del SPD, Rudolf Scharping. Tras una especie de golpe de mano, Lafontaine derrib¨® al desafortunado Scharping de la presidencia del SPD en el congreso de Mannheim, a mediados de noviembre de 1995. En una reuni¨®n del grupo parlamentario poco tiempo despu¨¦s, Lafontaine defini¨® como objetivo pol¨ªtico de su vida: "Echar al gordo".
Las condiciones no podr¨ªan presentarse m¨¢s favorables para el SPD y cumplir as¨ª el deseo de Lafontaine. Alemania ha alcanzado niveles de paro como no se recordaban desde los d¨ªas previos a la llegada al poder del nazismo. El endeudamiento del pa¨ªs, consecuencia en buena parte de la dif¨ªcil digesti¨®n de la difunta Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, apenas deja posibilidades de inversi¨®n tras el pago de los intereses de la deuda p¨²blica. Las posibilidades del llamado estado del bienestar han tocado techo. Los alemanes viven muy por encima de sus posibilidades y, lo que es m¨¢s grave, no parecen dispuestos a renunciar a nada de lo adquirido: desde las jornadas laborales m¨¢s bajas y las vacaciones m¨¢s largas del mundo, a los salarios m¨¢s altos y prestaciones sociales que resultan impagables. Por a?adidura, Alemania no parece en condiciones de cumplir las condiciones para entrar en la moneda ¨²nica europea, a no ser que se recurra a la cosm¨¦tica contable cuando llegue la prueba de la selectividad de Maastricht.
Los problemas se le acumulan a un Kohl, que transmite al pa¨ªs la sensaci¨®n de estar quemado y sin fuerzas. Por eso, una gran mayor¨ªa de alemanes se inclina porque Kohl no se presente de nuevo.
En estos momentos la coalici¨®n actual de centro-derecha que gobierna en Bonn, entre democristianos y liberales (FDP), perder¨ªa frente a otra coalici¨®n entre el SPD y Los Verdes. No obstante, el ¨²nico pol¨ªtico que podr¨ªa enfrentarse a Kohl con garant¨ªas no es el presidente del SPD, Lafontaine, sino el jefe de Gobierno de Baja Sajonia, Sch?der, a quien las encuestas conceden una considerable ventaja sobre el actual canciller. Esta popularidad de Schr?der no resuelve los problemas del SPD, porque Lafontaine, que tiene prioridad como presidente del partido, parece empecinado en buscar la revancha contra Kohl, quien ya le derrot¨® por goleada en 1990. Pesa sobre Lafontame el estigma del perdedor y, adem¨¢s, los bandazos que ha dado en su carrera pol¨ªtica no despiertan excesiva confianza en el electorado.
Schr¨®der cuenta con la popularidad entre la opini¨®n p¨²blica, pero con las antipat¨ªas de su propio partido, que le considera un pol¨ªtico oportunista y proclive a defender los intereses empresariales, en contra de la pol¨ªtica tradicional del SPD. Sin duda Schr?der se acerca m¨¢s al perfil de un Tony Blair a la alemana, con m¨¢s posibilidades de derrotar a Kohl y acabar con 16 a?os de gobierno de la derecha, pero tiene el grave problema de que en la primavera de 1998 deber¨¢ afrontar unas elecciones en su Estado de Baja Sajonia. Si pierde m¨¢s de un 2% de su electorado, el propio Schr?der dijo que no se presentar¨ªa a canciller. La cuesti¨®n no resuelta para Schr?der es c¨®mo ganar unas elecciones en Baja Sajonia, si los electores saben que ese triunfo significar¨ªa abandonar el puesto medio a?o m¨¢s tarde para irse a la Canciller¨ªa a Bonn.
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