El fino olfato del inspector o el cazador cazado
En diciembre de 1994, el procurador Antonio Lozano andaba buscando a una persona de confianza para que se hiciera cargo de la investigaci¨®n de los dos asesinatos pol¨ªticos que hab¨ªan conmocionado en los meses anteriores a la sociedad mexicana: el de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI), y el del secretario general de esta misma formaci¨®n, Jos¨¦ Francisco Ruiz Massieu. Un conocido abogado le recomend¨® a Pablo Chapa, inspector policial formado en EE UU, con larga trayectoria, Fino olfato y sobrada perspicacia. Parec¨ªa el hombre perfecto para el cargo.En cuesti¨®n de semanas, Chapa puso la Procuradur¨ªa patas arriba. Estaba convencido de que ambos cr¨ªmenes conduc¨ªan al ex presidente Carlos Salinas, aunque las v¨ªctimas hubieran sido dos de sus hombres m¨¢s cercanos. Primero anunci¨® un compl¨® detr¨¢s de la muerte de Colosio, detuvo a un pobre tipo diab¨¦tico como segundo tirador e implic¨® a los militares del Estado Mayor Presidencial. Luego, en febrero de 1995, puso entre rejas a Ra¨²l Salinas, hermano del ex presidente, como presunto autor intelectual de la muerte de Ruiz Massieu.
Lozano y la opini¨®n p¨²blica estaban boquiabiertos: por fin un solo hombre se met¨ªa de veras en las oscuras cloacas del poder. Sin mayores pruebas, pero con la inapreciable ayuda de la prensa, que compr¨® todas y cada una de sus filtraciones, Chapa logr¨® elevar sus presunciones al rango de
verdades inamovibles. Ante los tribunales, sin embargo, sus hip¨®tesis se vinieron abajo.
Poco a poco fueron saliendo a la luz los m¨¦todos poco ortodoxos de este Sherlock Holmes mexicano: torturas, pagos ilegales a testigos, presiones y la falsificaci¨®n de pistas. La siembra de un cad¨¢ver en una finca de Ra¨²l Salinas, con la ayuda de una truculenta pitonisa, dio la vuelta al mundo y provoc¨® la destituci¨®n fulminante de Chapa y de Lozano. El viernes, por primera vez, la Justicia responsabiliz¨® oficialmente al polic¨ªa de este episodio alucinante.
Su antiguo jefe, Antonio Lozano, miembro del conservador Partido de Acci¨®n Nacional (PAN) y en la picota igualmente por el fracaso de las investigaciones, ha reiterado que no tiene miedo y que est¨¢ a disposici¨®n de las autoridades. Lozano, que hab¨ªa instado p¨²blicamente a Chapa a que declarase, pidi¨® ayer para el polic¨ªa un trato justo.
Los partidos pol¨ªticos han celebrado la detenci¨®n del funcionario y han lanzado una petici¨®n un¨¢nime: que el hecho no se utilice con fines pol¨ªticos, ahora que M¨¦xico est¨¢ en plena campa?a electoral. En mayor o menor medida, todos los partidos est¨¢n salpicados: el PRI, porque suyos son los muertos y, posiblemente, los asesinos; el PAN, por el papel de Lozano, y el centroizquierdista Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica, porque ha fundamentado buena parte de su campana contra los Salinas en las acusaciones de Chapa.
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