Secretos y enigmas
EL CASO de las actas de inspecci¨®n fiscal supuestamente prescritas por el favoritismo de la antigua Administraci¨®n tributarla ejerce una irresistible atracci¨®n sobre el Gobierno y el Partido Popular. No pasa una semana sin que altos cargos del Ejecutivo o diputados del PP vuelvan sobre el asunto con nuevas acusaciones o enredos, cada uno m¨¢s grave que el anterior, con desprecio absoluto de la comisi¨®n del Congreso que investiga los hechos y de las exigencias de serenidad y prudencia que se requieren para juzgar asuntos tan graves. Las declaraciones de Rodrigo Rato acusando al Gobierno anterior de "ocultar documentos" y de Ilevarse datos" que justificaban la presunta amnist¨ªa fiscal responde al mismo modus operandi con que el Gobierno de Aznar ha intentado obtener una ventaja pol¨ªtica inmediata de esta situaci¨®n. Vuelven a ser acusaciones sin pruebas. Para sacar beneficio pol¨ªtico del retraso en la tramitaci¨®n de una serie de expedientes -cuya prescripci¨®n hasta ahora nadie ha demostrado- y que puede explicarse perfectamente por la mala organizaci¨®n de la agencia, la desidia administrativa o los conflictos internos en la agencia, Rato vuelve a dar ejemplo de abuso pol¨ªtico y demagogia cuando sugiere que el Gobierno anterior cometi¨® los delitos mencionados. O lo prueba ante el Parlamento o debe callar. La imputaci¨®n gratuita de irregularidades o delitos se va acrecentando de forma implacable; si en un principio la acusaci¨®n era de favoritismo y prevaricaci¨®n, ahora estamos ya en robo de documentos oficiales y ocultaci¨®n de pruebas. Pero, as¨ª como en los malos sainetes la repetici¨®n ad n¨¢useam del mismo truco esc¨¦nico acaba por aburrir al p¨²blico, la insistencia en las acusaciones indemostradas puede restar y anular los beneficios pol¨ªticos que creen poder obtener Aznar y Rato. Como desde el Ministerio de Econom¨ªa y la Secretar¨ªa de Estado de Hacienda se ha manejado un caso jur¨ªdica y t¨¦cnicamente complejo sin conocer ni dominar los resortes de la Agencia Tributaria, bien podr¨ªa, adem¨¢s, darse el caso de que el Gobierno acabe por investigarse y acusarse a s¨ª mismo. La actuaci¨®n del actual director de la Agencia Tributaria, Jes¨²s Bermejo, visitante noct¨¢mbulo en las oficinas de la agencia, debe ser explicada para aventar cualquier sospecha de. ocultaci¨®n de pruebas. Resulta absurdo que el m¨¢ximo responsable de la agencia env¨ªe a un ch¨®fer a recoger el libro de registro de los expedientes -en contra de todas las normas administrativas de conducta-, justifique tal desprop¨®sito en la "relevancia de la informaci¨®n" y despu¨¦s, cuando se le pregunta por qu¨¦ no envi¨® el libro a la comisi¨®n, que lo hab¨ªa requerido semanas atr¨¢s, diga que "no lo consider¨® relevante". Es una contradicci¨®n grotesca.
La continua huida hacia adelante del Gobierno en este caso, quiz¨¢ en busca de un acuerdo con los nacionalistas que le permita salvar la cara en la comisi¨®n, est¨¢ produciendo grav¨ªsimos problemas en la Secretar¨ªa de Estado de Hacienda y en la Agencia Tributaria. Juan Costa se ha visto, obligado a extender la investigaci¨®n interna en curso a las actividades nocturnas del director de la agencia y a algunos expedientes demorados que llevan su firma. La hip¨®tesis de una crisis grave en la agencia est¨¢ latente. Mientras, los inspectores fiscales, sujetos pacientes de filtraciones y comentarios inducidos por sus propios directivos, trabajan en un ambiente de malestar y enfrentamiento. O el Gobierno calla de una vez y espera a las conclusiones de la comisi¨®n, o corre el riesgo de provocar conflictos graves.
Los ciudadanos asisten at¨®nitos al despliegue descarado de acusaciones, filtraciones de secretos de Hacienda a medios afines al Gobierno y visitas enigm¨¢ticas y semiclandestinas a los despachos de la inspecci¨®n. Esto explica que, en plena campa?a para la declaraci¨®n de la renta, la credibilidad ante la opini¨®n p¨²blica de la inspecci¨®n tributaria est¨¦ bajo m¨ªnimos. Es la factura obligada por una conducta irresponsable y la incapacidad de enmienda. No es la primera vez que este Ejecutivo pierde el control de una situaci¨®n huyendo ante sus propios errores. ?sta empieza a ser especialmente delicada.
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