Fiesta en Chamart¨ªn.
El Madrid se apresta a conseguir el t¨ªtulo tras su victoria frente al Extremadura.
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El madridismo, que hab¨ªa llegado a este punto del campeonato en medio de la aprensi¨®n, se liber¨® de tensiones y se dio a la fiesta. Ni fantasmas del pasado, ni nada: el Madrid tiene el t¨ªtulo en la mano. Liquid¨® al Extremadura sin esfuerzo y esper¨® las noticias de Alicante, que fueron recibidas con estr¨¦pito en Chamart¨ªn. En cuesti¨®n de decibelios, se celebraron con m¨¢s ruido los goles del H¨¦rcules frente al Bar?a que los del Madrid, cuya victoria se daba por segura. El Extremadura pas¨® sin incomodar, con el aire victimista de los equipos que se saben fuera de lugar en un escenario imponente y frente a un rival que est¨¢ cien cuerpos por encima. Todo lo que hizo el Madrid fue acreditar su autoridad, sin grandes excesos, con la participaci¨®n decisiva de Seedorf y Ra¨²l, que fueron los mejores de la tarde.Las posibilidades del Extremadura quedaron descartadas de salida. Varios de sus jugadores se sintieron intimidados o manifestaron sus carencias de forma descarada. Otros decepcionaron, como Navarro Montoya, que fracas¨® en su presentaci¨®n en Chamart¨ªn. Se comi¨® el primer gol, midi¨® mal varias veces, estuvo blando de manos en tres remates sencillos y nunca dio una impresi¨®n categ¨®rica. El partido rest¨® cr¨¦dito a un portero de prestigio. Suele suceder en Chamart¨ªn, un estadio que act¨²a como vara de medir de los jugadores.
El Madrid gan¨® con el primer sopapo. Puso cara de velocidad y el Extremadura se descompuso. Especialmente por la banda derecha, donde Cort¨¦s naufrag¨® sin remedio. Ra¨²l y Mijatovic advirtieron muy pronto que el hombre estaba demudado. Y por all¨¢ entraron los cinco primeros ataques madridistas. Cualquier mano a mano con el lateral extreme?o supon¨ªa una ocasi¨®n ante Navarro Montoya, que tampoco daba confianza. El primer gol retrat¨® con precisi¨®n los problemas de unos y la vista de otros. Naci¨® en un contragolpe y termin¨® con un remate de Ra¨²l que entr¨® junto al primer palo con el permiso del portero. En esa jugada, Cort¨¦s dio un curso de inoportunidad. Marcaba a Mijatovic, pero se desentendi¨® del yugoslavo para ocuparse de Ra¨²l. 0 sea se qued¨® a mitad de ninguna parte, porque Mijatovic recibi¨® la pelota, se encontr¨® libre de marcaje y pas¨® a Ra¨²l, igual de libre. El resto fue un regalo de Navarro Montoya.
Contra todas las previsiones, el Madrid no aprovech¨® el tir¨®n del gol. No hubo ninguna raz¨®n para el desplome que se produjo a continuaci¨®n. El caso es que el partido se qued¨® en nada hasta el descanso: el Extremadura por su incapacidad y el Madrid por su reiteraci¨®n en generar un juego pelma, de vuelo gallin¨¢ceo. S¨®lo Ra¨²l y Seedorf ten¨ªan impacto. Sobre Seedorf hab¨ªa inter¨¦s por verle en la banda derecha, como interior o extremo largo, porque en estos d¨ªas resulta dif¨ªcil establecer la diferencia. La impresi¨®n es que Seedorf es precisamente eso, un jugador que se desenvuelve mejor en una posici¨®n que maneja por despliegue, por presencia y por llegada. Para un jugador que da s¨ªntomas de confusi¨®n como medio centro, la banda derecha es un terreno que le libera.
El otro protagonista fue Ra¨²l, que super¨® con claridad las prestaciones de Mijatovic Y Suker. Por un momento, pareci¨® que el partido har¨ªa justicia a los mejores. Seedorf` marc¨® el segundo en una jugada estupenda que encontr¨® la colaboraci¨®n de los defensores del Extremadura. S¨®lo as¨ª puede entenderse, pues Seedorf estaba aplastado contra la l¨ªnea de banda, en el medio campo, apretado por dos rivales. Pues bien, sali¨® de la encerrona con un golpe de energ¨ªa, as¨ª sin m¨¢s. Despu¨¦s tir¨® la diagonal y aprovech¨® el pase de Mijatovic para superar a Navarro Montoya. Fue la primera jugada del segundo tiempo, la jugada que cerr¨® cualquier posibilidad de discusi¨®n. El Extremadura capitul¨® y comenz¨® a recibir goles.
Entre Ra¨²l y Seedorf fabricaron el tercer gol, justo premio a al notable partido que hab¨ªan realizado. Para entonces comenzaba a sobresalir la figura de Hierro, que parec¨ªa un adulto entre los cadetes del Extremadura. Y tambi¨¦n resultaba admirable la actuaci¨®n de Chendo, firme y r¨¢pido en el lateral. Otros pasaron desapercibidos, como Redondo, que estuvo espeso y desubicado, sin participaci¨®n para crear, ni para quitar. Pero la gente, que en alg¨²n momento de la primera parte silb¨® al Madrid, no estaba para disquisiciones. Estaba para festejar los goles del H¨¦rcules y cantar alir¨®n. Qu¨¦ m¨¢s daba el fracaso de Suker, pesadote, sin velocidad para desequilibrar y sin dinamismo para participar en las obligaciones colectivas. Y como el f¨²tbol es generoso, fue Suker el que cerr¨® la fiesta madridista con dos nuevos goles. El brochecito para la goleada y para agrandar la fiesta que se vivi¨® en Chamart¨ªn, donde la gente lleg¨® aprensiva y sali¨® feliz. Su equipo tiene la Liga en la mano.
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