La Liga ACB corona a Due?as
El joven gigante espa?ol fue clave en el t¨ªtulo del Barcelona, que apabull¨® al Madrid en el Palacio
Unas cuantas tradiciones, cierta inferioridad mostrada en los encuentros anteriores, doce mil gargantas en contra y jugadores vitales en deficientes condiciones. Todo esto se salt¨® el Barcelona para lograr una gran triunfo que le da el tercer t¨ªtulo de Liga consecutivo con toda justicia (en una serie a cinco partidos, la justicia del vencedor est¨¢ asegurada). Para ello necesit¨® realizar un ejercicio casi impoluto, sobrado de inteligencia y saber estar, con una sabia direcci¨®n desde el banquillo y sobre la cancha y que Due?as eligiese un d¨ªa tan especial para hacer el partido de su vida. La actuaci¨®n estelar del gigante azulgrana es una gran noticia para el Barcelona, la selecci¨®n y el baloncesto en general. Para todos menos para el Madrid.Cierra de esta forma el Bar?a una temporada complicada, donde ha debido superar unas cuantas situaciones l¨ªmite y en la que no pudo por en¨¦sima vez conseguir su ansiada Liga Europea. Una temporada que ha visto c¨®mo el entrenador no contaba con el apoyo masivo de la afici¨®n y ha sido criticado p¨²blicamente por su gran estrella, Djordjevic. Pues bien, con todo ello encima de sus conciencias, llegaron a Madrid y se llevaron el partido y el t¨ªtulo. Esto puede dar una idea de la consistencia, cohesi¨®n y profesionalidad de un colectivo experto.
El partido no respondi¨® a la expectaci¨®n generada, y la culpa la tuvo el Madrid. En el instante supremo de la temporada, el Madrid no aguant¨® la presi¨®n y se vino abajo. Cometi¨® los mismos errores que en fechas anteriores, y encima no confirm¨® las virtudes expuestas. Los nervios, el ambiente y la responsabilidad les atenazaron y ninguna de sus estrellas dio el paso adelante necesario para variar una din¨¢mica que a la postre les llev¨® al fracaso. Fue el suyo un comportamiento inesperado, una vez que hab¨ªa dado muestras en Barcelona de saber convivir con la tensi¨®n.
En las horas previas al choque, ambos equipos discreparon sobre qui¨¦n hab¨ªa sido mejor hasta ese momento. Su comportamiento posterior confirm¨® que todos estaban convencidos de llevar la raz¨®n. Nadie vari¨® una sola l¨ªnea del gui¨®n ya escrito. Desde el principio ambos equipos insistieron en los mismos caminos trazados hasta ahora, y que durante toda la primera parte normalmente conflu¨ªan en la pareja Mustaf-Arlauckas. Su emparejamiento fue la nota discordante de lo que estaba ocurriendo. Karnisovas y Bodiroga se anulaban, Esteller se fajaba con Herreros, Santos persegu¨ªa a Djordjevic, todo el mundo se las ve¨ªa y deseaba para lograr una canasta. Todos menos los dos norteamericanos. Marc¨¢ndose mutuamente, lograron mas del 30% de los puntos de sus respetivos equipos.
El primer tiempo no arregl¨® nada (32-35) pero mostr¨® peque?os detalles que se confirmar¨ªan posteriormente. Herreros y Bodiroga no ten¨ªan su d¨ªa y el cuarto partido de Mijailov fue un espejismo. En el otro lado, en cambio, las vibraciones se tomaban positivas. El Barcelona se mov¨ªa con mayor aplomo, sin aspavientos ni excesivas alteraciones. Djordjevic mandaba, Mustaf anotaba, Fern¨¢ndez y Jim¨¦nez estaban m¨¢s activos que en citas anteriores y Due?as hab¨ªa apuntado que se encontraba en un buen d¨ªa.
Con 180 minutos desarrollados en estado de m¨¢xima igualdad, aqu¨¦l que presentase una novedad positiva de cierta entidad se llevar¨ªa el gato al agua. Y la novedad fue que en veinte minutos esplendorosos, Due?as se hizo mayor. Su impacto en el partido fue brutal. Por momentos parec¨ªa que sus 217 cent¨ªmetros se agrandaban. En defensa era una pared, en ataque machacaba sin piedad. Todo ello sin error, sin compasi¨®n, sin variar ni un solo m¨²sculo de la cara. Sus primeras acciones positivas bajaron la temperatura ambiental (40-49, minuto 25), se tom¨® un respirito y volvi¨® para sentar c¨¢tedra y con tres canastas para abajo y un rebote ofensivo convertido dio el partido por concluido (58-69, minuto 36). La impotencia para parar los efectos del vendaval Due?as acabaron por desmontar toda la, ilusi¨®n de jugadores y parroquia madr¨ªdista. Herreros lo intent¨® sin suerte y Bodiroga mantuvo su incapacidad.
El Barcelona es campe¨®n con todos los honores. Dentro de unos a?os, este partido se recordar¨¢ como aquel que acabo con las tradiciones y sirvi¨® para dar el espaldarazo a un jugador que todos esperamos sea una de las locomotoras que impulsen a un necesitado baloncesto espa?ol. Se llama Due?as, y ya tiene un partido para contar a sus descendientes.
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