Sigue la funci¨®n
LA RAPIDEZ con que fue defenestrado Jos¨¦ Aranda como fiscal jefe de la Audiencia Nacional -hace ya m¨¢s de cuatro meses- se ha convertido en una pasmosa lentitud para sustituirle. Dos veces ha sido convocada la plaza con resultado fallido. El Consejo Fiscal neg¨® ayer su pl¨¢cet al nuevo fiscal del Estado, Jes¨²s Cardenal, para designar fiscal jefe a uno de los tres candidatos presentados. El Consejo debe estar escaldado por las artes persuasorias del anterior fiscal general del Estado para obtener su asentimiento a la destituci¨®n de Aranda por una supuesta falta de autoridad de la que Ortiz ?rculo no andaba precisamente sobrado.El resultado es que mientras tanto, la Fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional sigue encabezada provisionalmente por Eduardo Fungairi?o, dos veces rechazado por el Consejo Fiscal-concero votos en ambos casos- y con una sanci¨®n por falta grave. Un ¨®rgano jurisdiccional de tal importancia necesita recuperar cuanto antes una normalidad rota por cuatro fiscales que, seg¨²n el informe de la inspecci¨®n, act¨²an "como un grupo de presi¨®n, movidos por intereses personales y en abierta contradicci¨®n con el principio constitucional de dependencia jer¨¢rquica". Que uno de los amotinados, expedientado por avalar la ocultaci¨®n de pruebas a un juez, siga al frente de la nave medio a?o despu¨¦s de la rebeli¨®n parece la peor soluci¨®n imaginable.
La votaci¨®n de ayer en el Consejo Fiscal supone, por lo dem¨¢s, el primer rev¨¦s serio de Cardenal si, como parece, ¨¦ste hab¨ªa centrado sus preferencias en Fungairi?o, en sinton¨ªa con los deseos del Gobierno. El Consejo no s¨®lo ha dicho no al expedientado, sino a los otros dos candidatos: Francisco Javier Cebri¨¢n y Mariano Fern¨¢ndez Bermejo. Los tres votos obtenidos por cada uno de ellos no auguran un desenlace f¨¢cil del problema. En tales. circunstancias, ser¨ªa deseable convocar de nuevo la plaza cuanto antes y animar a que se presenten fiscales con autoridad y aceptaci¨®n. Ah¨ª tambi¨¦n se mide la capacidad del nuevo fiscal general. Mientras tanto, el tiempo corre a favor de los indomables.
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