El Atl¨¦tico consolida su plaza europea
Dos goles en 10 minutos apenas salvaron el ritmo somnoliento del choque
El Atl¨¦tico acud¨ªa a Anoeta con el examen aprobado en Tenerife y a la espera de cualquier mejora de nota. Cansado muscularmente y an¨ªmicamente relajado, correte¨® por la pradera sin saber a ciencia cierta qu¨¦ persegu¨ªa, sin resolver en suma las preguntas filos¨®ficas: ?qui¨¦nes somos?, ?a qu¨¦ hemos venido?, ?qu¨¦ hacemos?, para acabar cobrando el r¨¦dito de la UEFA, una competici¨®n convertida en medalla de bronce para los equipos de campanillas.La Real Sociedad le ten¨ªa respeto, sin embargo, por m¨¢s que la apariencia de su oponente resultara a veces dantesca y poco dada a la ocurrencia. La Real Sociedad, apurada por subirse al caj¨®n de la UEFA, se contagi¨® del trote cochinero del partido y s¨®lo a medida que el Atl¨¦tico iba dando prueba de sus miserias, alarg¨® el cuello, abri¨® el juego a los costados y se empe?¨® en poner al ¨¢rbitro auxiliar en un brete cada vez que intentaba superar la l¨ªnea defensiva de los colchoneros.En realidad, todo era lineal en el partido. En un costado chocaban dos trenes, Simeone y Mild, mientras en el otro De Pedro disfrutaba de la apat¨ªa de Caminero, sin que Antic moviera un solo pe¨®n para atajar la herida. Con L¨®pez y Caminero de curanderos, Aranz¨¢bal y De Pedro romp¨ªan al Atl¨¦tico para abastecer a Kovacevic y Mutiu, que fueron desaprovechando unas cuantas probabilidades de gol.
El Atl¨¦tico sobreviv¨ªa por la entrega de Bejbl, bombero voluntario en cada uno de los incendios en el medio campo, y por la prestancia de Molina para atajar dos disparos de Idiakez y De Pedro y controlar los desastres a¨¦reos de su defensa.
El Atl¨¦tico era peque?o y un tanto ruin, incapaz de congeniarse con el bal¨®n y de asomarse a la hacienda de Alberto, salvo en un intento de Kiko que Esn¨¢ider cabece¨® fuera.
El partido naci¨® sin alma y en la segunda mitad se qued¨® sin coraz¨®n. Hasta entonces, la Real Sociedad, convertida a la fe de la victoria ante la indolencia colchonera, le hab¨ªa puesto arrojo a su apuesta, bien es cierto que sin perder jam¨¢s el pie del estribo defensivo.
El partido se conduc¨ªa hacia la somnolencia, entregado al Atl¨¦tico a su apat¨ªa y la Real Sociedad al conformismo, cuando aparecieron dos futbolistas que se gu¨ªan por la inspiraci¨®n y se conducen con actitud revolucionaria. Primero, Craioveanu se invent¨® una jugada concluida con un detalle exquisito. Despu¨¦s Kiko se sac¨® un pase interior a Roberto, que restableci¨® el equilibrio.
Fueron dos fogonazos en una habitaci¨®n a oscuras, donde se especulaba m¨¢s que se jugaba, donde se produc¨ªa m¨¢s que se imaginaba. En realidad, esos dos detalles fueron ¨²nica y exclusivamente el partido y a la postre el Atl¨¦tico obtuvo el punto matem¨¢tico que le asegura una competici¨®n europea. Vino a por ese punto a Anoeta: no quer¨ªa m¨¢s.
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