El Papa mira al islam
LO QUE M¨¢s satisfacci¨®n ha debido de producir a Juan Pablo II en su valiente viaje a L¨ªbano ha sido, probablemente, no tanto la acogida dispensada por los suyos, cat¨®licos de diversa ¨ªndole, como la de los otros, los musulmanes, tanto o m¨¢s calurosa. Es a estos ¨²ltimos a los que en buena parte miraba el Papa al pedir a los cat¨®licos de L¨ªbano no s¨®lo el uso del ¨¢rabe, sino tambi¨¦n la integraci¨®n en la cultura ¨¢rabe y musulmana en la que est¨¢n inmersos en Oriente Pr¨®ximo. De modo significativo, Juan Pablo II abri¨® en ¨¢rabe la misa de ayer, a la que asisti¨® un cuarto de mill¨®n de personas, y la despidi¨® tambi¨¦n en este idioma. En ese prop¨®sito integrador se enmarc¨® tambi¨¦n su visita a los barrios shi¨ªes de Beirut.En este primer viaje de un papa a L¨ªbano en 33 a?os, la mirada de Juan Pablo II ha sido amplia: no s¨®lo hacia la minor¨ªa cat¨®lica de L¨ªbano, sino hacia el conjunto del mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. Para impulsar el di¨¢logo entre el cristianismo y el islam, cuyo ejemplo debe prevalecer ahora en este L¨ªbano tan devastado por la larga guerra que termin¨® en 1990 con un pa¨ªs ocupado por Siria e Israel. Quiz¨¢ busque as¨ª Juan Pablo II el estatuto, que siempre ha parecido anhelar, de gran l¨ªder espiritual del mundo, incluso por encima de las religiones.
Por debajo de estos afanes late tambi¨¦n un intenso realismo pol¨ªtico, reflejado por Juan Pablo II tanto en sus palabras en L¨ªbano como en la exhortaci¨®n apost¨®lica que ayer se hizo p¨²blica. Para empezar, ignora a los m¨¢s de 300.000 palestinos que hay en L¨ªbano, de los que nadie quiere ocuparse ni hacerse cargo. M¨¢s all¨¢, pide la independencia y libertad para L¨ªbano, pero le hace un gui?o a Damasco en contra de Israel cuando la exhortaci¨®n proclama "amenazadora" la "ocupaci¨®n" militar israel¨ª en el sur de L¨ªbano, pero no condena abiertamente "la presencia de fuerzas armadas no libanesas". De hecho, la exhortaci¨®n es mucho m¨¢s cauta que las conclusiones del s¨ªnodo de diciembre de 1995 sobre L¨ªbano. Si los obispos pidieron entonces la retirada de las fuerzas sirias y de las israel¨ªes, el texto difundido ayer se guarda de pronunciarse al respecto. De hecho, ha sido redactada con tacto, pues no se designa por su nombre a ninguna de las partes.
Con estos gestos, Juan Pablo II -que ha vuelto a echar mano del bast¨®n, lo que indica una salud vacilante- va en pos de algo que siempre ha buscado: un acercamiento de los que ha calificado como los creyentes de las grandes religiones monote¨ªstas. Pero con los jud¨ªos, o m¨¢s bien con Israel, tiene problemas. En algunos casos son problemas concretos respecto al Vaticano. En otros son problemas pol¨ªticos, pues la presencia de Benjam¨ªn Netanyahu al frente del Gobierno israel¨ª, con posiciones crecientemente intransigentes hacia el proceso de paz -v¨¦anse los globos sonda lanzados ayer respecto a la autonom¨ªa palestina y a Jerusal¨¦n-, difliculta esa parte del di¨¢logo de las culturas monote¨ªstas en Oriente Pr¨®ximo.
Son los cristianos -quedan mill¨®n y medio en L¨ªbano- los que han tenido que reclamar del Papa un apoyo a sus propias reivindicaciones, pues se sienten subrepresentados en las instituciones pol¨ªticas. Han sido ellos los que, al corear (en franc¨¦s) "libert¨¦, libert¨¦", dieron un tono de mitin pol¨ªtico al acto de la bas¨ªlica de Harisa.
Pero este Papa parece considerar prioritario el di¨¢logo con un islam en crecimiento en sus diversas dimensiones. Este di¨¢logo, adem¨¢s, facilitar¨ªa probablemente la uni¨®n de todas las iglesias cat¨®licas en la zona, incluidos Irak y Siria, a la que el Papa ha tratado desde L¨ªbano con guante de terciopelo.
En realidad, poco ha dicho el Papa de los musulmanes en este viaje. Pero la impresionante acogida que le han deparado los musulmanes en L¨ªbano -pese a que no haya visitado el sur- refleja que ha calado el mensaje de un Papa que por delante lleva el aviso de que "no, puede hacer milagros". Especialmente en una poblaci¨®n -cristiana o musulmana- que est¨¢, antes que nada, harta de tensi¨®n y de guerra y que lo que quiere es, fundamentalmente, paz. L¨ªbano debe convertirse, una vez m¨¢s, en centro de convivencia de culturas. Como lo fuera Toledo siglos atr¨¢s; como lo fue Sarajevo hasta hace relativamente poco. De otro modo, toda la humanidad perder¨¢.
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