Cocidito valenciano
La traca levantina acompa?¨® a 12.000 personas reunidas en la plaza Mayor para comer y despedir al patr¨®n
A alguien se le ocurri¨® que no hay mejor manera de termina unas fiestas de San Isidro que con el himno regional de Valen cia. Y que, adem¨¢s, esa m¨²sica es un buen acompa?amiento si de comer un cocido madrile?o se trata. La plaza Mayor y las m¨¢s de 12.000 personas que la abarrotaban fue ayer testigo de esta combinaci¨®n tan pintoresca. Se celebraba all¨ª, como cada a?o desde hace diez, el gran cocido a favor de la asociaci¨®n Aldeas Infantiles, que se ocupa de proporcionar un hogar a ni?os desamparados, una comilona que prepara la Agrupaci¨®n de Abastecimientos Malzir, del Ej¨¦rcito. Desde antes de las diez de la ma?ana ya hab¨ªa gente tomando posiciones para probar el cocido. Las ollas se abrieron a las 14.30 (media hora despu¨¦s de lo previsto), tras un breve discurso del alcalde de Madrid y del alcalde de Canet de Berenguer, cuya banda municipal ameniz¨® la jornada desde el escenario. La ambientaci¨®n musical tuvo mucho m¨¢s que ver con unas fiestas de moros y cristianos que con un acto tan castizo como el de dar de comer cocido a 12.000 personas.
A modo de aperitivo son¨® una masclet¨¢. La peculiaridad de esta petardada valenciana es que se trat¨® de la m¨¢s peque?a del mundo. O, por lo menos, as¨ª se present¨®. Sus dimensiones eran 10 veces menores que las habituales, seg¨²n los pirot¨¦cnicos (valencianos) que se responsabilizaron de ella. Don Hilari¨®n, cargo que desde hace ocho a?os ostenta Jos¨¦ Hergueta, coment¨®: "Esto no me parece normal porque no estamos en Valencia. Los madrile?os admitimos todo, pero se deben respetar tambi¨¦n las costumbres de aqu¨ª". Y la chulapa que le acompa?aba a?adi¨®: "No entiendo por qu¨¦ se tienen que subir las valencianas al escenario".Dicho esto, una pareja de turistas les pidi¨® permiso para sacarles una foto. Los. dos chulapos representaban una estampa de lo m¨¢s castiza: ¨¦l, con bomb¨ªn, pa?uelo blanco al cuello y clavel en la solapa; ella, pa?uelo y clavel en la cabeza.Mientras los alumnos de la Escuela de Hosteler¨ªa serv¨ªan las primeras raciones, la megafon¨ªa anunciaba que un tal Francisco Rivelles iba a cantar el himno regional valenciano. A nadie le sorprendi¨® demasiado, dado lo que ven¨ªa sonando en la plaza desde hac¨ªa rato. Y luego son¨® la famosa canci¨®n en la que se repite la palabra Valencia una y otra vez. Los m¨¢s madrugadores ya estaban comiendo garbanzos. El problema fue c¨®mo sujetar el platito de pl¨¢stico con el cocido hirviendo sin quemarse las manos.
La siguiente cuesti¨®n fue d¨®nde comerlo. En la plaza Mayor se instalaron algunas mesas (sin sillas) para que la gente apoyase el plato mientras com¨ªa. Pero no hab¨ªa ni para empezar. Esto tambi¨¦n produjo algo de tensi¨®n. Unos optaron por apoyar el plato en vallas de hierro. Alguno us¨® como mesa el carro de los barrenderos. Los avispados que se plantaron en la barra de un bar con su raci¨®n fueron expulsados por un camarero. La organizaci¨®n del cocido m¨¢s grande del mundo (que cuenta con la colaboraci¨®n de varias instituciones y el patrocinio del Ayuntamiento) demostr¨® que sab¨ªa c¨®mo juntar en 14 enormes ollas a presi¨®n 535 kilos de garbanzos, 265 de patatas, 265 de morcillo, 100 de morcilla, 200 de gallina, 135 de zanahoria y 165 de tocino. Otra cosa es c¨®mo se lo comieron luego los madrile?os.
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