IBM alcanza una cotizaci¨®n r¨¦cord tras ganar a Kasparov
La victoria de 'Deep Blue' sobre una sombra del campe¨®n mantiene la incertidumbre del desaf¨ªo
La supercomputadora donde corre el programa Deep Blue no hizo ning¨²n gesto de alegr¨ªa tras lograr un ¨¦xito hist¨®rico mientras sus 1.400 kilos eran cuidadosamente empaquetados en el Equitable Center de Manhattan para su traslado a Yorktown Heights, el cuartel general de IBM. S¨ª que se supone, en cambio, que los accionistas del gigante de la inform¨¢tica acoger¨ªan su victoria con j¨²bilo. Y m¨¢s al conocer ayer que las acciones de IBM ganaban tres d¨®lares (1,8%) en Wall Street y alcanzaban una cotizaci¨®n r¨¦cord de 170,50 d¨®lares. Al mismo tiempo, Gari Kasp¨¢rov no disimulaba su amargura y ped¨ªa la revancha como un ni?o enrabietado tras perder por 3,5-2,5 un duelo inolvidable pero descafeinado: el campe¨®n del mundo fue una sombra de s¨ª mismo.Deep Blue (Azul Profundo, por el color del silicio), tambi¨¦n puede traducirse como tristeza profunda, la que sent¨ªa el ruso a pesar del cheque por 58 millones de pesetas que recibi¨® como premio. Kasp¨¢rov estrenaba varias sensaciones, todas ellas desagradables: nunca hab¨ªa perdido un duelo de varias partidas; jam¨¢s hab¨ªa cometido un fallo grave en las primeras jugadas (que se hacen de memoria); era la primera vez que no ganaba en un momento clave, como hacen los grandes campeones del deporte; y nadie, ni siquiera su encarnizado enemigo Anatoli K¨¢rpov, hab¨ªa logrado destruir su fortaleza psicol¨®gica.
El prototipo de mente sana en cuerpo sano, el paradigma de la fuerza de la naturaleza volcada sobre un tablero, el campe¨®n a quien muchos consideran el mejor de todos los tiempos, viv¨ªa el d¨ªa m¨¢s triste de su carrera y uno de los peores de su vida, bastante dram¨¢tica y muy dura, por cierto. Y todo eso ocurr¨ªa precisamente en un d¨ªa que se perfilaba como de los m¨¢s felices en la existencia de un ciudadano ruso nacido hace 34 a?os en Azerbaiy¨¢n de madre armenia y padre jud¨ªo.
Aquel muchacho rebelde que fue, a los 22, el campe¨®n m¨¢s joven de la historia, y que se autoproclam¨® "embajador cultural de la perestroika", ten¨ªa su propia versi¨®n de lo que muchos sovi¨¦ticos llamaban "el sue?o americano": popularizar el ajedrez en Estados Unidos y convertirse en una pieza codiciada para los medios de comunicaci¨®n norteamericanos. El sue?o se hizo realidad durante la semana pasada pero termin¨® en pesadilla. "Esto tiene el impacto de una tragedia griega", dijo Monty Newborn, presidente del comit¨¦ organizador, al ver a Kasp¨¢rov hundido, con las manos tap¨¢ndose la cara y los codos clavados sobre el tablero en una impresionante imagen que fue portada del The New York Times.
En una de las partidas m¨¢s importantes de su vida, Kasp¨¢rov cometi¨® un error rar¨ªsimo en un profesional: su mano movi¨® un pe¨®n cuando su mente quer¨ªa mover un alfil, en la s¨¦ptima jugada. A partir de ese momento su situaci¨®n en el tablero era inferior, aunque no desesperada; pero ¨¦l s¨ª estaba desesperado. "Perd¨ª mi esp¨ªritu de lucha", reconoci¨® despu¨¦s. "Hoy no era yo mismo, dej¨¦ de serlo tras la segunda partida [que perdi¨® tras un excelente juego de Deep Blue]".
Ah¨ª est¨¢ el meollo de la cuesti¨®n: ?por qu¨¦ Kasp¨¢rov, que hab¨ªa ganado la primera, se hundi¨® y no fue capaz de rematar sus posiciones ventajosas en las tres siguientes? "Porque soy un ser humano, Cuando veo algo que est¨¢ por encima de mi entendimiento tengo miedo, y no me da verg¨¹enza decirlo", explic¨® en una de sus respuestas m¨¢s moderadas.
En otra subi¨® el tono: "Si jugamos la revancha en condiciones justas y me preparo a conciencia, har¨¦ a?icos a esa m¨¢quina aunque la mejoren todav¨ªa m¨¢s". Su opini¨®n era compartida por el gran maestro estadounidense Lev Alburt: "No ha ganado Deep Blue, ha perdido Kasp¨¢rov. Apuesto 10.000 d¨®lares [casi 1,5 millones de pesetas] a que cualquiera de los 50 mejores ajedrecistas del mundo puede batir a la computadora". La h¨²ngara Zsuzsa P¨®lgar, campeona del mundo de mujeres, reparti¨® el domingo un comunicado en el que desafiaba a Deep Blue.
Como "condiciones justas", Kasp¨¢rov enumer¨®: que IBM no sea patrocinador y jugador al mismo tiempo, que se le faciliten las partidas de entrenamiento disputadas por Deep Blue, que haya un d¨ªa de descanso tras cada partida y que tomen medidas para despejar cualquier duda sobre posibles trampas (intervenciones humanas durante las partidas) en el juego del silicio azul. Tambi¨¦n propuso que toda la bolsa sea para el ganador; poco m¨¢s tarde, los creadores de Deep Blue se repart¨ªan 100 millones de pesetas mientras la supercomputadora viajaba a su casa sin celebrar el triunfo con nadie.
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