Espa?a: veinte a?os en la casa com¨²n
El pr¨®ximo mes de noviembre se cumplir¨¢ el vig¨¦simo aniversario del ingreso de Espa?a en el Consejo de Europa, en pleno proceso de transici¨®n pol¨ªtica hacia la democracia. Los espa?oles saben mejor que nadie c¨®mo el aislamiento de su pa¨ªs del resto del continente europeo durante el presente siglo ha ido asociado a la regresi¨®n de sus libertades. Por eso no es extra?o observar que, en estas ¨²ltimas dos d¨¦cadas, Espa?a se ha situado a la vanguardia de la integraci¨®n europea, y hoy es uno de los principales garantes de la paz y de la estabilidad en el continente, que se implica directamente (incluso corriendo no pocos riesgos) en el conflicto bosnio y en la crisis albanesa.El Consejo de Europa le ha respaldado durante estos a?os aportando ciertas recomendaciones, consciente de que ayudando a Espa?a se estaba ayudando a s¨ª mismo. Porque fueron Europa entera y sus valores democr¨¢ticos los que salieron reforzados del fracaso del golpe, de Estado de febrero de 1981, gracias a la voluntad de la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles y a la decisi¨®n del rey Juan Carlos, que demostr¨® inequ¨ªvocamente que para ¨¦l la monarqu¨ªa s¨®lo tiene sentido si est¨¢ al servicio del Estado de derecho y de las libertades de sus ciudadanos.
El Consejo de Europa tambi¨¦n ha recibido la aportaci¨®n inestimable de los principales responsables pol¨ªticos de la etapa democr¨¢tica, algunos de los cuales se han implicado directamente en el funcionamiento de la instituci¨®n y en el reforzamiento, de los mecanismos que aseguran la salud de nuestras democracias. Bastar¨¢n como ejemplos los nombres de Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza y de Miguel ?ngel Mart¨ªnez, que presidieron la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa entre 1981 y 1983, el primero, y entre 1992 y 1996, el segundo. O el de Marcelino Oreja, que entre 1984 y 1989 ostent¨® la misma responsabilidad de secretario general de la organizaci¨®n que ahora yo tengo el honor de desempe?ar.
Gracias a ellos y a muchos otros, el sistema espa?ol de las libertades (simbolizado en la Constituci¨®n de 1978) ha madurado en esta casa com¨²n de las democracias del Viejo Continente que es el Consejo de Europa. Al mismo tiempo, el Consejo de Europa ha ido acogiendo nuevos Estados miembros, tras el derrumbe del sistema sovi¨¦tico, para los que Espa?a ha sido y es un referente de transici¨®n pac¨ªfica a la democracia, basada en el compromiso y en la reconciliaci¨®n.
Pero la presencia de Espa?a como modelo no se limita a -su pasado reciente, sino que tiene una actualidad bien presente. Sin embargo, la democracia no es algo que se alcanza de una vez para siempre; no es un fin, sino un instrumento de convivencia para asegurar el mantenimiento de los derechos y las libertades de todos los ciudadanos frente a nuevas realidades, y por eso necesita ser revivificada continuamente. Tambi¨¦n en Espa?a. Amenazas para la democracia como la corrupci¨®n, la delincuencia organizada o la desigualdad social, por no citar m¨¢s que tres, son bien reales y atentan de lleno contra el proyecto de una Europa en paz y en estabilidad. ?sos son hoy s¨®lo algunos de los retos del Consejo de Europa, que tiene encomendada la funci¨®n de mantener la seguridad democr¨¢tica.
La labor de preservaci¨®n de los derechos humanos, punto de arranque de la organizaci¨®n all¨¢ por 1949, no se limita a la posibilidad que tendr¨¢n los ciudadanos de acudir directamente al Tribunal Europeo de Derechos Humanos despu¨¦s de haber agotado las v¨ªas de recurso interno en su propio pa¨ªs. As¨ª, el Comit¨¦' para la Prevenci¨®n de la Tortura tiene una misi¨®n relevante, porque tambi¨¦n las personas privadas de libertad por haber atentado contra las normas de convivencia siguen conservando sus derechos, aunque se encuentren, en una situaci¨®n de mayor desvalimiento para defenderlos frente a posibles abusos del Estado y de los que ejercen su autoridad.
Una de las ¨¢reas en las que el Consejo de Europa se est¨¢ mostrando m¨¢s activo en los ¨²ltimos a?os es la corrupci¨®n, consciente de que se trata de, un fen¨®meno bastante extendido en los pa¨ªses miembros, con caracteres a menudo transnacionales y un gran poder desestabilizador, en la medida en que afecta a valores b¨¢sicos como la equidad y la justicia. As¨ª est¨¢ reflejado en un plan de acci¨®n contra la corrupci¨®n para el cuatrienio 1996-2000 y en otras iniciativas que no pierden de vista que muchas organizaciones delictivas -se sirven de la corrupci¨®n para lograr sus fines y mantenerse en la impunidad. Cabe esperar, por ello, que la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los 40 pa¨ªses, miembros del Consejo de Europa que se celebrar¨¢ en Estrasburgo en el mes de octubre establezca, como estructura permanente de vigilancia, un observatorio contra la corrupci¨®n y el crimen organizado para velar por el respeto de los compromisos.
El crimen organizado y su expresi¨®n m¨¢s superlativa, la Mafia (infiltraci¨®n de los aparatos del Estado por esas organizaciones delictivas), suelen estar en contacto con actividades altamente lucrativas, como el tr¨¢fico de drogas il¨ªcitas, poniendo en grave peligro los fundamentos del Estado de derecho y las libertades ciudadanas. El tema ser¨¢ discutido por los ministros que participen en una nueva conferencia del Consejo de Europa sobre los problemas ligados al abuso de droga s y a su comercio ilegal que se desarrolla estos d¨ªas en la localidad noruega de Tromso. Los ministros europeos van a definir all¨ª las directrices de trabajo com¨²n para los pr¨®ximos tres a?os a la vista de las evoluciones m¨¢s recientes.
Como vengo evocando a lo largo de este art¨ªculo, el Consejo de Europa sigue esforz¨¢ndose por adecuarse a los problemas de los ciudadanos de nuestro continente, que desde 1989 han visto c¨®mo la din¨¢mica de enfrentamiento de bloques daba un giro copernicano. Hoy, los pa¨ªses que se han incorporado a nuestro foro de las democracias necesitan nuestra ayuda a todos los niveles para evitar cualquier regresi¨®n autoritaria, y por nuestra propia seguridad. Es el caso de Chechenia, Bosnia-Herzegovina o Albania, donde el Consejo de Europa trabaja con la Organizaci¨®n para la Seguridad y la Cooperaci¨®n en Europa (OSCE) y con la Uni¨®n Europea (UE) para el restablecimiento de la polic¨ªa y del sistema judicial, la protecci¨®n efectiva de los derechos humanos y la organizaci¨®n de nuevas elecciones. Albania y otras regiones de la cuenca mediterr¨¢nea son, como saben los espa?oles, vitales para nuestra estabilidad democr¨¢tica.
Para redefinir el nuevo papel que la organizaci¨®n est¨¢ destinada a desempe?ar, la nueva presidencia francesa del Consejo ha convocado una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los pa¨ªses miembros que se celebrar¨¢ en Estrasburgo los pr¨®ximos 10 y 11 de octubre. De esta manera tendremos en perspectiva las decisiones que se hayan tomado en las de la Uni¨®n Europea de junio en Amsterdam y en la de la Alianza Atl¨¢ntica de julio en Madrid. Nuestra cooperaci¨®n, reforzada en los ¨²ltimos tiempos, con la UE y con la OSCE tiene que seguir complement¨¢ndose. Si la OSCE es una instituci¨®n para afrontar las situaciones de crisis una vez que han estallado, el Consejo de Europa trabaja en la prevenci¨®n de esos conflictos, y sirve tambi¨¦n como foro de control democr¨¢tico, de los pa¨ªses que aspiran a incorporarse a la Uni¨®n Europea (ocurri¨® en el pasado con Espa?a). La paz y la estabilidad en Europa dependen de la existencia de mecanismos de cooperaci¨®n que sirvan en todo el continente, incluida Rusia. Y el Consejo de Europa es la ¨²nica organizaci¨®n democr¨¢tica que asegura esos requisitos.
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