El sindrome de 'te pill¨¦'
La n¨ªtida separaci¨®n entre informaci¨®n y opini¨®n constituye una de las reglas b¨¢sicas del buen periodismo, al tiempo que una de las m¨¢s dif¨ªciles de respetar. Incluso en la prensa norteamericana, modelo de buen hacer en este terreno, se ha denunciado ese tono de "el reportero sabe m¨¢s" que impregna la informaci¨®n pol¨ªtica de sospechas, iron¨ªas o formulaciones equ¨ªvocas bajo el pretexto de "no permitir a los pol¨ªticos que pongan vendas en los ojos de los lectores". Es como una se?al que el propio periodista lanza a sus lectores para que no se f¨ªen de la historia que cuenta porque olfatea otra m¨¢s oculta y verdadera. El fen¨®meno, que nada tiene que ver con el deber del periodista de investigar "cualquier forma de corrupci¨®n detr¨¢s de fachadas apacibles", ha sido analizado por la ombudsman de The Washington Post, Geneva Overholser, a prop¨®sito de una informaci¨®n de su peri¨®dico sobre una conferencia de prensa de Hillary Clinton, llena de reticencias respecto de los prop¨®sitos de la primera dama norteamericana. La ombudsman de The Washington Post pone esta actitud como ejemplo de un absurdo y fuera de lugar tono de te pill¨¦, una especie de s¨ªndrome cuyo efecto suele ser que el periodista "est¨¢ tan entretenido en decir a los lectores lo que no deben creer que se olvida de contar la historia de lo ocurrido".No hay que ser un observador muy avispado para percibir la enorme propagaci¨®n de tal s¨ªndrome por estos pagos period¨ªsticos y los estragos que causa. V¨¦ase c¨®mo se daba cuenta del reciente acuerdo sobre el cupo vasco en unos informativos de televisi¨®n: "Espa?a es desde ayer un poco menos Espa?a. Por fortuna, el pueblo espa?ol no se ha enterado". S¨ªntomas de esta patolog¨ªa -algo as¨ª como "t¨² no me la vas a dar ni tampoco tolerar¨¦ que se la des a los lectores"- se observan a veces en informaciones de EL PA?S, a pesar del principio n¨ªtido de su Libro de estilo de que "la informaci¨®n y la opini¨®n estar¨¢n claramente diferenciadas entre s¨ª". A esta confusi¨®n pocas veces expl¨ªcita entre informaci¨®n y opini¨®n, con fines de adoctrinamientos diversos al lector, se refieren dos lectores, Daniel Jim¨¦nez, de Barcelona, y Miguel Rodr¨ªguez, de C¨¢diz, a cuenta de los art¨ªculos Un chico encantador y La cl¨¢sica biblioteca de un izquierdista, sobre el presunto colaborador alem¨¢n de ETA Gary Siemund, y de los que es autor el corresponsal de EL PA?S en Bonn, Jos¨¦ Comas.
Estos lectores se han sentido turbados por el tono de esos art¨ªculos, -publicados el pasado 18 de abril, y han solicitado al Defensor del Lector "una defensa intelectual urgente". Tachan de "sensacionalista" el tratamiento de la informaci¨®n (la versi¨®n de la madre y del casero del detenido, as¨ª como la descripci¨®n de su biblioteca), consider¨¢ndola "una soflama para la caza de brujas izquierdistas". Entienden que el art¨ªculo sobre la biblioteca es m¨¢s de opini¨®n que de informaci¨®n, porque "predispone a una suerte de juego peligroso de identificaciones entre una forma de vida privada de un sujeto (caracterizado por tener obras marxistas, un ordenador viejo en la cocina y desorden dom¨¦stico) y un mal social, un mal en la convivencia entre las personas". Para estos lectores, "en lugar de informar acerca de la presunta asociaci¨®n il¨ªcita del sujeto, se emiten juicios sobre sus gustos literario-ensay¨ªsticos, sobre circunstancias de su espacio de vida particular que a nadie interesa (?por Dios, cu¨¢ntas casas desordenadas, cu¨¢ntos ceniceros desbordantes de colillas!) y sobre el papel de la madre en esta historia".
Jos¨¦ Comas no comparte el juicio de los lectores y cree que se trata de un caso perfecto de los famosos "efectos no queridos en la comunicaci¨®n". Incluso juzga que "tuvo un cierto m¨¦rito haber entrado en la vivienda, hablar con la madre del presunto colaborador de ETA y describir su entorno habitacional y familiar", y niega que pretendiera escribir "una soflama para la caza de brujas izquierdistas". "No escrib¨ª nada de que un izquierdista degenere en terrorista", protesta, "ni siquiera defin¨ª a Siemund como izquierdista; s¨®lo caracteric¨¦ su biblioteca, que podr¨ªa haber sido la m¨ªa en los setenta, si se colocan libros sobre Chile y Vietnam, en vez de El Salvador y Nicaragua". Y concluye: "No admito en absoluto que se califique mi cr¨®nica de 'opini¨®n'. Se trata de una pura enumeraci¨®n de hechos, con alguna apostilla ir¨®nica sobre la biblioteca, que tal vez podr¨ªa haberme ahorrado".
Es evidente que en este asunto lo m¨¢s relevante informativamente era indagar sobre la presunta actuaci¨®n delictiva del protagonista de la historia. Sin embargo, el entorno familiar y sociol¨®gico -los llamados aspectos humanos- tambi¨¦n tiene un inter¨¦s informativo evidente: ayuda a entender mejor la noticia. A juicio del Defensor del Lector, donde se plantean dudas es en relaci¨®n con el art¨ªculo sobre la biblioteca. El propio Comas reconoce la existencia de alguna apostilla ir¨®nica que no ven¨ªa a cuento. Cuando el periodista deja caer ese "tambi¨¦n, c¨®mo no", referido a una biograf¨ªa del Che Guevara hallada entre un grupo de libros que antes ha descrito como "el paradigma perfecto de una antolog¨ªa para el uso de todo izquierdista alem¨¢n que se precie" , algunos podr¨ªan interpretar leg¨ªtimamente que pretende, establecer alg¨²n tipo de relaci¨®n causal entre la tenencia y lectura de determinadas obras -Marx, Engels, Trotski, Che Guevara, Sandino, incluso Marco Polo y Crist¨®bal Col¨®n...- y la predisposici¨®n al izquierdismo de quien las posee y disfruta con su lectura. Si ¨¦se fuera el mensaje, estar¨ªamos ante una clara extralimitaci¨®n. Pero lo que m¨¢s debe preocupar tanto al periodista como al Defensor del Lector es que algunos lectores hayan percibido en el texto una lectura pol¨ªtica, incluso criminalizadora, de un hecho simplemente cultural como es tener en la biblioteca de casa unos determinados libros. El Defensor del Lector y ciertamente los periodistas de EL PA?S coincidimos con esta afirmaci¨®n de uno de los lectores: "Creo que dogmatizar, juzgar, interpretar los hechos m¨¢s all¨¢ de su constancia, con el objeto de inducir al lector a unas conclusiones subjetivas muy determinadas, contraviene las normas de la ¨¦tica profesional period¨ªstica m¨¢s elementales". Y al menos el Defensor del Lector recibe de buen grado este higi¨¦nico consejo del otro lector: "Cuiden un poco m¨¢s el tratamiento y contenido de sus noticias y limpien sus ceniceros".
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonearle al n¨²mero (91) 337 78 36.
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