Convergencia y divergencia
Aznar no fue elegido tanto por su capacidad para llevarnos a la moneda ¨²nica como por su promesa de pasar p¨¢gina, acabar con la crispaci¨®n, serenar el enrarecido ambiente y trazar una clara l¨ªnea de demarcaci¨®n entre la pol¨ªtica y los tribunales. De modo que si hubiera que singularizar un mandato electoral ¨¦se ser¨ªa recobrar el clima de serenidad y consenso, libertad y tolerancia, que caracteriz¨® a la transici¨®n y que es, probablemente, la experiencia mejor valorada por los espa?oles.Pues bien, si ¨¦se era su principal mandato, debemos se?alar ahora, al cumplirse un a?o de Gobierno, que no lo ha cumplido. Qu¨¦ duda cabe que ha gestionado con ¨¦xito sorprendente y notable habilidad la m¨¢quina socioecon¨®mica. Sin duda, siguiendo la estela que dej¨® Pedro Solbes y aprovechando la buena coyuntura internacional. Faltar¨ªa m¨¢s. Pero no es poco, es mucho, a lo que ha a?adido una sorprendente capacidad de di¨¢logo con los agentes sociales, de modo que si la econom¨ªa espa?ola se encuentra hoy en una senda excelente ello es m¨¦rito, indiscutible, del Gobierno de Aznar.
Pero, de modo sorprendente y, sobre todo, in¨²til, ese mismo Gobierno se ha embarcado en aventuras pol¨ªticas que incumplen el mandato electoral, le alejan claramente del centro pol¨ªtico y son da?inas para la democracia, la alternancia pol¨ªtica e incluso el respeto de las libertades. Las posibles responsabilidades pol¨ªticas del PSOE quedaron cerradas con las elecciones. Y las eventuales responsabilidades penales de alguno de sus miembros -nunca del PSOE- deber¨¢n ser aclaradas por los tribunales. Y, sin embargo, no hemos pasado p¨¢gina. Y, aunque poco puede criticarse su proceder con los papeles del Cesid -no deb¨ªa desclasificar lo que otro Gobierno hab¨ªa clasificado, pero no pod¨ªa dejar de acatar la sentencia del Supremo-, incumple por activa y por pasiva el mandato de serenidad intentando criminalizar a la oposici¨®n, aceptando con complacencia el linchamiento moral al que sus miembros se ven sometidos por medios de comunicaci¨®n a los que apoya con descaro, lanz¨¢ndose con obvio abuso de poder a la destrucci¨®n simple y llana de una empresa de comunicaci¨®n que no le es afin, manteniendo silencio ante las tropel¨ªas que empresarios privados sufren a manos de jueces indiscutiblemente arbitrarlos, utilizando de manera escandalosamente parcial la televi¨®n p¨²blica o el BOE, o disfrutando de la politizaci¨®n del Poder Judicial o de la Fiscal¨ªa, que si antes jugaba a su contra ahora juega a su favor. Malo, muy malo es que Gonz¨¢lez, que calla en el Parlamento, vocifere en el extranjero. Pero que el vicepresidente responda acusando de 22 asesinatos al l¨ªder de la oposici¨®n y anterior presidente, sin pruebas indiscutibles que avalen palabras tan duras que no caben m¨¢s, es de una irresponsabilidad seriamente preocupante que alimenta un discurso resentido y lleno de odio del que parecen disfrutar con maliciosidad infantil.
Puede que al PP no le falte algo de raz¨®n cuando asegura que el PSOE carece de autoridad moral para criticar tales pr¨¢cticas, aunque no olvidemos que el PSOE representa hoy a nueve millones de espa?oles. Pero, incluso aceptando un argumento tan d¨¦bil, lo cierto es que no fueron elegidos para hacer lo mismo s¨®lo que en su beneficio, sino para hacer justamente lo contrario: objetivar la Administraci¨®n, gestionar con imparcialidad los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, reformar la Justicia y poner fin a esta absurda situaci¨®n de irresponsabilidad de todos y cada uno de los jueces, asentar el Estado de las autonom¨ªas m¨¢s all¨¢ de coyunturas parlamentarias y, sobre todo, tender puentes y abrir caminos entre las orillas de esas dos Espa?as que se reabrieron dolorosamente en el amargo final del periodo socialista. Pues, al hacer lo mismo que aqu¨¦llos a quienes critica, no s¨®lo legitima su pasado, sino tambi¨¦n el que vuelvan a hacerlo en el futuro, alimentando el descr¨¦dito de la pol¨ªtica y los pol¨ªticos, lo ¨²nico que sube en los sondeos.
De modo que no son fantasmales "monopolios" medi¨¢ticos lo que remansa su aprecio electoral. Los espa?oles votaron -y por muy poco- un partido de centro y lo que tienen hoy es una saneada econom¨ªa que converge con Europa, pero una pol¨ªtica de tendencia autoritaria que necesita tanto m¨¢s acallar la cr¨ªtica cuanto m¨¢s es criticable. Y eso es lo m¨¢s peligroso: que la din¨¢mica autoritaria se alimenta a s¨ª misma, pues cuanto m¨¢s dura sea la batalla para intimidar al mensajero peores noticias llevar¨¢.
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