Apolog¨ªa de la dignidad humana
El escritor Antonio Tabucchi denuncia en su ¨²ltima novela los abusos policiales en Portugal.
El 7 de mayo de 1996, un grupo de agentes de la Guardia Nacional Republicana (GNR) portuguesa estremeci¨® al pa¨ªs con uno de los asesinatos m¨¢s crueles y abominables que haya conocido la historia negra de Portugal. Los agentes, comandados por el sargento Dos Santos, detuvieron al joven Carlos Rosa, de 25 a?os, por su presunta participaci¨®n en el robo de unas m¨¢quinas de escribir en un viejo almac¨¦n pr¨®ximo a Lisboa.Insatisfecho por las respuestas que recib¨ªa del atemorizado muchacho, el sargento Jos¨¦ Fernando Aleixo dos Santos sac¨® su pistola regla mentaria y, a una distancia no superior a dos metros, le dispar¨® a la cabeza. A sangre fr¨ªa, sin mediar palabra y casi a quemarropa. El joven cay¨® desplomado en el suelo y muri¨® en segundos. Pero las atrocidades no acabaron ah¨ª. El sargento y el soldado Castelo Branco trasladaron el cad¨¢ver hasta un bosque, cercano al cuartel de Sacav¨¦m, donde el primero, decapit¨® el cuerpo a golpes de machete. All¨ª abandonaron el tronco y en un paraje cercano dejaron la cabeza, despu¨¦s de que el sargento re buscara en ella con su machete la bala asesina.
El atroz crimen conmovi¨® a toda la sociedad portuguesa, que asisti¨® horrorizada durante semanas a las escalofriantes revelaciones que la prensa iba publicando. El caso lleg¨® hasta los o¨ªdos de un portugu¨¦s de adopci¨®n, el escritor italiano Antonio Tabuechi, enamorado de la naci¨®n lusa, admirador y traductor de Pessoa y profundo conocedor de la cultura portuguesa. Ex director del Instituto de Cultura Italiano en Lisboa y actual profesor de literatura portuguesa en la Universidad de Siena, Antonio Tabucchi decidi¨® utilizar este crimen con-lo base para su siguiente novela, La cabeza perdida de Dainasceno Monteiro (Anagrama), que acaba de aparecer en Espa?a, un relato de suspense que sin duda es una apolog¨ªa contra el desprecio a la dignidad humana y frente a la injusticia.
El autor de Sostiene Pereira, basada en la dictadura salazarista, reconoce que "mi vida personal, familiar y mi bagaje cultural est¨¢n estrechamente ligados a Portugal". Precisamente esos sentimientos le han legitimado para lanzar con su nueva novela una dur¨ªsima cr¨ªtica a las autoridades lusas y, de paso, llamar la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica internacional sobre los abusos policiales. "Leyendo", dice. Tabucchi, "los informes del Consejo de Europa para la Prevenci¨®n de la Tortura se puede constatar que los abusos y tratamientos inhumanos y degradantes se producen hasta en los pa¨ªses m¨¢s insospechados. Pero Portugal se ha revelado como uno de los pa¨ªses m¨¢s preocupantes y hasta alarmante".
Su pasi¨®n por Portugal no ofrece dudas. Este pa¨ªs, dice, "pertenece a mi persona en el sentido m¨¢s ¨ªntimo y profundo de la palabra. Hasta me ocurre que sueno en portugu¨¦s, lo que quiere decir que Portugal forma parte de la geograf¨ªa de mi alma". Y precisamente por ello ha sentido la necesidad de denunciar una situaci¨®n absolutamente injustificable. "Lo m¨¢s preocupante y sorprendente de todo esto", dice Tabucchi, "ha sido la respuesta de los ministerios de Justicia e Interior lusos, que en 1996 intentaron justificar esos abusos".
Su intenci¨®n no es juzgar a nadie, sino simplemente "dejar que los lectores juzguen por s¨ª mismos, dado que, seg¨²n me consta, tanto un pr¨®ximo informe como la respuesta del Gobierno portugu¨¦s van a ser publicados por un editor independiente, como ya ha ocurrido en otros pa¨ªses". A mediados de 1996, el Gobierno socialista portugu¨¦s cre¨® un organismo independiente para fiscalizar la violencia policial, que actualmente investiga la reciente muerte de tres j¨®venes a manos de las fuerzas de seguridad.
La cabeza perdida de Damasceno Monteiro (el nombre procede de una calle lisboeta donde Tabucchi vivi¨® alg¨²n tiempo) es tambi¨¦n un canto a la tolerancia y un homenaje "a esos periodistas que, sin grandes aspavientos y con un tono que quiz¨¢ no sea elevad¨ªsimo, tratan de informar en este mundo en el que la abundancia de informaci¨®n amenaza con drogarse a s¨ª misma; me resultan simp¨¢ticos los cronistas que frecuentan las c¨¢rceles, los tribunales, los tanatorios, las miserias de la vida. Y escriben sobre ellas, porque a veces un art¨ªculo de la llamada cr¨®nica negra puede servir para entender la vida mucho m¨¢s que un tratado de sociolog¨ªa".
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