Europa, ?tortuga lenta pero segura?
La tortuga esconde la cabeza al menor desconcierto. Como ella, Europa se desconcierta a la me nor paradoja. Un s¨ªmbolo: Tony Blair. Jaleado anteayer como contrafigura del Major aislacionista, hoy se le exige ya la pasi¨®n federalista de Jean Monnet. Se sab¨ªa de su orgullo nacional y de sus recelos a integrar las pol¨ªticas exteriores y de fronteras. Bast¨® que el viernes, educado, los airea se en la cumbre de la Uni¨®n Europea en Noordwijk, para que las pla?ideras se desmelenasen.La europeidad del nuevo laborismo es un fr¨¢gil equilibrio de nacionalismo; oferta de complicidad con sus socios, sin romper nunca puentes; e impronta social. No es poco que con ¨¦l muera la ¨¦poca de los bloqueos. ?O habr¨¢ que recordar los efectos de las crisis obstruccionistas, el "?Que me devuelvan mi dinero!" thatcheriano, las vacas locas y las recientes amenazas de veto a la reforma del Tratado de Maastricht por el lobby pesquero espa?ol?
La ¨²ltima cumbre de la Uni¨®n consagr¨® otra paradoja a¨²n m¨¢s relevante. La reforma de Maastricht se convoc¨® para coser algunos de sus flecos deshilvanados por la actualidad (pol¨ªtica exterior y de defensa, desfase entre la Europa monetaria y la social). Pero, sobre todo, para acondicionar un edificio institucional dise?ado en los a?os cincuenta a la medida de seis habitantes -y que ya rechina con Quince-, seg¨²n las necesidades futuras de 20 o 27 inquilinos. Pues bien, Noordwijk ha dado la se?al hasta ahora m¨¢s clara de que esta reforma no servir¨¢, o ser¨¢ insuficiente, para ese objetivo.
"No hay que discutir las soluciones hasta que se plantea el problema", suele decir el locuaz primer ministro belga, Jean-Luc Dehaene. El pacto t¨¢cito de no modificar el formato de la Comisi¨®n Europea -conservando el actual n¨²mero de comisarios, 20- hasta entrado el siglo pr¨®ximo, que auspici¨® el canciller Helmut Kohl, confirma que los Quince no ven cercano el problema de la ampliaci¨®n y lo relegan en el tiempo, concentrados como est¨¢n en la uni¨®n monetaria. El inconveniente de no resolver los problemas con antelaci¨®n es que luego los escollos se acumulan y forman nudos espesos. Sin un previo dise?o institucional, claro y flexible, la acogida de los vecinos del Este -ese deber moral e hist¨®rico de Occidente- no s¨®lo se aplaza. Tambi¨¦n se dificulta.
Seguramente, pues, no bastar¨¢ con este Maastricht-2 que se cocina para dentro de tres semanas en Amsterdam. Habr¨¢ al menos otra reforma, el Maastricht-3, como el propio Kohl profetiz¨® en octubre escandalizando a los bienpensantes. Es cierto que preconizar el statu quo de la Comisi¨®n, esto es, su no-reforma dentro de la reforma de Maastricht no supone abortar todos los cambios posibles.
En efecto, el reequilibrio del peso de los pa¨ªses m¨¢s poblados mediante un aumento de votos en el Consejo en funci¨®n de la mayor poblaci¨®n empez¨® el viernes a abrirse camino, cuando el luxemburgu¨¦s Jean-Claude Juncker admiti¨® ese principio, rompiendo el frente de los peque?os. Es algo necesario ahora y urgente para la ampliaci¨®n, que protagonizar¨¢n sobre todo mini-Estados, con lo que la legitimidad democr¨¢tica b¨¢sica -un ciudadano, un voto- quedar¨ªa maltrecha en ausencia de reforma. Tambi¨¦n el mayor uso de la mayor¨ªa cualificada en la toma de decisiones (veremos hasta qu¨¦ l¨ªmites) y la posibilidad de cooperaciones reforzadas voluntarias (la flexibilidad) servir¨¢n para la ampliaci¨®n. Cierto. Pero lo preocupante del pacto sobre la Comisi¨®n es su calidad de s¨ªntoma: los Quince optan no por el m¨¢s ambicioso m¨ªnimo com¨²n denominador posible, sino por el m¨¢s nimio, la comodidad. Los peque?os, contentos conservando un comisario. Los grandes, orondos con sus dos.
?Marca ya esa flojera el alcance del resultado de Amsterdam? No hay que esperar para¨ªsos de esa reforma. Pero s¨ª, al menos, un buen paquete social-empleo, quiz¨¢ sencillo al inicio (carece a¨²n de nuevas dotaciones presupuestarias), pero prometedor; un avance en la libertad de circulaci¨®n (comunitarizaci¨®n del convenio de Schengen), ojal¨¢ que con un equilibrio libertad-seguridad liberal; alg¨²n signo de progreso real en la definici¨®n de una pol¨ªtica exterior com¨²n (para evitar el rid¨ªculo). El presidente del Parlamento Europeo, Jos¨¦ Mar¨ªa GilRobles, alega que la construcci¨®n europea es como la tortuga. Avanza lenta, pero segura. Incluso para obtener resultados modestos, debe hacer en tres semanas un buen sprint.
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