Camb¨®, hoy
En Catalu?a se han celebrado ¨²ltimamente varios actos de homenaje a Francesc Camb¨®. La idea que ha predominado en ellos es que Camb¨® fue un prohombre de la cultura y la pol¨ªtica catalanas del siglo XX, uno de los grandes hitos del nacionalismo catal¨¢n y uno de los precursores de la actual l¨ªnea de entendimiento entre el nacionalismo de CiU y el Gobierno del PP. Ha habido sus m¨¢s y sus menos en esta apreciaci¨®n global, pero han sido pocos los que han intentado ir al fondo del asunto.Yo soy el primero en reconocer algunas de estas virtudes de Camb¨®. Siempre le agradecer¨¦, por ejemplo, la colecci¨®n Bernat Metge, que verti¨® al catal¨¢n un inmenso caudal de cultura cl¨¢sica. Creo, igualmente, que era importante su visi¨®n inicial de la autonom¨ªa de Catalu?a en el marco de una Espa?a modernizada. Pero hay aspectos muy destacados de su trayectoria pol¨ªtica y personal que no s¨®lo no comparto, sino que me parecen totalmente reprobables.
Camb¨® fue un nacionalista de derecha que, al igual que otros dirigentes de la Lliga Regionalista, contribuy¨® a modernizar la lengua y la cultura catalanas y a poner en marcha un esbozo de autonom¨ªa, pero que cuando las cosas se complicaron siempre puso por delante sus propios intereses, o sea, sus intereses de clase social. No fue el primero, ni el ¨²nico, ni el ¨²ltimo Pero cuando se hace el balance global, la conclusi¨®n es que sus renuncias y sus tomas de posici¨®n en momentos decisivos tuvieron unos efectos devastadores para la misma causa que le hab¨ªa impulsado a la pol¨ªtica, si ¨¦sta era de verdad la autonom¨ªa de Catalu?a y la democracia en toda Espa?a.
No hablo ya de sus vacilaciones ante la dictadura de Primo de Rivera, impulsada y apoyada por un amplio sector de la burgues¨ªa catalana. Pero s¨ª que hablo de su actitud durante la Rep¨²blica y, sobre todo, durante la guerra civil. Camb¨® no entendi¨® nunca ni soport¨® que la autonom¨ªa de Catalu?a se consiguiese finalmente bajo la hegemon¨ªa de la izquierda en el marco de la Rep¨²blica. O sea, que, para ¨¦l, el nacionalismo s¨®lo era aut¨¦ntico si era de derecha, y lo contrario era poco menos que una traici¨®n. Por consiguiente, se aline¨® desde el primer momento con la derecha catalana y espa?ola, y cuando las cosas se crisparon y las tensiones se agudizaron, tom¨® partido abiertamente contra la Generalitat dirigida por la izquierda. En las cruciales elecciones de 1936 se ali¨® con la derecha espa?ola m¨¢s ultramontana. Y cuando estall¨® la guerra civil no dud¨® ni un minuto en ponerse clara y abiertamente al lado de Franco con armas y bagajes, porque para ¨¦l ya no se trataba de defender la autonom¨ªa, sino de derrotar a la revoluci¨®n social propiciada por todas las gentes de izquierda.
Fue Camb¨® quien organiz¨® en Francia el m¨¢s completo y eficaz sistema de apoyo pol¨ªtico y cultural a la causa de Franco, a la que dedic¨® todas sus energ¨ªas y una buena parte de sus grandes recursos econ¨®micos. Fue ¨¦l quien organiz¨® a los intelectuales de derecha y de extrema derecha de toda Europa para legitimar a Franco y los suyos a los ojos de la opini¨®n mundial. Y fue ¨¦l quien inst¨® a los miembros de la Lliga Catalana a hacer causa com¨²n -con el franquismo.
Es cierto que entre los militares sublevados y los falangistas Camb¨® no goz¨® de mucho predicamento. Muchos de ellos desconfiaban de ¨¦l porque lo conoc¨ªan como un nacionalista catal¨¢n y lo ve¨ªan como un oportunista. Es posible, incluso, que Camb¨® pensase que su apoyo a Franco contribuir¨ªa a reducir las represalias de ¨¦ste contra Catalu?a al t¨¦rmino de la guerra. Pero unos y otros coincid¨ªan en un mismo objetivo, que era aplastar a la izquierda, como requisito indispensable para organizar el futuro de Espa?a tal como cada uno lo entend¨ªa.
No pretendo con esto fustigar ninguna memoria ni pasar ninguna cuenta. S¨ª creo, en cambio, que el an¨¢lisis de este fragmento de nuestro pasado colectivo es fundamental para entender las querellas del pasado, del presente y posiblemente del futuro, porque plantea con toda su crudeza el problema de cu¨¢les son de verdad las l¨ªneas divisorias en la sociedad catalana actual. Ahora mismo, en Catalu?a, estamos metidos en un debate sobre la lengua que es, a mi entender, gratuito y artificial y se explica m¨¢s por las incertidumbres pol¨ªticas de CiU que por la situaci¨®n real de la sociedad catalana. Pero con este debate lo que se pretende es que, una vez m¨¢s, nos pronunciemos sobre cu¨¢l es la aut¨¦ntica l¨ªnea divisoria de la sociedad catalana de 1997. La de la lengua lo ha sido, pero ha habido y hay otras.
Nunca se insistir¨¢ bastante en el trauma brutal que para toda la sociedad catalana signific¨® la prohibici¨®n de la lengua catalana por parte del franquismo, su destierro de la Ad ministraci¨®n, de la escuela, de la prensa. Durante los a?os del franquismo, el castellano no fue para nosotros, los catalanes, una lengua de, civilizaci¨®n y de cultura, sino la lengua que nos obligaba a habla r el mismo dictador que nos prohib¨ªa ha blar en la nuestra.
Pero pronto empezamos a ver que las cosas eran m¨¢s complejas. As¨ª, por ejemplo, mientras se nos prohib¨ªa nuestra lengua, llegaban a Catalu?a miles y miles de trabajadores expulsados de sus tierras de origen por la miseria y la explotaci¨®n que eran, por tanto, otras v¨ªctimas de la misma dictadura, pero que hablaban en castellano. ?ste era un motivo de gran confusi¨®n entre nosotros, porque desde el punto de vista de los derechos y las libertades y de la solidaridad est¨¢bamos con ellos en el mismo lado, pero desde el punto de vista de la lengua los ve¨ªamos en el lado opuesto.
Y cuando empezamos a conocer nuestra propia historia, la confusi¨®n aument¨®, porque vimos que si bien la lengua unificaba a los cataloparlantes en un mismo bloque, dentro de ¨¦ste hab¨ªa enormes diferencias sociales y pol¨ªticas, que muchos, cataloparlantes estaban con Franco y que incluso prominentes nacionalistas, como Camb¨®, hab¨ªan contribuido a la victoria del franquismo sobre la Rep¨²blica, poniendo sus intereses de clase por delante de los intereses com¨²n es de la sociedad catalana.
O sea, que la tremenda l¨ªnea divisoria de la lengua se mezclaba con otras que poco a poco adquirieron tanta o m¨¢s importancia. En definitiva cuando empezamos a luchar en serio contra el franquismo, lo que nos un¨ªa o separaba era la conquista de las libertades democr¨¢ticas, entre ellas el libre uso de la lengua catalana. Y en aquel objetivo conflu¨ªamos catalanoparlantes y castellanoparlantes y ten¨ªamos en contra
a gentes de estos dos lados.As¨ª encaramos la recta final de la lucha contra el franquismo y la recta inicial de la construcci¨®n de la democracia. Nada nos fue regalado ni nada fue f¨¢cil entre nosotros mismos. Pero ahora que estamos en condiciones de hacer un recuento objetivo y de ver las cosas con serenidad no podemos dejarnos llevar a un terreno en el que todo se esfuma y todo se justifica, o en el que se nos obliga a pronunciarnos sobre l¨ªneas divisorias falsas.
Y como a veces una simple an¨¦cdota o un episodio aislado dicen m¨¢s que veinte ensayos, quiero recordar un episodio tremendo que lo dice todo y que Borja de Riquer recoge en un espl¨¦ndido libro, L'¨²ltimo Camb¨®. Cuando al final de la guerra lleg¨® a las manos de Camb¨® un rudimentario bolet¨ªn publicado en lengua catalana por los militantes del PSUC en los terribles campos de, refugiados del sur de Francia y en el que se criticaba al propio Camb¨®, la reacci¨®n de ¨¦ste fue contundente: "Es m¨¢s anticatal¨¢n el rencor comunista expresado en catal¨¢n", coment¨®, "que las ¨®rdenes contra el uso de la lengua catalana dadas por un teniente extreme?o en castellano". ?sta es, pues, la conclusi¨®n que tantas veces hemos o¨ªdo: es catal¨¢n el que est¨¢ conmigo; es anticatal¨¢n el que no lo est¨¢. En definitiva, lo que nuestra historia nos ense?a es que, en los momentos decisivos, la diferencia social y el partidismo Pol¨ªtico han sido en Catalu?a, como en otras partes, las aut¨¦nticas l¨ªneas divisorias, por encima de la identidad de lengua, de cultura y de s¨ªmbolos. Espero que esto no nos vuelva a ocurrir nunca m¨¢s, pero es mejor prevenirlo yendo al fondo del asunto que esconder la cabeza bajo el ala.
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