El exceso, la muerte: el cine
Conviene decirlo de entrada: con sus m¨¢s de cuatro horas de duraci¨®n, el desborde interpretativo de su hacedor, Kenneth Branagh, y con la iron¨ªa cruel que campa a sus anchas por el filme -?ah¨ª es nada hacer que el gran John Gielgud aparezca en imagen, pero que su texto lo recite... CharIton Heston!-, am¨¦n de la conocida habilidad de Branagh para exasperar al espectador, este Hamlet que vemos ahora en versi¨®n completa es un exceso, un ejercicio delirante que bordea la megaloman¨ªa. Pero es tambi¨¦n, y ah¨ª radica su complejidad, un filme fascinante e imprescindible. Porque entre otras virtudes que atesora figura el de ser una verdadera lecci¨®n de c¨®mo y por qu¨¦ adaptar un cl¨¢sico. Y si es Shakespeare, uno de los m¨¢s activos guionistas del ¨²ltimo cine anglosaj¨®n, mejor a¨²n.Hace algunos meses, en un filme tan inteligente como a la postre castrado como era Looking for Richard, el soberbio Al Pacino se las ingeniaba para colar como un falso documental un montaje de Ricardo III precedido del latiguillo de que el p¨²blico americano se aburr¨ªa con Shakespeare. Ahora, Branagh, que es sin duda alguna el creador menor de 40 a?os que mejor ha buceado en el profundo universo del dramaturgo, y que era a su vez interrogado por la c¨¢mara de Pacino en su filme-encuesta, le devuelve la pelota con la primera versi¨®n cinematogr¨¢fica integral de Hanllet.
Hamlet
Direcci¨®n: Kenneth Branagh. Gui¨®n: Kenneth Branagh, seg¨²n el drama hist¨®rico de William Shakespeare. Fotograf¨ªa: Alex Thornson. M¨²sica: Patrick Doyle. Producci¨®n: David Barron. Gran Breta?a, 1997. Int¨¦rpretes: Kenneth Branagh, Derek Jacobi, Jate Winslet, Julie Christie, Michael Maloney, Charlton Heston, Jack Lemmon, Robin Williams, Billy Crystal, Rufus Sewell, G¨¦rard Depardieu, Richard Attenborough. Estreno en Madrid: Palafox, Ideal (V.O).
Puesta en escena
Como ya hab¨ªa demostrado Branagh en sus adaptaciones anteriores, Enrique V y Mucho ruido y pocas nueces, Shakespeare s¨®lo es aburrido si lo adapta un acad¨¦mico muermo. Sus versiones, y ¨¦sta la que m¨¢s, apuntan en varias direcciones complementarias: una, la situaci¨®n cronol¨®gica intemporal, para subrayar la intemporalidad del mensaje shakespeariano. Otra, la inteligente b¨²squeda de los elementos de actualidad que sus obras suelen atesorar. Y otra, en fin, irrenunciable, su concepci¨®n de la puesta en escena, que huye como de la peste de todo tufo a clasicismo y de cualquier analog¨ªa con el proscenio teatral.Con su c¨¢mara extremadamente m¨®vil, que parece trasladar al espectador al centro mismo de la acci¨®n, hacerlo part¨ªcipe de las casi insoportables turbulencias de los personajes; con su sentido a veces un poco gui?olesco de las situaciones m¨¢s sanguinarias, Branagh sit¨²a su concepto de la adaptaci¨®n en el centro de las formas m¨¢s actuales de puesta en escena, que pueden en ocasiones hacer dificultoso el fluir del texto para un espectador no avezado, pero que hacen de sus pel¨ªculas rabiosas llamadas a la contemporaneidad.
Ah¨ª est¨¢ la inteligencia de Branagh: el reconocer que con sus excesos, sus muertes, la locura, el incesto, con las inconfundibles pestilencias, su ruido y sus atroces sufrimientos, las obras de Shakespeare obligan hoy a una mirada poco educada; m¨¢s cerca del hooligan barriobajero -bastante de eso ten¨ªa Enrique V- que del florido verbo de sir Laurence Olivier, por poner un ejemplo provocador. En esos terrenos se mueve un Hamlet al cual el propio director imprime uno de los m¨¢s enloquecidos, geniales y a la postre arrebatadores muestrarios de registros interpretativos que se hayan podido ver en el cine contempor¨¢neo.
Un ejemplo: la escena del encuentro con Ofelia, observada entre bambalinas por Claudio, el rey asesino, y por Polonio, en la que Hamlet pasa del amor a la representaci¨®n, del odio al arrepentimiento, extraordinariamente auxiliado por esa inmensa actriz joven que es Kate Winslet.
Pero no s¨®lo esto es Hamlet. La l¨²cida mirada de Branagh actualiza la reflexi¨®n sobre el compromiso personal ante la iniquidad del poder, la radical llamada a la renuncia de cualquier placer en pos de la restituci¨®n de la justicia y la amarga mirada sobre la fragilidad de los sentimientos humanos, para bordar una lectura contempor¨¢nea en la que se agazapan algunos de los m¨¢s lacerantes sinsentidos del presente.
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