Siempre Moura
, La de rejones, como siempre: el toreo de Moura y triunfalismo a tope.La mal llamada corrida de rejones es un pel¨ªcula ya muy vista en la que se casan al final. La mal llamada corrida de rejones congrega un p¨²blico aplaudidor, chill¨®n y triunfalista, que en su mayor¨ªa no tiene afici¨®n alguna por la fiesta de los toros ni tampoco por la mal llamada corrida de rejones. Acude una vez, le maravillan los caballos, los saludos y los sombrerazos de los rejoneadores le ponen a cien, pide la oreja si hay ocasi¨®n, se va y si te he visto no me acuerdo.
Algo queda, no obstante. Algo le queda a este p¨²blico alborot¨®n si un rejoneador torea. La experiencia se repite cada a?o. Sale Jo?o Moura, torea, y es la sensaci¨®n. Cuando Jo?o Moura torea los aplausos no son ni compulsivos ni triunfalistas, la plaza se llena de murmullos admirativos, trasciende la importancia de lo que sucede en ¨¦l redondel.
Ortigao / Cuatro rejoneadores
Toros exageradamente despuntados para rejoneo de Ortigao Costa, mansos: 4? inv¨¢lido.Jo?o Moura: rej¨®n bajo (oreja con escasa petici¨®n). Javier Buend¨ªa: pinchazo sin soltar, rej¨®n trasero, ruedas de peones -aviso- y, pie a tierra, dos descabellos (palmas y saluda). Leonardo Hern¨¢ndez: rej¨®n trasero, rueda de peones y, pie a tierra, descabello (oreja con escasa petici¨®n). Andy Cartagena: rej¨®n trasero baj¨ªsimo (ovaci¨®n y salida al tercio). Por colleras: Moura-Buend¨ªa: rej¨®n, otro bajo y rueda insistente de peones (escasa petici¨®n y vuelta); Hern¨¢ndez-Cartagena: dos rejones bajos, rueda de peones y descabello (vuelta). Plaza de Las Ventas, 17 de mayo. 11? corrida de abono. Lleno.
El toreo tiene algo especial. El toreo, sea a pie o a caballo, emociona y llena. El toreo aut¨¦ntico quiz¨¢ no se sepa explicar pero deslumbra a todo el mundo. Encelaba Jo?o Moura al manso de turno y al gent¨ªo le sal¨ªan los ol¨¦s del alma.
Embarcaba al toro con una templanza asombrosa cual si lo llevara prendido en un capote, lo
Y tra¨ªa toreado a lo largo de un buen tramo del tercio, le hac¨ªa parar, se volv¨ªa, iniciaba la suerte, entraba a trote cadencioso para reunir al estribo y clavar en lo alto la banderilla, y aquello, que era toreo puro, provocaba en los tendidos una verdadera conmoci¨®n.
Banderille¨® Moura en tablas recibiendo al toro que se arrancaba desde los medios, y tras prender el palo no deshac¨ªa la reuni¨®n sino que sal¨ªa toreramente hacia el platillo llev¨¢ndolo encelado en la grupa o en el propio estribo. Quiz¨¢ sea Jo¨¢o Moura uno de los toreros, tanto a caballo como a pie, que mejor conoce las reacciones y los resabios querenciosos de los toros; la t¨¦cnica lidiadora que en cada momento se les debe aplicar.
Torero en plaza fue asimismo Javier Buend¨ªa, otro gran caballista, maestro en las reglas del arte de Marialva. Esper¨® a su toro con la garrocha a porta gayola y no le sirvi¨® de nada: se trataba de un manso, con tendencia a buey. No import¨®, sin embargo. Fuera garrocha, le pis¨® los terrenos, sac¨® partido al incentivo de los rejones de castigo -a los que reaccionaba el toro pegando brincos y saliendo de estampida-, y, llegado el tercio de banderillas, ya hab¨ªa conseguido transformar la mansedumbre en codicia, le embest¨ªa recrecido el animal.
Leonardo Hern¨¢ndez combin¨® h¨¢bilmente sobriedad y espect¨¢culo, y su par de banderillas a dos manos -¨²nico en la tarde- fue el fundamento de que luego le dieran una oreja. Andy Cartagena, que es jovenc¨ªsimo, se mostr¨® como un caballista consumado, valiente y temperamental, que prodig¨® las banderillas en la suerte del viol¨ªn y levant¨® clamores.
Los cuatro jinetes perpetraron despu¨¦s colleras y podr¨ªan hab¨¦rselas ahorrado. El asunto de las colleras no es rejoneo; es una infamia. Un toro aturdido ante dos agresores que cabalgan a su alrededor y no sabe d¨®nde meterse para librar las cuchilladas que se le vienen encima, no es rejoneo: es la verg¨¹enza nacional.
La funci¨®n empez¨® con una peculiar ceremonia de alternativa. Avanzaron en escuadr¨®n los cuatro jinetes hasta el centro del ruedo y el maestro Moura alternativ¨® al ne¨®fito Cartagena cedi¨¦ndole un rej¨®n. Vaya miseria, un rej¨®n. Padrinos m¨¢s rumbosos se han visto. Lo que deb¨ªa haberle cedido es el caballo. O, somos o no somos.
Babelia
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