Del valenciano y lo cutre
La Comisi¨®n de Educaci¨®n del Congreso de los Diputados ha aprobado una propuesta que reconoce que el catal¨¢n y el valenciano son la misma lengua, con el voto en contra de Uni¨®n Valenciana y del Partido Popular, que justific¨® su voto arguyendo que la propuesta invad¨ªa competencias exclusivas de las comunidades aut¨®nomas. Un argumento farisaico para justificar lo injustificable. El asunto no es nuevo. Cuando la lucecita valencianista, cabe suponer, de El Pardo parpadeaba ya peligrosamente, la Academia Espa?ola emiti¨® un informe en el que dejaba clara la catalanidad incuestionable del valenciano, que se halla impecablemente recogida en su definici¨®n del t¨¦rmino: "Variedad del catal¨¢n, que se usa en gran parte del antiguo reino de Valencia y se siente all¨ª com¨²n mente como lengua propia". Pues si esto es as¨ª, peor para la Academia Espa?ola, ya que hace s¨®lo cinco a?os el Ayunta miento de Valencia -¨¦l por su cuenta- decidi¨® declarar que el valenciano es una lengua propia e independiente del catal¨¢n, proscrib¨ªo del lenguaje oficial las "formas catalanizadas" que utilizaba el anterior equipo de Gobierno, socialista, y se?al¨® que el "idioma valenciano" deb¨ªa regirse por sus peculiares normas ortogr¨¢ficas. El PP, ante las presiones de su socio pol¨ªtico, Uni¨®n Valenciana, apoy¨® la moci¨®n, aunque, a mayor gloria de la mocioncita, resultaba que los mun¨ªcipes conservadores no estaban totalmente de acuerdo en el asunto ortogr¨¢fico: el PP era partidario de los acentos, contra el criterio de Uni¨®n.
Que el partido del Gobierno se sumara entonces, como se ha sumado ahora, a posiciones tan irracionales no deja de ser motivo de preocupaci¨®n, sobre todo cuando tanto se dice defender la unidad nacional: es evidente que medidas de este tipo son -ellas,s¨ª- separatistas. ?O es que en el fondo sigue alentando la idea de declarar al catal¨¢n bajo sospecha, esa sospecha que se traduc¨ªa en las vergonzosas cantinelas contra Jordi Pujol en la calle G¨¦nova la noche del 3-M cuando la mayor¨ªa absoluta, ay, parec¨ªa ya cosa cantada? De hecho, el Parlamento aut¨®nomo de Valencia, con los votos del PP y de Uni¨®n, aprob¨® hace poco una propuesta sobre el car¨¢cter "diferenciante y diferenciado" de la lengua aut¨®ctona para oponerse a una resoluci¨®n del Tribunal Constitucional que reconoc¨ªa el derecho de la Universidad de Valencia a usar la expresi¨®n lengua catalana para referirse al valenciano.
Medidas separatistas y, adem¨¢s, cutres. Enmendarles la plana a Meyer-L¨¹bke, Von Wartburg, Amado Alonsoy otros romanistas de primera fila y tomar el partido de tres o cuatro eruditos regionales y cronistas pueblerinos polvorientos admite mal otro calificativo. A Uni¨®n y a su socio -el partido en el Gobierno- les resbalan no s¨®lo MeyerL¨¹bke, Von Wartburg y Amado Alonso -?qui¨¦nes ser¨¢n estos se?ores?, se preguntar¨¢ el beligerante diputado de Uni¨®n Jos¨¦ Mar¨ªa Chiquillo-, sino la Universidad de Valencia, el Tribunal Constitucional, la Academia Espa?ola y cuanto sea res balable. Pero ir contra la reafidad cient¨ªfica es grave: constituye un s¨ªntoma inequ¨ªvoco de integrismo. En realidad, estos valencianistas son hermanos peque?itos de los ultras norte americanos que, un siglo des pu¨¦s de Darwin, siguen negando la teor¨ªa evolucionista y blanden la Biblia como si fuera la bomba at¨®mica. Si todo fuera cosa de Uni¨®n Valenciana, el asunto ser¨ªa menor, pero cuando es el partido en el Gobierno el que se mete a fondo en un asunto -sin asunto- como es ¨¦ste, la cuesti¨®n es m¨¢s grave. ?Cu¨¢ntas irracionalidades similares est¨¢ dispuesto a apoyar el Partido Popular? Desde luego, no le faltan otros valedores: peri¨®dicos hay que, con su silencio oficial sobre el asunto, dejan el agua correr mientras dan cancha libre a sus lectores. Ofender a los catalanes y al sentido com¨²n es algo que no se puede despachar invocando de cuando en cuando la frase pemaniana de que "el catal¨¢n es un vaso de agua clara". Agua clara, s¨ª, pero no de la huerta ni del Guadalaviar. Agua clara, pero de los otros, de los que est¨¢n m¨¢s para arriba.
Don Marcelino Men¨¦ndez Pelayo, que tanto am¨® la len gua catalana -y para ¨¦l en catal¨¢n escribieron lo mismo Ram¨®n Llull que Ausi¨¢s March-, se llevar¨ªa las manos a la cabeza ante el espect¨¢culo del se?or Chiquillo y sus secuaces. Y no ser¨¢ porque don Marcelino no fuera de derechas. Pero la cultura (inmensa en su caso; con bastante menos sobra para el asunto de que hablamos) le imped¨ªa incurrir en estupideces. La derecha -o la derechona, como prefiere decir Umbral- se ha re¨ªdo durante mucho tiempo de aquellas votaciones en el Ate neo del siglo pasado sobre la existencia de Dios; yo lo siento, pero a m¨ª me da mucho m¨¢s la risa con esto de la especificidad del valenciano. Aquellos ate ne¨ªstas merodeaban, mal que bien, los territorios de la metaf¨ªsica; Chiquillo y sus secuaces habitan los andurriales confusos de la cutreidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.